Fernando Iwasaki: la educación sentimental
Fernando Iwasaki: la educación sentimental
Santiago Bullard

El amor, entre los jóvenes, puede ser un asunto muy serio. Casi tanto como su opuesto, el desamor. Entre uno y otro se tiende una línea difusa, que puede llevar de la más plena alegría a una violenta vorágine de desesperación, celos, ansiedad y dignidad herida. Estos son, también, los temas centrales de “Libro de mal amor” de Fernando Iwasaki, el cual ha sido escogido para ser la segunda publicación de la colección San Isidro Lee, proyecto de plan lector que es gestionado por la municipalidad de este distrito y por la editorial Santillana. Será presentado por el autor (vía Skype desde Sevilla, España, donde reside), quien conversará con los escritores Alonso Cueto y Jeremías Gamboa. El encuentro será esta noche en el Centro Cultural El Olivar (Calle La República 455, San Isidro) a las 7 p.m. Ingreso libre.

—Los cuatro relatos que han sido seleccionados para esta edición de tu “Libro de mal amor” son protagonizados por gente joven, y narran situaciones cotidianas en la vida de cualquier muchacho en Lima. ¿Esto responde a una intención de acercar la obra a los adolescentes?

En realidad, “Libro de mal amor” es una novela ‘cuentada’; es decir, una novela compuesta por capítulos que pueden funcionar de manera autónoma. Por otro lado, nunca quise acercarme de forma especial a los lectores adolescentes sino a la gente de mi edad, porque “Libro de mal amor” podría ser una elegía a la educación sentimental de quienes nacimos en los 60.

—El título del libro hace referencia a un clásico medieval, el “Libro de buen amor” del Arcipreste de Hita, y cada cuento empieza con una cita de esta obra. ¿Dirías que hay algún tipo de parentesco?

No solo parentesco, sino toda la cadena genética. Me hace ilusión que mis libros remitan a los autores y títulos que son de verdad más importantes. Como no es posible inventar nada nuevo en literatura, disfruto dialogando con todas las tradiciones literarias que conozco.

—Respecto al proyecto San Isidro LEE, ¿dirías que es una forma de alentar la literatura en cierto sector de la juventud?

Ojalá que no solo en la juventud sino además en los niños, la tercera edad y cuantos estén dispuestos a dejarse embrujar por los libros. Me parece muy bien que nuestras instituciones públicas promuevan la lectura, el arte y el conocimiento. Con esto quiero decir que los músicos y actores también necesitan del mismo apoyo que ahora recibe la literatura. Los escritores somos quejosos, pero recibimos más atención que los músicos y los dramaturgos.

—Hablando de fomentar la lectura, ¿crees que la literatura cumple alguna clase de función formativa?

La literatura tuvo la misma función que tuvo el teatro en otras épocas. Quizá las artes audiovisuales disfruten hoy día de la preferencia de los jóvenes, pero todo continúa impregnado de literatura. Es una pena que novelas como “1984” o “Robinson Crusoe” hayan terminado convertidas en vulgares concursos de televisión, pero en compensación muchos escritores han elevado el nivel literario de las series de televisión, como antaño Faulkner, Blasco Ibáñez y Dashiell Hammett engrandecieron el cine con sus guiones. La función sigue siendo la misma: conmover, sublevar, hechizar.

—Escribir para el público joven supone, de por sí, un desafío. Más aun en estos tiempos en que cada vez hay una mayor afinidad por la tecnología...

La tecnología no es un problema, porque los artilugios técnicos ya existían en “Veinte mil leguas de viaje submarino”, “Viaje a las estrellas” y la primera película de “La guerra de las galaxias”. Para atraer a los adolescentes a la literatura no hay que ponerse más tecnológico, sino demostrar que la armadura de Iron Man desciende de la de Aquiles, tal como George Lucas creó a los caballeros Jedi a imagen y semejanza de los caballeros del rey Arturo.

Contenido sugerido

Contenido GEC