Carlos Fuller Maúrtua estrenó su primera novela "Caen los colibríes". (Foto: Carlos Fuller Maúrtua/Colmillo Blanco)
Carlos Fuller Maúrtua estrenó su primera novela "Caen los colibríes". (Foto: Carlos Fuller Maúrtua/Colmillo Blanco)
José Carlos Yrigoyen

El año pasado, la editorial Colmillo Blanco –que hace poco nos acercó a la obra del interesante novelista maltés Alex Vella Gera– publicó “Caen los colibríes”, la primera ficción de Carlos Fuller Maúrtua (Lima, 1990), joven escritor que tiene en su haber la coautoría de un libro de crónicas sobre la . En esta oportunidad ronda por los espacios de una narrativa urbana centrada en explorar los usos y modos de la clase media limeña, sus envanecimientos y caídas, el dolor o la podredumbre que cada secreto de entrecasa encierra.

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La novela de Fuller narra sin demasiados abalorios la historia de un innominado muchacho perteneciente a una turbulenta familia mesocrática. Recorremos su infancia, adolescencia y juventud, marcadas por los lazos con una madre arisca, irónica y solo a veces cómplice; descubre su vocación literaria a través de los libros que ella le regala, fantasea emular la dulce relación del protagonista de “Un mundo para Julius” con su progenitora, quien se vuelve víctima de una devastadora enfermedad mental; conoce las contrariedades y la dicha del amor gracias a una guapa chica para luego confesarse ante una extravagante terapeuta y desarrollar su destino por medio de lecturas decisivas y la escritura de poemas.

“Caen los colibríes”, recuerda a “Constelación” (2017), la novela de Armando Bustamante que también ahonda en las consecuencias del mal mental en el ámbito más privado y el miedo de los adultos desde la mirada de un joven que recoge en cuerpo y alma esa pesada herencia. Y, asimismo, trae a la memoria “Los sentimientos de Luciano” (1988), olvidado pero llamativo título de Melvin Ledgard, que comparte con el libro de Fuller su retrato de un sujeto sensible que lucha por preservar su vocación literaria y comprender los arbitrarios engranajes de las relaciones humanas.

El libro de Ledgard adolecía de ingenuidades propias de un autor de escaso rodaje, pero regalaba un puñado de páginas impecables en su aproximación de las transformaciones sociales acontecidas en el Perú de los setenta y ochenta mediante una mirada curiosa y absorbente. El de Fuller, en cambio, se enfoca en las vinculaciones más íntimas del narrador, quien se sumerge en una lenta tarea de autoconocimiento, confrontándose consigo mismo en diversas etapas del relato, reflejándose en sus lecturas epifánicas y extrayendo lecciones emocionales de ellas.

Pero esta pretensión se topa con obstáculos que la novela no consigue remontar. El primero es la concepción de los personajes, que son en su mayoría los más frecuentados estereotipos de la fauna limeña, cuyo tratamiento recuerda por momentos a Bryce Echenique y en otros al Jaime Bayly de sus libros iniciales. La inclinación por la caricatura no siempre aparece bien graduada y tropieza en sus excesos, como ocurre con el personaje de Bambi, cuya insistente impostura dificulta aceptar su autonomía y verosimilitud: está supeditada a un papel tan demarcado que le niega toda soltura o frescura.

En cuanto a los personajes principales, el de la madre en ocasiones escapa de su bosquejo para complejizarse entre los mantos de la enfermedad psíquica, brindando en su desvalimiento diálogos creíbles y convincentes como el que, mística y trágica, mantiene con su hijo en la terraza del club donde almuerzan. Sin embargo, en otros pasajes resbala en el melodramatismo que impregna buena parte de las situaciones, incluso las que envuelven el aprendizaje literario del protagonista. Cuando comenta los libros que lo han deslumbrado, nunca nos queda muy claro cuál ha sido su influjo en la evolución o en sus decisiones. O este se limita a lo declarativo o es incorporado a la trama de manera forzada y gratuita; ello sucede con el episodio de la ducha que busca algún paralelismo con un poema de Frank O’Hara al que se alude.

Por todo lo anterior, “Caen los colibríes” es una novela compuesta de buenas ideas que no llegan a concretarse por el camino idóneo. Pero hay fragmentos –diálogos, descripciones, frases dueñas de un sobrio y directo lirismo– que sugieren a un escritor con recursos y una visión propia en busca de la personalidad y la originalidad que, al menos por ahora, parecen atrapadas en una indulgencia que concede la razón a la clase media que supuestamente se cuestiona.

LA FICHA

Autor: Carlos Fuller Maúrtua.

Título: “Caen los colibríes”.

Editorial: Colmillo Blanco

Año: 2021.

Páginas: 134 p.

Relación con el autor: ninguna.

Valoración

2.5 estrellas de 5 posibles.

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