El último libro de Guerriero es el deslumbrante retrato de un genio musical y de un misterioso seductor.
El último libro de Guerriero es el deslumbrante retrato de un genio musical y de un misterioso seductor.
Enrique Planas

A inicios de 1987, cuando se informó que el irrepetible pianista Liberace había muerto sin revelarse las causas, se instaló alrededor de su casa en Palm Springs una legión de periodistas y paparazzi, dotados de vehículos, generadores eléctricos y helicópteros, en pos de revelar cualquier detalle sobre su muerte y posterior autopsia: tal es la fascinación mediática por la excentricidad.

Edición española de "Opus Gelber", lanzada por Anagrama (España).
Edición española de "Opus Gelber", lanzada por Anagrama (España).

A su manera, Leila Guerriero ha emprendido otra persecución en su libro “Opus Gelber. Retrato de un pianista”, esta vez detrás de uno de los más grandes músicos argentinos, cuya extravagancia solo compite con su genio. Para escribir este reportaje, la escritora argentina debió deponer el prejuicio que intenta convencernos de que lo excéntrico y lo frívolo no van unidos al talento. Ella busca, por ejemplo, entender la razón que llevó a Gelber, desde muy joven, a maquillarse los ojos para salir a los más prestigiosos escenarios. Responder esa pregunta nos descubrirá a un artista que asume un modelo de belleza femenino, dictado por la actriz argentina Laura Hidalgo, que él admira por su porte y por sus circunflejas cejas, adquiridas por él gracias a la cirugía. Al reportear y escribir, Guerriero va recogiendo datos y testimonios que dan cuenta de aquella curiosa convergencia de extravagancia y talento.

Edición del libro de Guerriero a cargo de la Universidad Diego Portales de Chile.
Edición del libro de Guerriero a cargo de la Universidad Diego Portales de Chile.

— Te lo digo como elogio: creo que este es tu libro más raro.
(Ríe) Sí, pienso lo mismo.
— ¿Cómo surge tu interés por escribir un perfil sobre el pianista Bruno Gelber?
No surgió como un libro. Bruno Gelber es una persona muy conocida en Argentina, pero yo nunca lo había tenido en el radar, quizá porque no estoy en el mundo de la música clásica. Sin embargo, hace unos años leí un par de entrevistas en las que Bruno ofrecía una mirada sobre su propia vida y su amor por la música. Hablaba sobre cómo la interpretación era para él un vehículo para la emoción. Recorté esas entrevistas y las dejé en una pila de cosas pendientes. Un día, repasando mis papeles, las encontré y pensé en escribir un perfil de este señor para una revista. Conseguí su teléfono, lo llamé, y se lo propuse. Y aceptó. Él recibe a todo el mundo, tiene una enorme curiosidad por las personas. En la primera entrevista, me repitió todas las anécdotas dichas antes a todos los colegas. Pero en la segunda, saltó una chispa. Mostró mucha empatía, fue muy genuino. En la tercera o cuarta entrevista me di cuenta de que era imposible condensar a ese sujeto en las páginas de una revista.

La escritora argentina presentó su más reciente libro en la FIL Lima, que cerró sus puertas el domingo pasado.
La escritora argentina presentó su más reciente libro en la FIL Lima, que cerró sus puertas el domingo pasado.

— Juan Gabriel tuvo una respuesta célebre ante una periodista que le preguntó si era gay: “Lo que se ve no se pregunta”. ¿Aplicaste esa frase para tu trabajo?
Los periodistas debemos preguntar sobre lo evidente y lo no evidente. ¡No hay nada más engañoso que las apariencias! Preguntarle a alguien si es gay es un dato que no me interesa. Más bien busco saber cómo la gente vive su sexualidad. De pronto, siendo homosexual, uno podría pensar que Bruno, nacido en 1941, debió haber vivido en un mundo muy distinto al actual. A él, por ejemplo, la marcha del Orgullo Gay le parece algo escandaloso, de mal gusto. “Hemos pasado de la discreción absoluta al orgullo”, se quejaba. Y uno tiene que entenderlo. En general, con la gente hay que llegar a conseguir información sin buscar extraer una confesión. ¡Yo no voy por la vida buscando confesiones! Busco darle a los datos biográficos un espesor, un peso. En el caso de Bruno, la sexualidad está distribuida por todo el libro. Yo estaba más interesada sobre su visión de la sexualidad y de la pareja en lugar a obligarle a decir “sí, soy gay”. Eso fue llegando muy de a pocos.

— Esa era una pregunta que, quizá, hace 20 años era fundamental...
Es que entonces había que tomar posición. Y estaba bien, era lo que había que hacer.

— ¿Pensaste que la historia de Gelber te permitiría explorar el tema de las nuevas masculinidades?
La verdad es que no. La forma de Bruno de ser hombre es bastante ‘vintage’, muy anticuada. Él mismo lo dice: “Soy una persona del siglo XIX que simula muy bien ser alguien del siglo XXI”. Llegar a su departamento y entablar esas conversaciones era retroceder en el tiempo.

— Gelber vive en un regio edificio modernista en medio de un barrio empobrecido de Buenos Aires. Es muy simbólico ese detalle...
Él es muy versallesco, es un hombre que ha vivido rodeado de duquesas y de príncipes, y le gusta eso. Vive en un refugio armado de brocados, paredes color vino y retratos de artistas famosos, en medio del Once, un barrio persa. Y lo lleva como si siguiera viviendo en su antiguo departamento de la Rue Cambon, frente a Chanel, en París. Para él, el espacio y el tiempo son conceptos muy distintos a los que nosotros manejamos.

El pianista Bruno Gelber en un reciente concierto en el Colón de Buenos Aires.
El pianista Bruno Gelber en un reciente concierto en el Colón de Buenos Aires.

— ¿Cuán profundas crees que son las huellas de la polio que sufrió de niño en su conducta?
En el fondo, este libro es la historia de una voluntad. La voluntad de Bruno a sobreponerse a la polio y al accidente de automóvil que le quebró la mano derecha hace años. Es un hombre de vocación ardiente.

— Pero también una persona que vive una situación precaria, es objeto de burlas por su amaneramiento...
Bruno siempre dice que es una persona muy resignada. Al principio me costaba comprenderlo, pues toda su vida hizo lo que quiso. Después entendí que se refería a su capacidad de aceptación de las dificultades por el hecho de ser quien es. ¡Pero tiene una capacidad infinita para reírse de sí mismo! Él mismo cuenta cómo lo confunden con una mujer cuando va a los aeropuertos. Y lo dice como vanagloriándose. Es como si todos sus esfuerzos por parecerse a Laura Hidalgo hubieran tenido éxito. Él se salva de la precariedad con resignación y aceptación.

Imagen de la actriz Laura Hidalgo (1927-2005), la mujer fatal del cine argentino, en los años 50. El pianista Bruno Gelber la consideró su modelo de belleza.
Imagen de la actriz Laura Hidalgo (1927-2005), la mujer fatal del cine argentino, en los años 50. El pianista Bruno Gelber la consideró su modelo de belleza.

— Su obsesión por parecerse a la actriz recuerda a la que mantuvo Michael Jackson por Diana Ross.
Tienen muchas cosas en común, ambos son personas únicas. Bruno me decía que su primera cirugía se la hizo a los veintipocos años, y el mismo cirujano le preguntó si estaba loco, teniendo un rostro tan fresco y joven. Hay allí una obsesión con el tema de la belleza. Y no podemos saber si tiene que ver con tener un cuerpo vulnerado por la polio.

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