Luisgé Martín es autor de una decena de novelas. Actualmente dirige la revista literaria "Eñe". (Foto: Germán Gómez / Difusión)
Luisgé Martín es autor de una decena de novelas. Actualmente dirige la revista literaria "Eñe". (Foto: Germán Gómez / Difusión)
Enrique Planas

"No se adoctrina el pensamiento. Se adoctrina el corazón", escribe el escritor español Luisgé Martín (Madrid, 1962) en su más reciente novela, "El amor del revés" (Anagrama), historia de la aceptación de su homosexualidad en una España ochentera, cuyo mundo gay resulta aún clandestino y confuso. "En 1977, a los 15 años de edad, cuando tuve la certeza definitiva de que era homosexual, me juré a mí mismo, aterrado, que nadie lo sabría nunca –escribe–. Como la de Scarlett O’Hara en 'Lo que el viento se llevó', fue una promesa solemne".

"En esos años yo crecí fingiendo, escondiéndome", comenta uno de los miembros de la delegación literaria española, invitada central de la inminente . Hace una década, el autor se casó con un hombre en una ceremonia civil ante 150 invitados. En los 29 años sintetizados en su libro, Martín dice haber sufrido una metamorfosis inversa a la del Gregorio Samsa de Kafka: dejó de ser una cucaracha para convertirse en un ser humano.

"Cuando hablamos de educación sentimental, creo que lo que escribo vale igual tanto para los gays como para las mujeres", explica Martín, licenciado en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid.

"Ahora mismo, muchas mujeres crecieron creyendo que tienen que comportarse de determinada forma. Y aunque ya están convencidas de que no es así, a la hora de la verdad se comportan como han aprendido de niñas", añade.

— ¿Crees que vivimos el agotamiento de la corrección política a causa de los embates de un neoconservadurismo?
Vivimos un choque de extremos que nos tiene a todos absolutamente locos. Por un lado, un señor en la Casa Blanca no tiene ningún empacho de decirle "maricón" a alguien, o que lo que hay que hacer con las mujeres es tocarles el coño. Antes había un freno: había gente que pensaba igual que Trump, pero se reprimían al hablar porque era socialmente impropio. Esa forma de corrección política se está rompiendo. Pero también tenemos otra corrección política, que viene sobre todo del feminismo que a mí me irrita por constreñidor. Yo aún estoy alucinando con la ley francesa que prohíbe silbar a una mujer por la calle. Cosas que yo, como gay, hago sin ningún problema con los hombres. Esa corrección política nos está llevando hacia el desastre. Estamos llegando por dos lados distintos al puritanismo. Estamos caminando a una realidad en que el sexo será algo permitido solo en el ámbito de lo privado, para hacerlo a escondidas. Eso es terrible.

(Foto: Difusión)
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— A propósito, ¿qué te pareció el debate en torno a la lectura feminista de la novela "Lolita" de Nabokov?
Yo estaba escandalizado. ¡Discutir cómo debe leerse el "Lolita" de Nabokov! No puedo estar más en desacuerdo con Laura Freixas (la escritora catalana que inició la polémica). Incluso si fuera cierto todo lo que ella dice que es "Lolita", la pregunta es: "¿Y qué?". Justamente la literatura está para que yo sienta que soy un monstruo, si es que lo soy. La literatura sirve para que veamos todo aquello que racionalmente detestamos. Cuando creemos que tenemos un mundo muy claramente construido, una novela nos dice que nuestros principios son frágiles y tenemos en nosotros mismos a un ser escondido y sucio.

— ¿Crees que un libro como el tuyo va presagiando el final de las llamadas novelas de autoficción, tan en boga en los últimos años?
A mí hay libros de cualquier género que me gustan. Te confieso que he entendido poco esta polémica que exige el fin de la moda de la autoficción. La autoficción ha existido toda la vida y seguirá existiendo. Probablemente, lo que hay ahora a lo mejor tiene que ver con el exceso de producciones audiovisuales o el aumento de la narrativa de no ficción. Tiene que ver con el espíritu de la época. Y yo creo que, como en todas las explosiones, se produce mucha basura y también muchas cosas buenas en su justa proporción. Yo creo que en España se está escribiendo mucha literatura más bien autobiográfica. Yo hice autoficción en un determinado momento de mi carrera, y la entiendo más como el acto de mentir sobre sí mismo. Son historias en las que uno se usa como personaje para con eso darle verosimilitud a lo que se cuenta. Y de lo que se cuenta, algunas cosas son verdad y otras inventadas. Hay casos ejemplares en la última literatura española, con novelas como "Clavícula" de Marta Sanz u "Ordesa" de Manuel Vilas, dos libros muy autobiográficos.

(Foto: Difusión)
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— ¿"El amor del revés" sirvió para reconciliarte contigo mismo?
Yo no podría haber escrito este libro diez años antes. Necesitaba tiempo, necesitaba distancia, necesitaba calma. En este libro, con quien me he reconciliado es con aquel chaval que fui. Un chaval que yo no acababa de entender muy bien, que parecía ser más tonto de lo que ahora creo que pudo haber sido, y con el que tengo una larga relación de cariño. ¡Hemos vivido juntos toda la vida! Con este libro he recordado ese cariño.

DOS LIBROS A BUSCAR
"El amor del revés"
Descarnada confesión sobre el sinuoso camino que recorrió hasta que aceptó su homosexualidad. O, como lo señala en el libro, hasta que dejó de ser una “cucaracha” y se convirtió en ser humano (Anagrama, 2016).

"La mujer de sombra"
Desplegando una atroz violencia psicológica, esta novela incluye escenas de pedofilia y sadomasoquismo que remueven al lector. Lo procaz, sin embargo, es narrado de modo aséptico, como si indagara psiquiátricamente en los secretos de su protagonista (Anagrama, 2002).

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