Los diarios de José Donoso estudiados están  fechados entre 1950 y 1965. Los conserva la Universidad de Iowa. (Foto: El Mercurio de Chile/GDA)
Los diarios de José Donoso estudiados están fechados entre 1950 y 1965. Los conserva la Universidad de Iowa. (Foto: El Mercurio de Chile/GDA)
Enrique Planas

Cuando se habla de los diarios del escritor chileno José Donoso, buena parte del interés del lector nace del morbo: la curiosidad inflada por tendenciosas noticias periodísticas que hablaban de su secreta homosexualidad.

Una lectura preocupante, pues resulta reduccionista, y resta interés a la obra de un escritor tan apasionante como es el autor de “El jardín de al lado”. Sin embargo, esa es la realidad a la que se resigna Cecilia García Huidobro, la editora de “Diarios tempranos. Donoso in progress, 1950-1965”, libro presentado recientemente en la FIL Lima que nos permite colarnos en el laboratorio literario y vital más íntimo. “De hecho, cuando me preguntan sobre el libro, siempre me preguntan si saqué del diario las partes donde hablaba de su homosexualidad, pues probablemente encontraron pocos pasajes sobre eso”, recuerda.

Nada más lejos de una intención censora. El libro editado por la Universidad Diego Portales de Chile aprovecha en sus más de 700 páginas todo lo que resulta interesante y coherente en los diarios del miembro chileno del ‘boom’, cuyas páginas se guardan en los archivos de la Universidad de Iowa (EE.UU.). Textos que nos revelan los sueños de un joven José Donoso a los 26 años, hasta los proyectos de un escritor cuajado que, a los 37 años, inicia su gran proyecto novelesco: “El obsceno pájaro de la noche”.

—Hablar de uno mismo—
Los 15 años de manuscritos estudiados en Iowa, y otros 35 archivados en la Universidad de Princeton, componen un ejercicio de autodescubrimiento de medio siglo. Como señala García Huidobro, en este tiempo el escritor también va aprendiendo el ejercicio sistemático de escribir un diario. “Evidentemente, su relación con los diarios no es siempre igual. Hay allí una evolución”, afirma. “Originalmente, se trata de libretas de apuntes. Luego encontré una entrada en su diario del año 73, donde él comenta su lectura de una biografía basada en los diarios de Virginia Wolf, escrita por su sobrino, Quentin Bell. Donoso escribe con un angustioso sentido de trascendencia: ‘¿Quién va a escribir de mí? ¿Dónde va a estar el Donoso que no está en las entrevistas, el que quedó fuera de las novelas?’. El escritor muestra aquí un desmedido terror a la muerte, y siente la necesidad de trascender a su obra. Desde entonces empieza a darle a su diario una dimensión que hasta entonces solo aparecía involuntariamente”, explica la editora.

—La envidia del escritor—
Uno de los sentimientos que humaniza al autor y que se repite a lo largo de sus diarios es el de la envidia. Un estado mental que, para García Huidobro, es básicamente un homenaje oblicuo del escritor para sus pares. “La envidia de Donoso tiene dos aspectos. Una, muy loable, dirigida a lo que él estima, grandes obras de sus contemporáneos como ‘El coronel no tiene quien le escriba’, de García Márquez. Y tiene otro tipo de envidia, menos encomiable, relacionada con el éxito”, señala.

En efecto, en sus diarios Donoso se muestra muy sensible al reconocimiento. Y por ello envidia a quien lo recibe. “Es parte de esa relación algo tortuosa que desarrolla con sus pares del ‘boom’. Él envidia que alguien haga una gran obra, pues él se siente llamado a hacerla. Cada vez que algún autor pone el estándar más alto, siente que se lo ponen más difícil”, añade.

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