El caso de Julio Guzmán ha suscitado una cantidad enorme (y muy ingeniosa) de mofas en redes sociales.
El caso de Julio Guzmán ha suscitado una cantidad enorme (y muy ingeniosa) de mofas en redes sociales.

Desde los que imitan el baile del Guasón, como Carlos Torres Caro, hasta los que ensayan un desacompasado rap como Julio Arbizu. A pesar de ser una carrera corta, la campaña para las elecciones parlamentarias de este domingo ha sido generosa en material memeable, gracias al ingenio y nulo temor al ridículo de los postulantes. Pero ningún caso ha provocado más mofas que el de Julio Guzmán, que ni siquiera es candidato pero, en su condición de líder del Partido Morado, se vio expuesto al destape de su apurada huida de un incendio ocurrido hace dos años, cuando departía un almuerzo aparentemente romántico con una integrante de su agrupación.

Comparado con emblemáticos corredores de la cultura popular como Flash, Forrest Gump o el exfutbolista Amilton Prado huyendo de un ampay, Guzmán es ahora la metáfora viva del fuego, el romance y la velocidad. Y entre una cosa y la otra, los memes no han parado de circular para deleite de los siempre hambrientos consumidores virtuales.

Con la cola en llamas. Guzmán convertido en el pokemon Charmander, uno de los tantos memes del que es blanco.
Con la cola en llamas. Guzmán convertido en el pokemon Charmander, uno de los tantos memes del que es blanco.

¿A qué se debe la avalancha de burlas? ¿Por qué nos gusta tanto hacer escarnio de la desgracia ajena? “Abundan los memes y las ocurrencias porque el caso es risible –opina el historietista Juan Acevedo–. Y tiene muchos elementos que se prestan para la burla: la supuesta sacada de vuelta, los corazoncitos, la explosión del televisor, la fuga cobarde, las explicaciones como si la gente fuese idiota, etc.”.

Para el escritor Gustavo Rodríguez, depende de dos factores principales que un hecho se vuelva “frenéticamente memético”, como ha sido este caso: el episodio y el personaje que lo protagoniza. “En el caso del ‘affaire’ Guzmán, ambos factores se combinan en altas dosis –señala Rodríguez–. Por un lado, es un político en un país que está pendiente de desquitarse de sus políticos y, además, es un personaje inasible, percibido por muchos como un chanconcito blandengue que provoca criticar. Por otro lado, su episodio contiene todos los ingredientes de una comedia bufa: un romanticismo cursi, un incendio e, incluso, una muy probable huida”.

VOTO Y CHACOTA

Apelando a una saludable memoria seriéfila, el escritor Pierre Castro Sandoval recuerda un capítulo de “Seinfeld” bastante parecido a la realidad: “Es el episodio en el que George Constanza escapa de un incendio en casa de su novia empujando a niños y hasta a una vieja con andador”. La diferencia es que la fuga de Guzmán es de una humorada más bien involuntaria. Y es por eso que se habría ganado a pulso el cruel cargamontón.

“La gente nunca se va a olvidar de ese incendio. Ahora todos se enteran de las noticias por memes. Además, los peruanos somos como esos malandros que en el colegio se sentaban en la última fila del salón y que estaban esperando cualquier palabra mal dicha para hacer un chiste. No importaba si el chiste era bobo. La idea era distraernos de la clase. Nuestro escenario político siempre ha sido como ese salón lleno de malandros y por eso la gente, antes que analizar e intentar solucionar, prefiere la chacota”, considera Castro.

En todo caso, como aquel alumno que aprende a reírse de sí mismo, ¿podría Guzmán sacarle la vuelta a esta sobreexposición para su propio beneficio? “Podría haberle dado un giro –agrega Castro–, pero para eso hubiera tenido que ser el palomilla del salón, y no tiene cara”.

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