Carlos Oré Arroyo

El arte contemporáneo, aunque a veces quisiéramos negarlo, termina siendo un claro reflejo de la época en que vivimos. Lamentablemente, la nuestra no ha dejado de lado los episodios violentos que siguen manchando de sangre las hojas de los periódicos o los portales web y son precisamente esos eventos traumáticos los que encuentran un espacio, muchas veces de consolación, en las representaciones artísticas.

En esta primera década del siglo XXI, marcada por los atentados y la propagación de agrupaciones fanáticas por el mundo, ataques terroristas como el ocurrido en junio de 2016 en el bar Pulse en Orlando, Estados Unidos tenía que ser el centro de alguna historia. El dramaturgo español Guillem Clua, se inspiró en este suceso para compartir la historia de un joven y su maestra que juntos van descubriendo que todavía no terminan de cerrar heridas del pasado.

Poderosa historia

La obra presenta a Ramón, un muchacho que desea mejorar su técnica vocal para poder cantar en el memorial de su madre quien acaba de fallecer y Amelia, una profesora de canto quien, a pesar de resistirse en un inicio a impartir clases, accede cuando se entera que su alumno ha elegido una canción que también tiene un significado especial para ella. A medida que la clase avanza, ambos van revelando momentos de su vida que los han marcado profundamente. En medio de este escenario donde los dos exponen su fragilidad, no existe otro camino que la reflexión.

“Se dice que en el perdón nos enfrentamos a alguien que nos pide que seamos perdonados y que todavía está vivo. Tanto Amelia como Ramón, debían encontrar una significación sobre su lugar en relación al amado perdido. Esto tiene que ver con la posibilidad de cada uno de ellos de rearmar su escena del mundo, su trama significante, sus recursos simbólicos e imaginarios para hacer frente a la embestida de lo real que la pérdida ocasionó”, señala el director de esta obra Carlos Tolentino.

Esta obra intenta comprender el sentido del horror, las consecuencias del odio y los mecanismos que utilizamos para evitar que este no nos destruya el alma. Para generar un acercamiento más efectivo a las sensaciones que aparecen en la historia, el director asegura que se propuso crear un decorado capaz de proporcionar una imagen subjetiva del universo mental y afectivo de los personajes.

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Hasta el lunes 16 de marzo del 2020 en el Teatro de Lucía a las 8:00 pm.

Calle Bellavista 512, Miraflores

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