Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez en Lima. (Foto: Archivo histórico de El Comercio)
Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez en Lima. (Foto: Archivo histórico de El Comercio)
Ricardo González Vigil

[Por la celebración del 91 aniversario del nacimiento de , Google le dedicó un doodle al fallecido autor colombiano. Matthew Cruickshank, responsable de la pieza gráfica, se basó en elementos  y lugares importantes de la obra del escritor para recordarlo. A propósito de ello, traemos al recuerdo un texto publicado por el crítico Ricardo González Vigil en "Luces" el 28 de abril del 2014 en el que habla de la hoy histórica visita del colombiano al Perú en setiembre de 1967 y su encuentro con el peruano .]

Yo estuve allí. Cuando Gabriel García Márquez visitó Lima y en la Universidad Nacional de Ingeniería conversó con Mario Vargas Llosa, el 5 y el 7 de setiembre de 1967, embrujando a todos con la magia incomparable de su lenguaje habitado por el sol del Caribe. Ese dúo mayor del boom de la novela latinoamericana ejecutó un concierto literario como nunca he escuchado antes y después en mi existencia. Dos virtuosos del lenguaje de temperamento muy diferente, conforme lo consigna el crítico José Miguel Oviedo (gestor del evento, con el respaldo entusiasta del rector Santiago Agurto y el decano Luis Miró Quesada) en el prólogo a la primera edición de "La novela en América Latina / Diálogo entre Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez" (1967): "Vargas Llosa -siempre riguroso, afinado en la teorización, metódico en la polémica- y García Márquez -de humor explosivo y paradójico, de corrosiva inteligencia, furiosamente vital" (p. 11). Hasta en la vestimenta contrastaba la elegancia formal de Vargas Llosa, con su terno impecable, y un García Márquez, no solo sin corbata, sino con una colorida camisa propia de un cantante de cumbias y vallenatos.

En dicho diálogo Vargas Llosa se lució, pero el protagonismo le correspondió al genial colombiano, no solo porque poseía como nadie que yo haya escuchado (ni siquiera Jorge Luis Borges) el poder prometeico del lenguaje para encender la imaginación y el placer estético; sino porque nuestro genial compatriota, con una modestia y generosidad rarísimas en los grandes creadores, "asumió el papel de entrevistador, situando a García Márquez en el centro de la atención", según afirma el crítico Abelardo Oquendo, en el prólogo a la tercera edición de dicho diálogo reeditado por Petróleos del Perú. Enriquece esta tercera edición un valioso estudio del catedrático sanmarquino Américo Mudarra Montoya: "Poéticas en duelo. García Márquez y Vargas Llosa conversan sobre narrativa latinoamericana"; ahí sostiene que constituye "un texto que consideramos imprescindible para iniciar cualquier discusión sobre los logros, debates y problemas que enfrentó la literatura latinoamericana en la década del sesenta" (p. 38).

Nunca olvidaré que la multitud, además de abarrotar el amplio auditorio de la Facultad de Arquitectura, inundó los espacios de la UNI donde se habían colocado parlantes para escuchar a los dos colosos del boom. Sirva esta ocasión para aclarar que García Márquez no era el escritor poco o nada conocido por el público peruano que han pretendido pintar algunos artículos dedicados al evento que comentamos, tanto en años anteriores como en estos días que se rinde justísimo homenaje a García Márquez con motivo de su fallecimiento.

Sin duda que Vargas Llosa era mucho más conocido y acababa de recibir, llenándonos de orgullo a los peruanos, el importante Premio Rómulo Gallegos, pronunciando en Caracas su discurso más famoso: "". Sin embargo, ya se expandía incontenible el éxito sin parangón, de crítica y de ventas, de "Cien años de soledad", publicada en Buenos Aires el 30 de mayo de 1967, primera edición que se agotó inmediatamente, sucediéndose las reediciones mes a mes. Téngase en cuenta que en agosto de ese año había sido un invitado de honor a la premiación de Vargas Llosa (ahí se conocieron en persona Gabo y Mario, aunque ya eran fervorosos corresponsales que habían elogiado "El coronel no tiene quien le escriba" y "La Casa Verde", respectivamente) en Caracas; y ambos fueron ovacionados por el público y no faltó quien juzgara que la siguiente novela ganadora del premio Gallegos sería "Cien años de soledad", como efectivamente lo fue en 1972.

Recordemos que en su fundamental libro "Los nuestros" (1966) ya Luis Harss incluyó a García Márquez entre los principales narradores latinoamericanos, elogiando la inédita "Cien años de soledad". Gabo había concluido su obra maestra en agosto de 1966, y en junio ya el famoso escritor Carlos Fuentes la anunció como una Biblia de América Latina. En ese mismo 1966 aparecieron adelantos de la novela en "El Espectador" (Bogotá) y la muy leída revista "Mundo Nuevo" (París). Más aun: volviendo a la UNI, su excelente revista "Amaru" (la mejor del Perú en esos años) acogió también un adelanto en enero de 1967. Nada menos.

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