(Foto: Archivo/ GEC)
(Foto: Archivo/ GEC)

De vez en cuando se vuelven virales videos como el que apareció esta semana. Una señora insultaba y “choleaba” al conserje de seguridad de un edificio. en Surco A gritos, María Soledad Olivares Baca ofendía al señor menospreciando su trabajo, burlándose de su color de piel y la forma de su rostro, cuestionando su inteligencia y hasta queriendo tirarle un florero. ¿Importa cuál fue el detonante?

La situación empeoró para Olivares. Un canal de televisión le pidió su descargó. “Yo no soy racista –se excusó–. […] Me parece que hay un poco de sensibilidad respecto a este asunto del racismo. Se ha visto así, pero yo no he querido ser racista. Yo tengo muchos amigos así”.

Un nuevo acto de racismo se registró hace unos días en un edificio ubicado en el distrito de Surco.

La pantalla chica había hecho evidente una actitud que se ve todos los días en la calle y en muchos espacios privados. De hecho, lo peor es que no hay que buscarlas para toparse con ellas. Por eso, El Comercio invitó al semiólogo Eduardo Zapata, a la artista Shila Alvarado, al intérprete Ernesto Pimentel y al actor Reynaldo Arenas, para reflexionar sobre el suceso pero, sobre todo, sobre la actitud que parece estar incrustada en la forma de ser de la mayoría de peruanos.

1. ¿Cómo se explica que, en pleno 2019 y a puertas del Bicentenario, alguien utilice esos insultos?

Shila Alvarado: Es que el racismo es una cosa intrínseca, aunque uno puede lidiar con ello y tomar consciencia y hasta autoeducarse. Conozco personas que han nacido en ambientes y familias muy racistas y se dieron cuenta que no era lo que querían para su vida. Pero, al mismo tiempo, está tan dentro nuestro que uno puede decir que no se racista y en algún momento de su vida, cuando se molesta, cuando se quiere hacer sentir mal a alguna persona, lo primero que sale es eso y luego hacer referencia a lo económico. Una vez, en una conversación con una amiga, ella me dijo “cholita” y luego se disculpó, y resultó que en su casa lo usaban como una vulgaridad. A mí me pareció lindo porque la última persona que me llamó así fue mi abuela. Para mí era algo superdulce, lindo. Pero hay gente a la que se lo dices y niegan ser cholos, por más que nosotros estemos supermezclados.

Shila Alvarado. (Foto: GEC)
Shila Alvarado. (Foto: GEC)

Eduardo Zapata: Antes habría que preguntarse si es que vamos a celebrar el Bicentenario de la Independencia o una reciente independencia, porque todavía somos una colonia en la que, en el fondo, todavía hay los hijosdalgos, blancuzcos ellos, y la cholada.

Ernesto Pimentel: Siempre se ha usado esa expresión de manera peyorativa porque no nos reconocemos en el otro. Recuerdo que, hace casi 25 años, cuando comencé con mi personaje [la Chola Chabuca], algunos me preguntaban si me podían decir chola, porque claro, esa palabra era un insulto en ese momento. Siempre vi, en referencia a la choledad y cholitud, una posibilidad de reivindicación, pero también una denuncia en sí misma.

Reynaldo Arenas: Eso es, indudablemente, producto de la educación. Vivimos en una sociedad ignorante en la que faltan valores, cariño, afecto y en la que cierta gente tiene aires de superioridad. Lo más grave es que hay cholos que cholean. Me ha pasado un montón de veces eso de toparme con gente que se cree superior o poderosos porque tienen dinero. Es un complejo que venimos arrastrando desde hace años. A mí no me mella en absoluto. Cuando veo gente así les digo “qué triste tu caso”, “ignorante” y me voy. No me pongo a su nivel porque es discutir sobre algo que no tiene sentido. Cada uno tiene su rollo, pero me ha pasado montones de veces lidiar con frases como “calla cholo de mierda”, “avanza, llama”. Incluso, hace muchos años, tuve un gran problema con un actor, con un compañero. Hacíamos una miniserie con el canal 2 que se llamaba “Diablos azules” y él estaba medio trastornado. Él interpretaba a un superior mío y, cada vez que yo llegaba al set, me decía “¿y, cholo?”, “¿y, guanaco?”, “ese es mi Toparpa”, “ese es mi túpac”. Al segundo día le pedí que me llamara por mi nombre y me respondió haciéndose el gracioso. Un día me hartó, lo arrinconé y lo cuadré. Me puse a su nivel: el de lumpen. Y el pata se bajó. Nunca más me habló. Eso fue hace como diez años.

2. Incluso su defensa la dejo muy mal parada...

Shila Alvarado: No entiendo eso de “Tengo amigos así”. Es tan intrínseca la cosa que ella sabe de qué razas son sus amigos. Yo no tengo la menor idea. Tengo amigos artistas, músicos, escritores, pero no sabría decirte si tengo un amigo cholo, negro o caucásico.

Eduardo Zapata: Es que eso es la exclusión natural, que quiere decir “yo soy hijodalgo”, que es como se autodenominaban los españoles, y “somos así”; “y ustedes, los otros, inferiores”. No me gusta utilizar esta expresión, pero es que ni siquiera es mala fe, sino un atavismo que nos queda desde la no independencia, desde el hecho de que nos hemos pasado toda la vida con este mismo asunto. Mira, los problemas de feminicidio, machismo, la violencia contra las personas de la tercera edad, las violaciones no son cosa de hoy, sino que vienen desde hace mucho. Lo que pasa es que nunca se las sancionó porque normalmente quienes cometían los atropellos eran los hijos de la Conquista, la gente de poder. Ahora lo que ocurre ahora es que tienes una nueva clase media. Antes tu tenías arriba a los hijosdalgos y abajo a los cholos, pero ahora hay un clase media, más o menos un 20%, que ha dejado la pobreza. Pero fíjate como se utilizan eufemismo para decir lo mismo: clase media emergente. ¡O es clase media o no lo es! La clase media se mide con promedios económicos. ¿Emergente? Una forma de decir “es clase media porque ahora tiene plata para comprarse una refrigeradora, pero no deja de ser un cholo”. Esa frase oculta cosas para reflexionar.

Eduardo Zapata. (Foto: GEC)
Eduardo Zapata. (Foto: GEC)

Ernesto Pimentel: No sé a qué se refiere esta persona cuando dice que tiene “amigos así”. Su aclaración, en todo caso, es más dolorosa. ¿Qué nos impide ver eso? La estupidez, la ignorancia. Con esto no quiero decir que decirle gringo a alguien sea un hecho reivindicativo o un premio, pero aun hoy escuchamos “oye, te salió blanquito” o “mejorar la raza”.

Reynaldo Arenas: Eso es producto de la ignorancia. Mira, mis primeros ocho años los viví en Lima como hijo de una empleada doméstica, pero viví en un lugar donde me trataban como un hijo más. Yo llegué a la casa del poeta Luis Hernández Camarero y allí jamás me faltaron el respeto. Es más, yo era considerado un hijo más y gozaba de las propinas de los domingos y me llevaban al cine. Había un profundo respeto al hijo de la sirvienta. Era gente muy educada y preparada.

3. Pero, en paralelo, esa palabra también se ha resignificado. Ahora es posible decirle cholito a un amigo y hacerlo con cariño. ¿Qué pasó en estos últimos tiempos?

Shila Alvarado: Siempre fue un símbolo de cariño. Nosotros cargamos a las palabras de emociones. Si en mi entorno he escuchado que esa palabra se usa como insulto, cuando necesite atacar a alguien voy a tomarla y lanzarla como una piedra, porque esos son los insultos. ¿Qué sucedió? La gente ha tomado más consciencia y son causa de los movimientos sociales que vienen de todos lados. Yo me di cuenta que hubo un cambio cuando, de pronto, las vedettes pasaron de usar el pelo rubio o rojo para usar el cabello negro y cuando empezaron a acentuar que una era de la selva y otra de la sierra, y una dijo que “era más peruana que la papa”. Son cambios que hemos tenido a lo largo de muchos años y que ahora podemos ver en varios aspectos de nuestra vida. En la publicidad hay avances, pero el cambio debería ser más fuerte y marcado, porque hay comerciales que parecen estar vendiendo ropa para niños en Londres, y dan una imagen que no se acomoda a nuestra realidad, que es hermosa, diversa. Deberíamos sacarle el jugo en vez de esconderla.

Eduardo Zapata: Cholito o cholita se usa para referirte con cariño a tu pareja porque, en el fondo, es igual a ti. No se aplica lo mismo para “ese cholo emergente”. Mientras no eran emergentes te podías dar el lujo que llamarlos así, de forma afectiva.

Ernesto Pimentel: Una expresión tan fuerte como una mentada de madre tiene que ver con cómo se dice, tiene que ver con la situación, pero si no te pones al mismo nivel que el otro, si marcas distancia, siempre va a ser peyorativo.

Ernesto Pimentel. (Foto: GEC)
Ernesto Pimentel. (Foto: GEC)

Reynaldo Arenas: Pero tú te vas al Cusco y escuchas, desde hace mucho, “cholito, papito lindo, wayquicha, cómo estás?”. Te tratan con cariño y no hay nada ofensivo. Tiene que ver con el cómo suena, con el cómo te lo dicen. En otros lugares del Perú es normal hablar así. En toda la sierra, además, se usan muchos los diminutivos. El cholito siempre fue normal, nada ofensivo.

4. Se piensa que cholear es un arma que se usa con los que tiene menos poder, pero también lo hemos hecho con nuestros presidentes y hasta con futbolistas muy queridos...

Shila Alvarado: ¿Pero se les cholea desde qué lugar? Creo que si lo hacen no es para acentuarlo como algo bueno, pero tendríamos que hacer una búsqueda y revisar lo que se dijo. Quizás esté asociado a algo malo o a una criollada, como dicen.

Eduardo Zapata: Es que no es un problema de poder sino de blasones. Muchos de los españoles que vinieron aquí eran unos muertos de hambre, pero tenían títulos. Y habían muchos indios que tenían e hicieron mucha más plata que ellos. ¿Decirle ‘cholo’ a Hugo Sotil también es jalarlo hacia abajo? Creo que sí. En el fondo lo estamos minusvalorando, pero es curioso: tendrán plata y poder, pero no los dejan entrar al Club Nacional.

Ernesto Pimentel: El éxito dulcifica el insulto, pero eso no quiere decir que no exista. Pero importa cómo lo dicen y cómo uno se identifica. El ‘Cholo’ Sotil es un hombre ganador, un campeón, y yo no veo nada malo en la forma en la que se refieren a él.

Reynaldo Arenas: En el caso de Sotil era una cuestión de mucho afecto. Hablar de él era hablar de una persona de primera. A mí me dicen “cholo Arenas” o el “negro Arenas”, pero depende de cómo lo digas. Hace como diez años atrás yo tenía una novia americana y nos invitaron a un concurso de tejedoras de mantos en Cusco. Yo pensaba que el premio sería ropa, dinero o medicinas, pero resultó que eran dos camiones de cerveza. Hablé con el alcalde y él me dijo que bastaba con darles alcohol y coca y que con eso vivían felices. No acepté eso. Le dije que íbamos a vender eso y comprar víveres. “Va a perder su tiempo. Lo van a botar”, me dijo. Todavía existe el concepto de que el cholo simplemente está condenado al alcohol y a la coca, pero no es así. El cholo ya no está solamente en las chacras, también va a la universidad, a las fuerzas armadas, ha llegado a ser presidente. El cholo no es solo el que ara la tierra, sino que se ha superado en muchos sentidos.

5. En el futuro, ¿crees que la situación será la misma o hay esperanza?

Shila Alvarado: Espero que tomemos consciencia del significado de las palabras y en qué las convertimos, que aceptamos nuestra realidad. Es hermoso ser cholo. Las nuevas generaciones son mucho más conscientes de lo que viven, dicen y hacen de lo que éramos nosotros. Yo tengo 40 años y en el colegio no se hablaba de esto; quizás otros lo escucharon en la universidad. No teníamos consciencia de casi nada. Los niños que vienen ahora lo van a tomar de otra manera. Son conscientes de qué es ser racistas, misóginos, lo que es ser homofóbico. No lo toman como una broma. No es una chapa más. Creo que ya hay un cambio. El problema es que la gente quiera adaptarse y eso es un trabajo.

Eduardo Zapata: El racismo se va a ir disolviendo por una serie de procesos que van desde la globalización hasta las migraciones internas. La llegada de los venezolanos es un ejemplo. Hay gente que los insulta, pero nos estamos mimetizando. Son un millón de personas que van a marcar la cultura. Yo tengo esperanza. En el siglo 21 hablar de racismo es, Dios santo, con todo lo que sucede, un poco tono; además, porque históricamente lo es.

Ernesto Pimentel: No creo que la ignorancia y la estupidez desaparezcan. Para cambiar, lo que tiene que suceder es que existan más personas que no se sientan cómodas ante situaciones como esta. Todos podemos habernos equivocado en algún momento, pero tenemos que tener la capacidad de revisarnos, de decir que nos equivocamos y que vamos a mejorar.

Reynaldo Arenas. (Foto: GEC)
Reynaldo Arenas. (Foto: GEC)

Reynaldo Arenas: Creo que esto va a mejorar. Hace poco estuve en Iquitos y conocí a un chico que había ganado una beca para Harvard. Un shipibo-conibo con sombrero de pluma se va a Harvard. Las cosas se van a revertir con el tiempo. Va a pasar un poco de lo se intentó con Velasco, época en la que se trató de reivindicar al indio, de darle su espacio. Tengo esperanza de que esto va a cambiar y que las leyes van a castigar severamente el racismo. Porque ser un conserje o un hombre que vende plátano nadie tiene derecho a humillarte. ¿Por qué lo harían? ¿Con qué sentido? Que la gente aprenda y que la próxima vez no lo haga.

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