Edita Guerrero y la necropsia de una farsa
Fernando Vivas

Cuando vi a Umberto Jara en el megajuicio contra Fujimori, aportando pruebas contra quien fue su ídolo político –soy testigo de su temprano y sincero fujimorismo– lo tomé como una suerte de redención y se lo dije. Beto me replicó que no tenía que redimirse de ninguna falta contra el rigor pues se atuvo a la verdad en las denuncias que ventiló en la peor época de Canal 4, pero que sí había corregido los sesgos del apasionamiento político. En buena hora, en “Ojo por ojo” sobre el Grupo Colina, en “Secretos del túnel” sobre la operación Chavín de Huántar, y ahora en “Morir dos veces”, ejercita el periodismo de largo aliento que ataca un tema, pacientemente, hasta sus últimas consecuencias. Sus revelaciones en torno a son pasmosas.

¿Cómo llegaste a esta historia?
Se origina en un encargo profesional. Me contrató el Grupo Sanna para que vea el problema que tenían con la Clínica Belén de Piura (donde murió Edita), de la que son propietarios. Tenía que ver el manejo de crisis.

O sea, pelear contra la historia que todos querían creer.
Exactamente, en la clínica estaba toda la documentación del aneurisma. Pero la historia de una golpiza que mata a la esposa y los médicos que se hacen cómplices es más atractiva que un aneurisma.

¿En qué momento empezó el tinglado corrupto?
Edda fallece el 1 de marzo, días más tarde el viudo Paul Olórtiga le pide a Lorenzo Guerrero Neira, jefe de la orquesta Corazón Serrano, que le abone los beneficios sociales de su esposa para que los hijos hagan uso de él. Cuatro días más tarde Lorenzo le entrega un cheque por S/.8 mil. Paul no está de acuerdo en que esa cifra resuma tantos años de trabajo en la orquesta. Ahí hay un primer desencuentro.

¿Y entonces quieren sacarse al viudo de encima?
Hay más desavenencias económicas y otras razones. Había una suerte de antipatía entre las dos familias. Los Guerrero son campesinos migrantes, empezaron desde abajo. Los Olórtiga Contreras son una familia de clase media que migra de Lima a Piura. Todos son profesionales y viven en una urbanización, los Guerrero en un asentamiento.

Corazón serrano versus corazón costeño.
Sí y la personalidad de Paul contribuyó a esto. Tiene una moto deportiva, su ídolo es el campeón motociclista Valentino Rossi, le gustan los Rolling Stones. Puede parecer arrogante, pero en realidad es tímido.  Edda, de toda su familia, es la que tenía gustos más afines a los Olórtiga. Le gustaba la moda, la bachata y se va a vivir con Paul a su urbanización.

Los Guerrero la han recuperado de forma trágica.
Y ventajista. Y si le sumas, el encono, la antipatía y los reclamos económicos que Paul empieza hacer a favor de sus hijos...

Surge la idea del feminicidio.
Esa idea la formuló el fiscal de la Nación (hoy suspendido) Carlos Ramos Heredia. Lo que surgió fue la idea de escribir un anónimo que relata que Edda descubre una infidelidad, lo encara a Paul, él la golpea, pasa un día en su casa y en la noche se desploma. El anónimo es entregado a la policía y esta investiga. Esta, sin análisis ni rigor, dice, en efecto, este señor es sospechoso y manda todo a la fiscalía.

Y tú sí sabes quién entregó el anónimo.
Sí, la policía la conoce porque lo recibió en un sobre cerrado, de sus manos, pero no la investigaron. Es la señora Karen García, que trabaja en el spa Glamour donde se peinan las integrantes de Corazón Serrano y es muy amiga de la familia.

¡Un anónimo que no es anónimo!
Hay más. La misma Karen aparece en reportajes televisivos diciendo que Edita le había contado en la clínica que fue golpeada. Ha ido a la fiscalía a dar su testimonio.

La corrupción se traslada a la fiscalía.
Sí, de la policía no hay prueba fehaciente de corrupción, pero no investigó el contenido del anónimo. Por ejemplo, este dice que Edita pasó todo el día destrozada física y moralmente hasta que se desmayó. Pues yo he investigado y sé que salió con una amiga a sus clases de canto, de ahí a sus clases de bachata, comió un ceviche, fue al mercado.

Me impactó leer cómo la fiscal Victoria Allemant se las arregló para que la necropsia la hiciera su amiga Rosario Medina.
Es indudable la corrupción en el Ministerio Público y en el Instituto de Medicina Legal. Cuando la policía remite el anónimo a la fiscalía, una primera fiscal lo rechaza. Luego aparece Victoria Allemant Luna, que sí se presta. Abre investigación y pide al IML el nombramiento de un médico anátomo patólogo (me enseña el documento). El Código Penal señala que la necropsia la hacen dos médicos legistas y ella debía solicitarlos a Chiclayo, que es lo que le correspondía a su región. Pero pide otro perfil profesional y, a sabiendas de que no hay en Piura, dice en el documento, que lo busquen en Lima. En Lima había tres, pero solo Medina podía ir en ese momento.

Has descubierto que ellas se conocían de antes.
Por lo menos de 4 años atrás. Estuvieron juntas en un proceso seguido en Cañete, en el cual hay, como si fuera un calco, las mismas irregularidades cometidas en Piura.

¿El proceso del fiscal acusado de asesinato (Walter Flores)?
Está preso. Es inocente. Sentenciado a 20 años. Si existe algún viso de autoridad en este país es imposible que la fiscal Allemant y la perito Medina sigan ejerciendo sus funciones. En el caso de Cañete liberaron a quien era culpable, han metido en prisión a quien era inocente, ¿y sabes qué dice la necropsia de Cañete? Que la causa de la muerte es luxación occípito atloidea, igual que en Piura.

¡Son seriales!
He hecho revisar por expertos las dos necropsias y me dicen que las dos son un invento.

Subiendo de jerarquía, ahora aparece respaldando la necropsia el fiscal de la Nación, Carlos Ramos Heredia ¿Se sentó allí por figuretti en un caso emblemático?
No lo creo. (Muestra el documento de la necropsia y luego un formulario vacío). Este es un programa de la transnacional Forensys en el que se deben poner los resultados de las necropsias. Ramos Heredia tiene 31 años de fiscal, es imposible que no esté familiarizado con este sistema. Luego, encontré una comunicación interna donde la perito Medina le dice a Ramos Heredia que va a salir un reportaje donde se habla de corrupción. Él no investigó eso y siguió respaldando la necropsia.

Seré abogado del diablo, ¿y si lo hizo porque la historia es muy buena y no quería cambiarla?
Uno podría decir que fue inducido a error. Pero eso se cae cuando ves la necropsia sin el formulario adecuado. Supo de una acusación de corrupción y no investigó, salieron médicos de prestigio que contradijeron la necropsia y no hizo nada. Llegó al extremo de sostener que el cadáver se mantuvo en buen estado por el microclima donde estaba la tumba (ríe). Era Piura y murió con más de 30 grados.

Y dices, en el libro, que la necropsia es como si no existiera.
Esto es gravísimo. Esto sí implica responsabilidad penal de Ramos Heredia, de Allemant y Medina. La pericia al no estar hecha en el sistema adecuado no está registrada ni en Lima ni en Piura. No existe, el documento es fraudulento y se ha hecho para la farsa judicial que se monta por dos cosas: llevar a prisión a Paul Olórtiga, acusado de un crimen que no cometió, evitar que les haga reclamos económicos y, de paso, meter a 5 médicos de una clínica privada para luego pedir una indemnización de S/.15 millones.

¿Crees que los Guerrero querían que Paul fuese preso o solo querían asustarlo?
Sí creo que buscaban la prisión, porque impulsaron el proceso. Para la necropsia contrataron a dos peritos y sus abogados salieron a dar conferencia de prensa y pedir la prisión.

¿Qué fue de esos peritos?
Uno de ellos, Ernesto Ráez, es papá de Óscar Ráez, abogado de Corazón Serrano. No quiso hablar. Es profesor de San Marcos. Su silencio hacía pensar que un catedrático no quiere respaldar una necropsia que va contra la ciencia. Pero en enero, cuando los Guerrero vieron que el caso ya no tenía mucha cobertura, apareció su informe avalando lo de la luxación occípito atloidea.

Esto puede marcar a Raéz.
Sí, en San Marcos se preguntarán por esto. Es que creen que han entrado a un terreno de impunidad.

Esta historia no hubiera llegado hasta donde ha llegado sin reportajes que la alentaron.
No hubiera tenido la dimensión que alcanzó sin una divulgación en prensa. Específicamente “Reporte semanal” fue impulsor de este caso, calificó a Olórtiga de asesino, a los médicos de cómplices, dio tribuna a la historia de la golpiza. Cuando uno investiga a los que dieron testimonio en esos reportajes encuentras que presentaban como ‘enfermera de Edita’ a la señora Olinda Montero. Cuando ella va a declarar a la fiscalía, nos enteramos de que no es enfermera, que solo pone inyectables; cuando se le pregunta quién la contrató, dice que fue Noemí Guerrero Neyra, la hermana. El periodismo tiene que analizar por qué le están poniendo los testigos.

¿Ahora bregarás para que ese pobre hombre de Cañete salga libre?
Debe ser el trabajo de la prensa en su conjunto. Un periodista solo no lo logra, el resto tiene que acompañarte.

Conociendo el caso, ¿qué esperar que pase en las próximas semanas?
Desde mi desalentada peruanidad, que se diga ‘qué horror, no puede ser’ y todo siga igual. Desde la ilusión que uno no debe perder, aspiro a que se haga algo. No puede ser que una fiscal meta preso a un inocente en Cañete, que 14 fiscales pidan su salida y el CNM la ratifique y la pasen a Piura, donde vuelve a meter a un inocente preso. Esa perito casada con otro perito acusado de corrupción (Lino Gutiérrez, involucrado en una pericia que intentó librar de responsabilidad al ‘Loco’ David en el Caso Oyarce), sigue trabajando. ¿Y Ramos Heredia va a seguir diciendo ‘no hay pruebas contra mí’ y cuando pasen los 6 meses de suspensión, volverá a la actividad? No es trabajo de un periodista, es de una campaña.

Contenido sugerido

Contenido GEC