Enrique Planas

Todo fue muy rápido, recuerda. Había llevado las últimas semanas a su perra Mara a su veterinaria para inyectarle suero, a causa de un cuadro de uremia. Esa última visita, su vieja mascota tenía hipotermia, y ya no había nada que hacer. Antes de devolverle el cuerpo en una bolsa negra, la doctora le dijo: “Esperá. La voy a poner en la posición en que nació”, y la llevó contra su cuerpo para devolverle la forma de cachorro. Cargando el paquete tibio, la escritora Katya Adaui (Lima, 1977) sintió una profunda paz. Ella esperaba aquella fórmula mentirosa del “Todo va a estar bien” que suelen decir los especialistas para animar al cliente. Sin embargo, la veterinaria había compartido con ella una frase honesta, de absoluta esperanza. Nunca había escuchado antes que alguien dijera aquello de un ser querido o de una mascota. Y de regreso a casa, pensaba cuándo los humanos habíamos dejado de enterrar a nuestros muertos en la posición en la que nacieron, su pose original, y optar por estirar el cuerpo para que calzara en una postura artificial. Mara falleció un 23 de mayo de 2021. Al día siguiente, empezó a escribir su novela.

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