Una víctima de la Guerra Fría: Árbenz impulsó reformas urgentes en Guatemala, pero fue depuesto por el golpe militar de Carlos Castillo Armas con auspicio de EE.UU.
Una víctima de la Guerra Fría: Árbenz impulsó reformas urgentes en Guatemala, pero fue depuesto por el golpe militar de Carlos Castillo Armas con auspicio de EE.UU.
Enrique Planas

Si hace exactamente 50 años Zavalita, mirando la avenida Tacna sin amor, se preguntaba cuándo se jodió el Perú, hoy Vargas Llosa transpola aquella pregunta urgente a toda Latinoamérica, fechando una de las respuestas en 1954, en Guatemala, cuando un golpe militar perpetrado por Carlos Castillo Armas (con guion de la CIA) sacó del poder al reformista Jacobo Árbenz (1913-1971).



“A él le montaron un golpe de Estado injusto. Tres años después Carlos Castillo Armas fue asesinado, y nadie supo quién lo hizo. Hay muchas posibilidades de que estuviera Trujillo vinculado. Por ‘La fiesta del Chivo’ el tema me interesaba mucho”, comentó el Nobel peruano al anunciar “Tiempos recios”, su próxima novela, en la reciente Feria del Libro de Madrid, el pasado 11 de junio.La noticia del lanzamiento literario corrió por todas las redacciones de Iberoamérica, pero pocos recordaron, fuera de Guatemala, la vida del infausto personaje que la protagoniza, quien tuvo el dudoso honor de convertirse en el primer presidente democrático depuesto por la CIA en América Latina. Para Andrés Gómez de la Torre, experto en temas de defensa, en el laboratorio social de la Guatemala de entonces, Árbenz no era un marxista leninista, como lo calificaban sus enemigos, sino un militar reformista que creía en la modernización del país. “¡Su historia es apasionante! –exclama el analista–. Fue una especie de pre-Torrijos, mientras que el golpista Castillo Armas era un pre-Pinochet. A partir de ambos se pueden proyectar las tendencias militares en América latina”, señala.

Tras el golpe militar, para Jacobo Árbenz y su familia empezó un dramático exilio. En la imagen, a su llegada a Suiza. El país no le prolongó el visado, a pesar de que era hijo de un ciudadano suizo.
Tras el golpe militar, para Jacobo Árbenz y su familia empezó un dramático exilio. En la imagen, a su llegada a Suiza. El país no le prolongó el visado, a pesar de que era hijo de un ciudadano suizo.

Árbenz fue un militar ubicado en las antípodas de Rafael Leónidas Trujillo, personaje central de “La fiesta del Chivo” (2000). Un líder internacionalista, como Nasser en Egipto. Ni capitalista ni comunista, optó por una posición intermedia, denunciando las feudales condiciones de vida del campesinado indígena y postulando una moderna reforma agraria. Sin embargo, sus reformas despertaron la suspicacia de los Estados Unidos en los álgidos tiempos de la Guerra Fría. Para el internacionalista español Román D. Ortiz, Árbenz fue desbordado por los acontecimientos, perdió el control de un proceso puesto en marcha que terminó devorándole. Experto en seguridad e inteligencia, Ortiz considera que “Tiempos recios” es una nueva demostración del interés de Vargas Llosa por entender la mecánica del autoritarismo. “El golpe militar a Jacobo Árbenz en 1954 quedó, en el imaginario latinoamericano, como el paradigma de la intervención de los Estados Unidos en la región. Y, con ello, el origen de muchos males. Solo en Guatemala, el golpe supuso una grave crisis política que degeneró en un terrible período autoritario y, finalmente, una guerra civil que duró hasta mediados de los años 90”, explica.

“La gloriosa victoria”, visión paródica del golpe militar pintada por el muralista mexicano Diego Rivera.
“La gloriosa victoria”, visión paródica del golpe militar pintada por el muralista mexicano Diego Rivera.

—Paranoia y poder—
Influencia comunista y producción bananera en juego, como sucedió en “La fiesta del Chivo”, Andrés Gómez de la Torre imagina que la nueva novela de MVLL nos revelará cómo se engarza la naturaleza humana con el ejercicio del poder. “Para sus reformas sociales, Árbenz se enfrentó a las familias más poderosas y a la United Fruit Company, empresa estadounidense que tenía el monopolio de la producción agrícola. Cuando sus propios hombres lo dejaron solo, sintiéndose aislado, se dio cuenta de que sus reformas no eran para su tiempo. Se dio cuenta de cómo funciona el poder”.

Así, el golpe contra Árbenz fue el trágico punto final a una oleada democratizadora vivida en el Caribe tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. Una ola vista al inicio con buenos ojos por EE.UU., pero cuya percepción cambió con la paranoia de la Guerra Fría, cuando la mayor potencia empezó a temer al fantasma de la influencia comunista en la región. Para escribir su nueva novela, Vargas Llosa ha contado, entre otros insumos, con la información disponible tras la desclasificación de los informes de la CIA en el 2003. Si bien Ortiz piensa que del golpe contra Árbenz se conoce casi todo y que no hay margen para nuevos descubrimientos, sí espera que el escritor pueda recrear los puntos oscuros que se resisten a ser documentados. “La historia la hacen las personas, y ellas no están recogidas en los papeles”, explica.

Esperando la publicación de la novela, y conociendo la equilibrada perspectiva del autor, a Ortiz le interesa sobremanera conocer el juicio de Vargas Llosa sobre lo sucedido en Guatemala en 1954. Gómez de la Torre comparte el entusiasmo, pues no solo se trata de un caso poco estudiado, sino contaminado por la tendenciosa imagen de que Árbenz construyó la izquierda más sectaria, que convirtió al líder nacionalista en un santo para su altar.

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