“Una buena novela debe generar múltiples sentimientos”
José Silva

Casi tres años y medio le tomó a Félix Terrones escribir “Ríos de ceniza”. Podría parecer mucho tiempo pero al final parece exacto para el resultado final.

La novela, publicada por la novel editorial Textual Pueblo Mágico, es fresca, graciosa pero principalmente poderosamente reflexiva.

Cualquier persona que en algún momento de su vida intentó encajar en un lugar ajeno se podrá sentir identificado con el protagonista de esta historia, un joven aspirante a escritor que llega a Francia a cumplir su sueño.

El libro, que está dividido en tres capítulos y apenas pasa las 300 páginas, ha sido catalogado como “un retrato conmovedor del artista no adolescente” nada menos que por el escritor boliviano Edmundo Paz Soldán.

Conversamos con Félix Terrones, quien escribió también el libro de novelas cortas “A media luz” en 2003, la novela “El silencio de la memoria” en 2008 y el libro de micro relatos “El viento en tu cara”. Además de escritor, el autor es doctor en estudios hispanoamericanos por la Université Michel de Montagine-Bourdeaux III de Francia.

-¿Cuántas lecturas y qué tipo de lecturas hicieron posible una novela como “Ríos de ceniza”?

Lecturas, antes que nada, literarias. Creo que esta es la novela más francesa de todos los textos de ficción que he escrito. Hay mucho de Flaubert, de Balzac, de Marcel Proust. Y evidentemente de Paul Celan, que es el hilo conductor de la novela.

-¿Hubiera sido posible que escribas esta historia en tercera persona?

 No. Nunca escribo en tercera persona. Desde mi primer texto de ficción escribí en primera persona, porque a mí me gusta explorar los límites y los alcances de la primera persona. Los objetivos, las contradicciones, las paradojas y la reflexión.

-Sobre esto último. ¿Puede “Ríos de ceniza” agruparse junto a las novelas de reflexión?

Cuidándome de rótulos que pudieran encerrar a mi novela, creo que es un término que le conviene. Porque es un texto que tiene una subjetividad que recuerda y que reflexiona a partir de su recuerdo.

-Me has hablado de Paul Celan. ¿Por qué te marcó tanto él para que le des el gran espacio que tiene en tu novela?

Cuando llegué a vivir a la ciudad de Tours descubrí que entre los 17 y los 19 años, Paul Celan había vivido allí. Fue su primera experiencia en el extranjero, donde fue a estudiar medicina. Luego de esto empezó a dedicarse íntegramente a la poesía. Su nombre real fue Paul Ancel, pero lo invirtió para pasar a llamarse Paul Celan.

-¿Te planteaste desde un inicio crear un texto complejo? Me refiero a la diversidad de planos, los diálogos, y demás características.

Sí, porque me parecía que la forma de mi texto debía evocar esa memoria no lineal sino en capas. Un individuo que recuerda muchos eventos que se superponen entre ellos.

-¿Cuáles serían los elementos comunes en las obras que has publicado hasta el momento?

La memoria, el recuerdo…

-¿La memoria en qué sentido?

En mi segunda novela, “El silencio de la memoria”, era social. Exploré la memoria de un individuo de una clase social alta venida a menos. Todas sus crisis sexuales, políticas, sociales. En ese sentido, toqué una memoria social. Pero en “Ríos de ceniza” hay una subjetiva. Incluso cuando escribo micro relatos, que son textos de ficción brevísimos, siempre utilizo el yo y avoco la memoria. Y lo hago en dos aspectos: como paraíso perdido y también en el hecho de recrear la memoria a partir del presente.

-¿Hasta dónde tu novela es un texto sobre el exilio?
Sí, hay mucho de exilio en mi novela, en el momento en el que el narrador viaja a un país distinto en el que espera crecer como escritor. Sin embargo, más que una novela sobre el exilio, es una novela sobre las paradojas del exilio.

-¿Por qué?

Porque está lo que el narrador espera de su exilio y lo que en realidad vive en él. Y en esa paradoja se va formando su vocación creativa.

-¿Cuánto de la realidad te sirvió para crear “Ríos de ceniza”?

Para mí la ficción es la realidad. Desde el momento en el que uno se pone a escribir está haciendo ficción. Es evidente que aquí hay elementos autobiográficos de mi experiencia como individuo, de mi vida. Pero también hay elementos de este tipo de las lecturas que tuve, de las vidas que no viví. Es decir, desde el momento en que uno hace ficción no está haciendo autobiografía, sino elaborando y recreando la realidad y está pasando a un nuevo estatuto.

(Félix Terrones conversando con "El Comercio")

-Y esta es también una novela muy peruana, ¿no?

Sí, creo que es una novela acerca de la vida en Perú del narrador, y de la manera en cómo esa vida en Perú aguijonea su necesidad de convertirse en escritor, en primer lugar, y después al final le permite descubrir que acaso dejó algo atrás: el paraíso perdido.

-Trabajaste una tesis sobre los prostíbulos en la novela latinoamericana.  ¿Cuál fue la conclusión a la que llegaste?

De que los prostíbulos son el espacio más importante en la novela latinoamericana. La primera novela argentina, “Amalia”, tiene un prostíbulo. Se trata de espacios que recorren la historia literaria de esta región. En segundo lugar, porque son espacios ficcionales y en su representación como tal van a plantear todas las paradojas de ser latinoamericano. Estar entre la modernidad y la no modernidad.  En ser un espacio donde se proyecta una necesidad de futuro, como también un espacio en el que se vinculan todos los chanchullos políticos, como en “Conversación en la Catedral”. Y finalmente porque es un espacio de transformaciones. Individuales, personales y sociales.

-Llevas doce años en Francia. ¿Cuánto te ha perjudicado eso en tu intención por dar a conocer tu obra en Perú?

Regresé al país y mucha gente me dice ¿quién eres?  Y claro, llevo mucho tiempo afuera. Por eso lo que ahora busco son lectores. Quiero llegar a la gente y mostrarle que hay esta novela que habla muchas cosas del Perú. Y, además, que si bien soy un escritor de perfil bajo, nunca me fui de este país. Siempre pienso y reflexiono sobre este territorio.

-¿Con qué otros autores contemporáneos te identificas?

Latinoamericanos, Patricio Pron, Gabriel Alemán, Edmundo Paz Soldán. Y en micro relato con el español Iván Teruel Cáceres y Susana Camps Perarnau. Y entre los peruanos con Alfredo Pita.

-Antes se veía mucho París como el lugar ideal para iniciar una carrera literaria. ¿Con qué realidad te encontraste tú al llegar allí hace 12 años?

Con una realidad contradictora, muy estimulante por un lado, por las bibliotecas, por las estructuras que tiene, por lo motivador que puede ser el simple hecho de estar allí. Pero creo que quienes iban en los sesenta, los autores del ‘Boom’, no encontraron una Francia tan fracturada como la que existe hoy. Tan llena de discriminación, de prejuicios, un país en crisis política, social y cultural.

-¿El humor importa mucho en tu obra?

Sí, claro. Creo que en este libro abrí la válvula de escape y dejé entrar al humor. Primero para quitarle seriedad, porque considero que puedo entrar en lo circunspecto o serio muy fácilmente. Y segundo porque creo que una novela debe generar una multiplicidad de sentimientos en el lector.

-No tanto porque seas profesor sino por las funciones que realizas en general, ¿te consideras un académico?

Sí, en la medida en que leo un texto con pasión.  Y cuando escribo crítica académica, esa pasión la convierto en algo exhaustivo. Me gusta interrogar la ficción al máximo. Encontrar, desde una mirada sensible, toda la sutileza al documento que leo.

-¿Cuánto tiempo te tomó escribir “Ríos de ceniza”?

Casi tres años y medio.

-Es un tiempo relativamente largo para un texto de 300 páginas. ¿Eres muy autocrítico con tu trabajo?

Sí, bastante. De hecho, la última revisión que le di fue hace dos meses, antes de publicarla.

¿Y le cambiaste algo?

Sí, el título. Este texto pasó por varios títulos. Primero era “La tierra prometida”, pero era muy connotado. Luego vino “Tú sabes de las aguas”, que me pareció un buen título pero muy poético. Así que me quedé con la imagen del río. Los ríos recorren mi novela.

-En este caso son ríos de palabras, reflexiones…

De todo.  De vidas no vividas, de recuerdos, de muertes. Paul Celan que se arroja al Sena. Pablo que cae en una asequia cajamarquina.

¿Hay espacio para el amor en tu novela?

Sí, es un espacio para el fantasma del amor y para la expresión de su frustración, porque nunca está a la altura de sus amores.

-¿Hasta dónde quieres llegar como escritor?

Quiero seguir escribiendo. Quiero mantener un nivel de exigencia con lo que escribo. Y seguir explorando géneros. Yo escribo cuentos, novelas y micro ficción. Ahora por ejemplo estoy buscándole un editor a un libro de ensayos que he escrito. Es mi tesis pero le quité el tono académico. Un poco lo que hizo Mario Vargas Llosa con su tesis doctoral dedicada a José María Arguedas, que la convirtió en “La utopía arcaica”. 

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