Jeremías Gamboa: "De alguna manera he perdido la inocencia"
Jeremías Gamboa: "De alguna manera he perdido la inocencia"
Redacción EC

tuvo el mejor cierre de año que un escritor desearía: ganó un premio. En noviembre le fue otorgado el Tigre Juan en Oviedo, España. Antes, se había estrenado como padre, pudo sortear sin mayor sobresalto la ola que generó su primera novela Contarlo todo (Mondadori, 2013), y fue invitado a las más importantes Ferias del Libro de la región. El éxito, sin embargo, para él significa otra cosa.

¿Qué significó para ti ganar el Premio Tigre Juan, el primero de tu carrera?    
Se termina un año convulso, muy agitado y se abre una etapa más sosegada, de percepción del libro. Es un premio estrictamente literario y eso me parece estupendo porque el libro apareció vinculado a una campaña de marketing que escandalizó a algunas personas. Esto generó resistencias y lecturas llenas de interferencias. El libro se defendió solo y ahora cada vez se lee con mayor independencia, de manera menos apasionada.

¿Crees que el antivargasllosismo latente arrastró tu libro?
Sí, es innegable. Mario Vargas Llosa genera una relación de amor y odio y por eso genera una reacción tan potente. De un momento a otro me gané una cantidad de enemigos que no había sembrado. Al final todo esto pasa y lo que queda es el libro. El premio es el primer paso de esto.

En la premiación del Tigre Juan dijiste “todo empieza para mí aquí”. ¿A qué te referías con esa frase?
Me refería a que empezaría a hablar realmente de literatura. En esos días en Oviedo solo hablamos de literatura y sentía que estaba en el lugar en el que tenía que estar, en el que estuvo Punto de fuga cuando salió en el 2007, que fue un libro bien criticado pero todo en el aspecto literario.

¿O sea ahora, para el 2015 solo hablarás de literatura?
Ojalá. Si otro libro mío aparece en esos términos, ya tendré más experiencia. Ha sido un año de enorme crecimiento, mi reacción ante los ataques es completamente diferente a cuando apareció el libro. De alguna manera he perdido cierta inocencia y estoy muy contento de que haya sido así.
 
Igual ha sido un año bastante literario, has estado en todas las ferias importantes del libro en una especie de ‘gira’...
Pareciera una ‘gira’ pero no ha sido así, incluso no presentamos Contarlo todo en todos los sitios. A Bogotá fui como muchos porque Perú fue el país invitado, se me invitó a la FILBA de Buenos Aires, a la FILSA de Santiago, a España fui para recibir el premio. Por la novela he tenido la oportunidad de conocer a escritores que admiraba, como Fabián Casas, Alberto Fuguet y Javier Cercas, con quien tuve una mesa aquí… Ha sido un primer año agitado, que es el año de una novela en vigencia, el próximo no va a ser así. Toca escribir.
 
¿Ser escritor para ti también es esto?, ¿encontrarte con otros escritores, asistir a las ferias?
No creo que sea necesario. A mí se me ha dado y lo agradezco. El libro me ha permitido conocer espacios y experiencias particulares --la agencia Balcells, por ejemplo-- que te sorprenden y que vives con asombro, pero sabiendo que no es fundamental. Yo no voy a dejar de sentirme un impostor, un advenedizo y un chico asombrado.

En la feria de Santiago tuviste un encuentro con Alfredo Bryce Echenique…
Sí, me sigue pareciendo sorprendente, por ejemplo, que escritores como él, a los que he admirado y respetado, me hayan leído. No tengo su autorización para revelar el comentario que me hizo pero fue estupendo, muy bacán conocerlo. Yo sentía que mi novela tenía cosas de él y en la conversación eso me quedó más claro. Ha sido muy bonito conocer a Bryce por eso. Lo mismo con Vargas Llosa.
 
Me parece que MVLL se ve en ti de joven, por cómo vives la literatura y te atreves a emprender un proyecto difícil para un escritor que recién empieza. ¿Has tenido la misma percepción?
Quizás tenga algo que ver, pero creo que más bien a él le parece interesante que yo plantee algo diferente de lo que él hizo, precisamente que los personajes no están cargados con un propósito político tan claro, y que mi trabajo que no toca estrictamente los temas que él tocó. Está mucho más cerca de Bryce en ese sentido. Creo, sí, que a MVLL le ha interesado mucho la ambición de la novela.
 
Dijiste que tu novela está más cerca de Bryce ¿Cómo así?
Con Bryce no me sentí identificado conscientemente cuando escribí Contarlo Todo, y sin embargo está llena de La vida exagerada de Martín Romaña. Eso lo he hablado con él. Estaba tan lleno de Bryce que quizá por eso yo trataba de negarlo como un padre. Bryce es una presencia que yo no creí tan importante como Vargas Llosa hasta que leí las primeras críticas serias sobre el libro.

¿Tienes una idea de cuántas novelas vas a escribir?
No. Yo podría no escribir nada. Si sale bien este libro que estoy preparando lo publicaré, sino lo bacán de la literatura es que nadie te obliga a hacerla. Y yo podría quedarme con este libro de cuentos y esta novela y eso ya sería mucho más de lo que en algún momento pensé, solamente que haya podido terminar una novela es una cosa para agradecer, yo no voy a pretender escribir otras más, voy a hacerlo porque me gusta, bacán, porque no hay otra manera mejor de escribir, de encarar el día, de estar vivo, te lo planteas, me gustaría acabar la novela en tal momento, pero no me gustaría publicarla porque cada tres años debo publicar, pero uno no está obligado y eso es un alivio...
 
¿Cómo ves a los autores peruanos jóvenes?
He comprobado lo bien considerada que está la literatura peruana joven en el resto del continente. Me han preguntado sobre Yushimito, Alarcón, Roncagliolo, hay como una conciencia en todos sitios de que en el Perú están ocurriendo cosas a nivel creativo y lo veo en la reacción que suscitan los libros de Gabriela Wiener o el interés que hay sobre escritores como Francisco Ángeles, Claudia Salazar, Katya Adaui, Diego Trelles, entre otros nombres. Es una bonita experiencia que he tenido este año, sentir que eres parte de una tradición y un momento bien potente de la literatura.

Y también están ganando su lugar en el extranjero, ¿no?
Sí, hay como cabezas fuertes que están haciendo obra y hay como una observación a América Latina a partir del fenómeno de Bolaño que creo que ha empezado a tocar a mi generación. Hay como elementos bien interesantes que trazan un mapa nuevo de gente que se relaciona con la generación pasada de una manera bien desprejuciada, no hay una negación, sino un aprovechamiento creativo de la tradición. La diferencia de generaciones de escritores peruanos que vivieron negando a Vargas Llosa lo que se abre es relacionarte con él creativamente, sacar de él o de los demás, de Arguedas, o de Ribeyro o de Bryce, o del boom, Fuentes, Cortázar, lo que a ti te sea útil para alimentar lo tuyo.

El escritor Andrés Neuman dijo fue el primero que dijo que “nosotros somos los nietos” del boom. La relación que tenemos con ellos es como la relación que tenemos con los abuelos. Nunca me pensé parricida con Vargas Llosa, por favor, hay que tratar de conversar al menos unos minutos con él a nivel literario, libro con libro, sin necesidad de tumbártelo. Yo escribo Contarlo Todo para entrar en contacto con ciertas zonas de Conversación en La Catedral, no para tumbármela. A mí no me interesa eso ni mucho menos.

¿Cuál es el cambio que está haciendo tu generación?
Una cosa que está cambiando mi generación, y mi libro se suma a esto, es una sensación más conciliatoria en la literatura. Hemos crecido con ‘padres’ peleados y nosotros nos peleamos menos entre nosotros porque estamos más ‘amestizados’. Esa dicotomía de ‘criollos’ y ‘mestizos’ la viví como escritor y no la sentía en ninguno de los dos lados, y creo que lo mismo le pasa a muchos escritores de mi generación.

¿Te has permitido soñar alguna vez con el Premio Nobel?
¿Qué escritor no ha soñado con ganar el Nobel? Sí, claro, es una fantasía delirante como ser estrella de cine o de rock, no es algo real que guíe tus actos. Para mí el éxito era acabar un libro, sobre todo cuando tienes un manuscrito que está encallado, tiene 700 páginas y le has perdido la fe. Esos momentos de desesperación los conoce bien poca gente. Entonces terminar el libro es un éxito que te paga todo.

Hiciste una broma en Facebook en la que te comparaste con Gastón Acurio y Lucho Quequezana. ¿Eres el Gastón o el Lucho de la literatura?
No hay un Gastón de la literatura, la literatura no puede tenerlo porque sino dejas de escribir o dejas de pensar desde el lugar del escritor, que es un lugar solitario, de retiro y de recogimiento. Lucho es mi amigo de la universidad pero el campo que él ha escogido es mucho más masivo. De él me encanta su actitud desprejuiciada, su frescura, lo he visto antes y después y no ha cambiado ni una coma. En ese sentido me siento identificado.

¿Cómo te ha iluminado el año el que te hayas convertido en padre? ¿Puede ser una experiencia literaria también?
Es una inmensa experiencia humana, y por lo tanto va a enriquecer la literatura que haga porque la literatura, y sobre todo la novela, está hecha de experiencia. Siento que la paternidad de cierta forma te agranda el corazón y el alma, y dispara las revelaciones y la reflexión. Y es de esos materiales que está hecha la literatura. Al menos la que a mí me interesa.


JEREMÍAS GAMBOA POR ÉL MISMO:
Nací en 1975. Estudié Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Lima y trabajé en Caretas y la revista Somos de El Comercio. Luego me fui becado a estudiar un posgrado en la Universidad de Colorado, en Boulder (EE.UU.) y regresé en el 2007 para publicar Punto de Fuga, un libro de cuentos que empecé a escribir en una computadora que recibí como premio de un concurso universitario. Me tomó cinco años escribir mi segundo libro Contarlo todo, que finalmente fue publicado en el 2013 (Mondadori). Este año me convertí en padre de Octavio y eso me ha llenado de luz. De niño, era hincha de la ‘U’, y sí, amo los gatos.

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