Daniel Mella: “Se puede vivir intensamente sin escribir”
José Silva

Entre los 21 y los 24 años de edad, el uruguayo Daniel Mella publicó tres novelas que la crítica literaria de su país elogió en varios espacios. Sin embargo, el camino literario de este autor nacido en Montevideo no siguió la lógica.

A “Pogo”, “Derretimiento” y “Noviembre” les siguió una larga pausa de una década. ¿Por qué una de las plumas más talentosas del Uruguay de esta forma tan abrupta de la literatura?

Sobre esto conversamos con Daniel Mella, quien visitó Lima hace unos días para presentar “Derretimiento” bajo el sello de Santuario Editorial.

En los últimos años, un selecto grupo de escritores peruanos menores de 50 años han publicado obras sobre la violencia que desató el terrorismo. ¿Ocurre lo mismo en Uruguay? ¿De qué se escribe en tu país?

Creo que no pasa lo mismo. En la época en que publiqué “Pogo” (1997) y “Derretimiento” (1998), que son libros donde hay mucha violencia, ocurrió una especie de shock, por lo desacostumbrados que estábamos al nivel de violencia o crueldad. Pero (escribir sobre la violencia) no es algo que se haya vuelto endémico. En este momento hay distintos acercamientos a la literatura en Uruguay. Se busca en la tradición, se mezclan viejas técnicas narrativas con temas del campo, también hay incursiones en la ciencia ficción, en la fantasía, en la novela negra y también hay textos intimistas. La violencia no es un tema muy común que digamos.

¿Qué tipo de violencia abordas en “Pogo” y “Derretimiento”?

Creo que más que nada la violencia dentro del núcleo familiar. Diría que hay cierta paradoja porque es la violencia del amor, que se origina en esas relaciones que son tan cercanas y tan comprometidas que muchas veces todo surge espontáneamente y quizás hasta de una ignorancia entre padres e hijos. También hay algo de violencia física, más que nada en “Derretimiento”. Pero se mueve dentro del contexto del individuo con lo que es mayor que él, del individuo en relación a su familia y a la sociedad en general.

Publicaste tu primera novela a los 21 años, siendo muy joven. ¿Hubo luego una especie de bajón en tu forma de verte como escritor?

Publiqué “Pogo” a los 21, “Derretimiento” a los 22 y “Noviembre” a los 24 años. Lo que hubo fue como que un replanteo de las cosas. Fue como una pérdida de la inocencia. Sentí que me estaba convirtiendo en escritor. Sentí que estaba comprendiendo cómo encarar un texto. Y eso es de alguna manera una mentira. Mis primeras tres novelas fueron escritas desde una ingenuidad en el sentido de que no tenía herramientas. Vamos, ¡eran mis primeros textos! Luego de un tiempo empecé a juntar ciertas armas, las cosas me resultaban más fáciles y sentía que ya podía escribir. No iba a hacerlo tanto por una necesidad profunda, como pasó con mis primeras tres novelas, sino más bien porque me sentía muy profesional.

Daniel Mella posando junto a "Derretimiento", la novela que publicó recientemente en Lima.

¿Cómo así “Derretimiento” llegó a ser publicada en una editorial independiente limeña?

La novela fue publicada por una editorial independiente en España y Diego Trelles (co-director de Santuario Editorial) la leyó. Le gustó mucho y en alguna feria del libro conoció a escritores uruguayos que me conocían a mí. Me escribió y, según dice, yo no le respondí el e-mail. Pero no recuerdo haber recibido ese correo (risas). Hace un año volvió a escribirme y me contó de nuevo la historia y me propuso publicar “Derretimiento” en Santuario. Y acepté.

Has publicado en editoriales grandes y también en independientes. Además de la promoción que es evidentemente más grande en una editorial trasnacional, ¿cuál crees que es la gran diferencia en ambos lados?

Tienes una reunión con el editor de una trasnacional y no sé, las oficinas por lo general no tienen alma. Es probable que el editor jamás lea tu libro y solo te publica por tu nombre o para que digan que saca “nuevos valores”. Sientes algo muy impersonal. Creo que esa es la gran diferencia. En las independientes hay más calor humano, un interés más genuino, un amor por la literatura algo mayor. Aunque básicamente a la hora de los negocios son muy parecidas. Te dan ambos el mismo porcentaje por ventas. Pero en este sistema actual creo que es conveniente publicar en una editorial independiente porque si la publicas en tu país queda liberado de los derechos para otros países.

Dejaste durante varios años la literatura. Quería hacerte una pregunta como la que le hacen a los políticos. ¿Descartas completamente abandonar este barco?

Para nada. En absoluto. Siempre está el riesgo. Hace poco tuve la sensación de que me iba a volver a apartar. Esa es una de las cosas que cambió con mi primer alejamiento. El darme cuenta de que se puede vivir perfectamente, profundamente, felizmente e intensamente escribiendo o sin escribir. Cuando escribía sentía aterradora la posibilidad de dejar de escribir. Pero no, es hermoso. Es un peso que te sacas de encima. Cero presiones. A veces uno se convierte en escritor y empieza a sentir una presión que no te corresponde. Yo escribo cuando el texto o la imagen viene y me presiona, pero cuando ya eres escritor las presiones son del tipo “escribí esto, pero puedo hacer algo mejor”. Todas esas presiones extra literarias --para llamarlas de alguna manera-- son contraproducentes al momento de sentarse a escribir. Por eso, cuando viene el llamado del texto, dale y sin apuro. Porque realmente no hay apuro.

¿Has leído algún autor peruano menor de 50 años?

He leído a Diego Trelles y a Carlos Yushimito. Pero ahora llevo en mi maleta varios libros, algunos de Víctor Ruiz y también poemarios. Me gusta mucho leer poesía.

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