Obras de Christian Solano, Cristina Rivera Garza y Pedro Espinoza Pajuelo son las recomendaciones de la semana.
Obras de Christian Solano, Cristina Rivera Garza y Pedro Espinoza Pajuelo son las recomendaciones de la semana.

Esta semana recomendamos tres lecturas: un libro de Cristina Rivera Garza que fusiona géneros y aborda la vida y obra de Juan Rulfo (en el año de su centenario) y dos volúmenes de relatos de los autores nacionales Christian Solano y Pedro Espinoza Pajuelo.

1. "HABÍA MUCHA NEBLINA O HUMO O NO SÉ QUÉ"

Autor: Cristina Rivera Garza
Género: ensayo/novela/crónica
Páginas: 248
Editorial: Literatura Random House


Hace unos días se cumplieron 100 años del nacimiento del mexicano Juan Rulfo y, entre todas las celebraciones y los escritos por el centenario, surgió nuevamente uno de los misterios mayores en torno a su obra: ¿cómo un autor de su categoría pudo escribir solamente dos libros? Su compatriota Cristina Rivera Garza, rulfiana ella, intenta a su manera perseguir esa incógnita al analizar la obra del escritor a través de su vida menos literaria, aquella en la que se dedicó a vender llantas y redactar guías turísticas.

Rivera Garza admite no haber conocido a Rulfo, ni siquiera haber hablado con sus familiares. Pero esa lejanía le permite tomar ciertas licencias, como disparar la base biográfica del libro hacia una ficción libre, que tiene un poco de ensayo, de novela, de relato corto experimental, de crónica personal. Ese ente distante y mutante, paradójicamente, se convierte en un libro muy íntimo. “El Rulfo mío de mí”, como ella se permite llamarlo.

Y mientras la obra avanza, se enrarece, brinca entre géneros, aunque nunca pierde su consistencia y su objetivo: el de tratar de entender al Rulfo titánico, glorioso, y al hombre común y corriente, el viajero del páramo y del llano en llamas, que por alguna razón que solo él conocía y se llevó a la tumba, prefirió bastarse y sobrarse con lo poco que escribió.

Audaz libro el de Rivera Garza, una autora hasta el momento poco difundida en el Perú, pero que merece muchísima atención.

2. "UNA CALMA APARENTE"

Autor: Christian Solano
Género: relatos
Páginas: 120
Editorial: Animal de Invierno


Pasa en los matrimonios y en la etapa previa a las tempestades. La calma aparente a la que alude el título de este conjunto de cuentos no puede sino ser una señal inequívoca de que algo viene pudriéndose. Solano posa el ojo en la serena cotidianidad (sobre todo la de las relaciones humanas, sobre todo la de las parejas) y atrapa así realidades bastante crueles y dolorosas. Otro atributo es que los ocho relatos se desarrollan en escenarios que suelen pasarse por alto en la literatura capitalina, como son los barrios populares o las agitadas unidades de transporte público. Un enjambre en movimiento usualmente desaprovechado.

Es destacable también el salto que ha dado Solano en cuestiones de extensión, pues sus dos libros anteriores –“Almanaque” (2014) y “Motivos de fuerza mayor” (2015)– eran conjuntos de microrrelatos con bastante temple. Esa ampliación, lejos de terminar en un vacío innecesario, permite aquí tener historias que ganan en interés y cuajan mucho mejor. El tejido que crea es inquietante y perturbador, pero le planta cara al lector acostumbrado a señales claras de acción y a tradicionales definiciones.

3. "LAS CABEZAS DE LA HIDRA"

Autor: Pedro Espinoza Pajuelo
Género: relatos
Páginas: 86
Editorial: Magreb


Como un arqueólogo (porque lo es), el autor escarba en este libro entre una variedad de temas y formatos fragmentados, que muestran su peculiar habilidad para saltar desde las cuestiones más cósmicas hasta las más mundanas y callejeras.

La obra arranca con una especie de aclaración y un prólogo en el que Espinoza ensaya una reflexión metaliteraria para explicar que no es él el creador de los textos, sino otro. Ese retruécano del desplazamiento de la autoría en realidad luce algo forzado y pretencioso. El peso enorme de Borges como sombra que aplasta. Pero, afortunadamente, no se queda allí.

El libro está mejor cuando sigue los rumbos de la narración más pura, porque tiene vibra, ingenio e irrefutables dotes literarias. Y lo hace ya sea en escritos cortísimos y sugerentes como en cuentos de aliento más largo, donde llega incluso a perfilar personajes con psicologías y emociones complejas.

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