Con vocación docente, Carrasco Toro fue director de la Escuela Náutica y catedrático de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. (Foto: Marina de Guerra del Perú)
Con vocación docente, Carrasco Toro fue director de la Escuela Náutica y catedrático de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. (Foto: Marina de Guerra del Perú)
Héctor López Martínez

El jueves 19 del presente zarpó del Callao el Buque Oceanográfico Polar con destino a la Antártida. Esta es la vigésimo novena campaña científica del Perú en el continente helado, donde nuestro país posee la base Machu Picchu, gracias a una política nacional promovida y apoyada por la Marina de Guerra desde sus inicios. Con este artículo quiero recordar y resaltar en todo lo que vale la figura del contralmirante Carrasco, uno de los científicos más notables del siglo XIX.

Eduardo Carrasco Toro nació en Lima el 13 de octubre de 1779 en un hogar opulento, que económicamente fue a menos a la muerte de su padre, cuando nuestro personaje contaba con solo nueve años de edad. Estudió en San Carlos y en 1794 ingresó a la Academia Real de Náutica, establecida poco antes. Allí fue discípulo del ilustre Andrés Baleato, quien lo introdujo en el mundo de las matemáticas y otras disciplinas con óptimos resultados. El talento de Carrasco era tan grande que Baleato lo convirtió en su adjunto.

En 1800 Carrasco se embarcó como artillero de mar en la fragata Fuente Hermosa y, posteriormente, en otros buques de la Real Armada. El 30 de diciembre de 1803 se le expidió el título de tercer piloto de la Matrícula del Sur. Mas la vocación docente de Carrasco prevalecía y por eso fue incorporado como segundo maestro de la Real Escuela. Sus múltiples saberes, su extraordinaria y prematura erudición eran merecidamente reconocidos y alabados. Baleato, en carta al monarca hispano, al referirse a Eduardo Carrasco, escribió: “Merece, con preferencia de muchos otros, pisar con honor la cubierta de los bajeles de V.M.”.

Una anciana ignorante y ruin a la que Carrasco había protegido lo denunció ante la Inquisición acusándolo de leer libros prohibidos. Su nutrida biblioteca fue minuciosamente investigada encontrándose títulos que estaban en el Índice. El virrey Abascal, luego de amonestarlo severamente, lo destituyó de sus cargos. Carrasco entonces se dedicó al estudio de la medicina y estrechó los lazos amicales que lo unían con José de la Riva Agüero y otros patriotas.

Estuvo en comunicación con los emisarios secretos del general José de San Martín y preparó el plan de desembarco de la Expedición Libertadora en la bahía de Paracas. Después de la proclamación de la independencia se reabrió la Academia Náutica, con el nombre de Escuela Central de Marina, bajo la dirección de Carrasco. Fue diputado por Huancavelica en el congreso de 1822 y recibió el grado de teniente primero de la Armada. En marzo de 1823, Riva Agüero lo ascendió a capitán de fragata.

"En 1835 el capitán de navío Carrasco apoyó la expedición del capitán Robert Fitz-Roy, quien a bordo del buque Beagle, estudiaba las costas del continente americano".

Los realistas lo apresaron en 1824 y sufrió cautiverio en las casamatas del Callao. Las convulsiones políticas de los años iniciales de la república le trajeron nuevamente prisión y expatriación. En 1835 el capitán de navío Carrasco apoyó decididamente la expedición del capitán Robert Fitz-Roy, quien a bordo del buque Beagle, por encargo del gobierno inglés, estudiaba las costas del continente americano. En el segundo tomo de su informe, a propósito de Eduardo Carrasco, escribió Fitz-Roy: “Este capitán, antes de la Armada Española y hoy director de la Escuela Náutica de Lima, nos dio a mí y al señor Uzborne (sic.) una minuciosa información de palabra y por escrito sobre todo lo que podía sernos útil, permitiéndonos además formar extractos y hacer copias de manuscritos, mapas y libros de su archivo que nos abrió con auspiciosa liberalidad”. En agradecimiento de ello, Fitz-Roy puso en sus cartas náuticas el nombre de Alturas de Carrasco a las que rodean la Bahía de la Independencia. Poco después llegaría el reconocimiento internacional. El 30 de enero de 1839 Eduardo Carrasco fue nombrado miembro correspondiente de la Real Sociedad Geográfica de Londres. Igualmente, el 21 de abril de 1840 fue incorporado como Miembro de la Real Sociedad de Anticuarios del Norte, de la ciudad de Copenhague.

En 1839 Eduardo Carrasco había sido nombrado Cosmógrafo Mayor de la República y catedrático de matemática de la Universidad de San Marcos. También se le encargó la edición de las Guías de Forasteros, lo cual efectuó entre 1841 y 1857. Este trabajo lo llevó a cabo con amplio criterio y las Guías dejaron de ser solamente un cúmulo de direcciones.

El 30 de abril de 1855, el mariscal Ramón Castilla ascendió a Carrasco a la jerarquía de contralmirante. Era, sin lugar a duda, un orgullo del Perú y del Nuevo Mundo. Hablaba perfectamente seis idiomas y se requería su colaboración en las más importantes publicaciones científicas europeas. El Comercio del 18 de noviembre de 1865, día del sepelio de Carrasco, dijo: “Muere pobre y ese término es a nuestro criterio la apoteosis de los hombres que como él no tienen este mundo por su reino y han sido, además, héroes sabios y en fin mártires”.

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