Gargurevich formó parte de la banda El Ghetto. (Créditos: Gihan Tubbeh)
Gargurevich formó parte de la banda El Ghetto. (Créditos: Gihan Tubbeh)
Rodrigo Moreno Herrera

Aunque muchos lo describirían como multifacético por su incursión en el periodismo, el guion y la composición musical, para su actividad simplemente corresponde a la de alguien que se dedica a las letras. “Para quienes están inmersos en este mundo no es raro diversificarse. En mi caso, lo he hecho y deseo continuar así”, señala. Recientemente acaba de publicar su primer poemario “Serpiente Underground”, un resultado casi inevitable para quien desde muy joven mantiene una estrecha relación con los versos.

Por su afinidad con la música, uno podría asumir que la poesía ha estado siempre presente para usted.

La poesía la conozco como lector desde que soy joven. La leí con ojo de músico, de letrista. Antes de eso la asimilaba cuando era niño a través de las canciones. Hay músicos en particular como Radio Futura, Sosa Stereo, Los Prisioneros o a Silvio Rodríguez. En la universidad empecé a leer a César Vallejo, Martín Adán, Blanca Varela, Watanabe. Incluso recuerdo haber utilizado algún verso de Adán en algunas de mis canciones cuando componía para la banda El Ghetto como una forma de homenajear su influencia.

¿Cuándo leía a estos autores pensó en algún momento incursionar en la poesía?

Recién empecé a entender que debía expresar los sentimientos de la manera más original posible. Ese ha sido el proceso. Siento que tengo talento poético pero no he sido un estudioso. Siempre la he leído pero nunca me he detenido a analizarla con minuciosidad. Es mi primer libro de poemas y lo he publicado a los 44 años, lo cual es tarde. No soy como otros poetas de nuestra escena que han publicado constantemente desde su juventud.

No obstante, se podría decir que a través de la música ya había desarrollado esta faceta.

Claro, el primer escenario poético al que me subí fue al rock. Me imaginaba cantando como rockero. Transcribía las letras de canciones conocidas en mi cuaderno. Cuando regresaba del colegio abría mi libreta y seguía el ritmo con una pandereta.

¿Esta ha sido una obra aislada o tiene en mente continuar con otros proyectos poéticos?

Me gustaría volver a publicar un nuevo libro de poesía. No me considero un poeta tal cual, un académico de la poesía que a cada momento la consume. Es un género literario que me parece muy libre y sanador, tanto al leerla como al escribirla. Además, lo que pasa con la poesía es que hay una secreta esencia trascendente. Mejor dicho, hay una esencia dentro de los seres humanos, en alguna parte del alma humana, que aflora con la buena poesía. Es difícil de explicar conceptualmente, pero consigue elevarnos incluso a niveles místicos. Me puede llevar a la trascendencia si es buena. No digo que mis modestos poemas lo vayan a hacer, sino que a mí me han sanado de algún modo y me ha ayudado a regresar a mi eje cuando las emociones están alteradas. Me ha servido en momentos de tristeza y de alegría. Pienso seguir leyéndola como he hecho toda mi vida, pero ahora sí me gustaría escribirla más de manera constante, y estudiarla también.

¿Y cómo uno enrumba su camino en este género literario?

Desde mi perspectiva, pienso que debo empezar a leer poesía con ojos de poeta, valga la redundancia. Creo que eso ya lo estoy haciendo desde que he publicado este primer impulso poético donde me he dado cuenta de que tengo un don. Si tienes un don poético que no todos tienen, hay que desarrollarlo leyendo poesía, escribiendo, dando a leer tu trabajo a poetas experimentados, buscar la reacción de los lectores. Esas son las primeras tareas para confirmar ese don. El hecho de tener conciencia de que puedo hacerlo es lo primero, luego toca seguir trabajando para perfeccionarse. Para eso es necesario leer y hay una infinidad de obras poéticas para revisar. No quiero pecar de pretencioso al decir “don”. Al contrario, me refiero a conseguir expresar lo que uno siente a través de la poesía. Aliento a que la gente también escriba lo que siente. Eso suele ser terapéutico para quien lo hace. Escribir desde el corazón, la mente o las vísceras suele sanar. Yo me contrapongo a la idea de ser despiadados con los que publican sus poemas en redes sociales. Así no seas aplaudido o no tengas ADN de poeta, es bueno que la gente bote lo que lleva dentro. Igual se puede alcanzar la excelencia sin tener este don al inicio. Como en el caso de los músicos, que hay varios que tienen ese ritmo en las venas, hay otros que no lo tienen pero llegan a ser grandes intérpretes. El swing es como el talento poético. En eso opino como Vargas Llosa cuando dice que con esfuerzo, disciplina y empeño uno puede alcanzar la excelencia.

Del periodismo, donde uno escribe pensando en el lector, pasa a un ejercicio más personal como la poesía. ¿Le fue posible dejar de lado la perspectiva del lector?

Uno como comunicador siempre está transmitiendo mensajes, ya sea desde el periodismo o la publicidad. Hay un ángulo comunicativo, un concepto. Tú lo puedes definir y definir la línea editorial del medio en el que estás. En el caso de la poesía, también hay un ángulo, un concepto. Hay algo que encierra el libro que uno escribe. En el caso de “Serpiente Underground” pienso que está claro ese concepto. Hasta podría decir que se encierra en el título. La serpiente es un símbolo asociado a la sabiduría y la sanación en muchas culturas. Lo ‘underground’ es porque todo el contenido del libro sale de las entrañas. Está escrito con cierta rabia y eso hace que los poemas tengan una fuerza similar al punk.

¿Cómo conciliar el afán comercial de las editoriales con la poesía?

Me parece que no hay que tenerle miedo a que la poesía busque ser comercial. Mejor dicho, que se planifique estratégicamente para llegar a más gente y generar un impacto comercial. Por ejemplo, lo que hice con la portada que permite establecer un símil con el rock. O el título, que dicho sea de paso, me lo sugirió Roger Santiváñez. Es un gran poeta que muy amablemente aceptó prologar mi libro. Me dijo que este título tenía más kilometraje editorial. Por otra parte, el contenido sí me parece que no lo puedes pensar de ese modo. Lo que hay en este libro no lo he hecho pensando en que debe gustarle a la gente. Yo lo escribí para encontrar una sanación, para encontrar alivio a los enigmas que no me dejan existir. En mi caso, la poesía ha transcurrido como un río desbocado. Lo que he hecho es abrir una ventana para dejar que todo ese río inunde como un huayco. Hay que depurar y quitar las rocas. Se me ha salido también el cronista que soy, ya que se me ha dado por contar situaciones reales en clave poética.

Ya que lo menciona, no solo tiene experiencia como periodista, sino también como guionista, músico y docente. ¿De qué manera ha logrado alternar todas sus actividades?

Escribo y leo a diario artículos periodísticos, columnas, documentos, entre otros textos. Periodista no he dejado de ser. En las noches le dedico dos o tres horas a las novelas, los cuentos y la poesía. Estoy investigando para un relato corto. Me interesaría publicar cuentos en un futuro no muy lejano. Ojalá también escriba una novela más adelante, por qué no. Ahora estoy leyendo a Poe, Chéjov, Carver, pero con ojos de escritor y no tanto como periodista. En medio de la vorágine de la rutina no es inusual que surjan ideas para un poema. Dentro de mi trabajo como comunicador no es descabellado dedicarle tiempo a escribir un cuento, por ejemplo. Para mí es natural. Como ando tan inmerso en la lectura y la escritura de todo tipo, para mí no es taro. Se viene a mi mente el argentino Rodolfo Fogwill. Lo contrataban para escribir en distintos rubros. Él trabajaba como publicista, periodista, a veces escribía poemas y en otras ocasiones cuentos. Me identifico con alguien que tiene esa versatilidad.

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