Carlos Meléndez en una sesión de fotos para este diario. Fotos: Mario Zapata para El Comercio/ Debate.
Carlos Meléndez en una sesión de fotos para este diario. Fotos: Mario Zapata para El Comercio/ Debate.
José Carlos Yrigoyen

¿Quiénes son esos “minicandidatos” a los que Carlos Meléndez alude en el título de este libro? El politólogo los conceptualiza así: “un actor político con recursos políticos escasos: un partido altamente dependiente de él, un partido prestado para la ocasión, una organización privada que puede sustituir a un partido, un carisma de baja intensidad”. Como vemos, la totalidad de actuales postulantes a la presidencia cumplen con uno o varios de estos requisitos. Meléndez ha reunido diez perfiles que repasan la trayectoria y posibilidades de los preferidos por la opinión pública, aunque se eche en falta el de Rafael López Aliaga, el más literario de todos. Y eso no es un cumplido.

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Debemos reconocer el buen ojo de Meléndez para seleccionar a los especialistas con que trabaja. Además, suele hacer algunos descubrimientos venturosos en el campo del retrato político. De su libro anterior, “Señora K”, dedicado a la hoy atribulada candidata de Fuerza Popular, me sorprendieron gratamente la pluma y sagacidad investigativa de Ariana Lira y Valerie Vásquez de Velasco, quienes reinciden aquí con acercamientos a George Forsyth y al desnaturalizado Somos Perú. En esta oportunidad la que asoma y destaca es Macarena Costa Checa, autora de un notable estudio sobre Alianza para el Progreso, la agrupación política de César Acuña. El andamiaje de datos, citas y reflexiones que ha edificado le permite indagar con acuciosidad en las aspiraciones y límites de una organización arraigada en casi todas las regiones -excepto en Lima-, pero que veinte años después de su creación carece de un cuerpo ideológico que les otorgue coherencia a las decisiones de sus congresistas y gobernadores. ¿Con que se ha intentado suplir dicha falencia? Pues con la cuestionable épica de superación personificada en su líder fundador, que hoy más bien supone un lastre. Costa Checa blande como solución “consolidar la identidad política de sus militantes”, aunque es claro que esta no basta sin la sucesión de Acuña, demasiado resistido para las altas metas que ambiciona.

El caso del Partido Morado -muy bien auscultado por Javier Albán- es distinto, pero no menos excepcional en el Perú: una agrupación organizada y unida por la prédica liberal que congregó a un puñado de profesionales con intereses comunes, más allá del apetito circunstancial de un líder carismático. Este mérito es, paradójicamente, su mayor dolor de cabeza: quienes han encabezado el partido en distintos puestos, como Daniel Mora o Julio Guzmán, dilapidaron su prestigio debido a mayúsculos escándalos personales de los que no han logrado salir indemnes. Su reputación de grupo político creíble se enturbia por la falta de conductores que estén a la altura del proyecto. Albán les reconoce el valor de ser un partido que no ha surgido de una situación de “conflicto extremo” como suelen nacer los movimientos enraizados en el tejido social, sino en un relativo contexto de “calmada competencia democrática”. Su misma condición anómala puede ser garantía de perdurabilidad y vigencia, a pesar de que estas elecciones no parezcan las más propicias para hacer apuestas al respecto.

Quizá habría que remontarse a 1978 o 1985 para hallar una coyuntura tan potencialmente favorable a la izquierda peruana como esta que vivimos: una grave emergencia nacional en la que el Estado ha mostrado reiterada ineptitud a la hora de concretar las soluciones económicas y sanitarias satisfactorias que millones de compatriotas desamparados esperan, mientras que en el Congreso las impugnaciones al sistema capitalista -por parte de UPP o el Frente Amplio- son cosa cotidiana. Jonathan Castro analiza en su perfil -uno de los más sólidos e informados del volumen- las candidaturas presidenciales progresistas y las dificultades que padecen Ollanta Humala, Verónika Mendoza y Marco Arana -este último microscópico en todos los sondeos publicados hasta la fecha- en pos de ganarse ese 30% de votantes que se denomina de izquierda y exige profundas reformas en los estamentos más relevantes de nuestra realidad.

Uno de los principales problemas que Castro advierte en Humala y Mendoza es la clamorosa incapacidad para salir del terreno de lo lírico y aterrizar sus propuestas. Ambos proclaman la necesidad de una refundación y un nuevo proceso constituyente, pero cuando se les pregunta en qué consistirán estos pasos, el elector solo recibe generalidades. Tal vez a eso se debe la irrupción de un Pedro Castillo -que sí se hace merecedor de unas líneas- cuyo radicalismo atrae a quienes no simpatizan con la ambigüedad de los que no desean perder soga y cabra por ser demasiado frontales. Minicandidatos cumple con su propósito de orientar al lector entre los disímiles protagonistas de la campaña electoral más desconcertante que tengamos memoria.

La ficha

Título: Minicandidatos. Última temporada electoral de la serie política peruana.

Editor: Carlos Meléndez.

Editorial: Debate

Año: 2021

Páginas: 238

Relación con el autor: ninguna

Valoración: ★★★ y ½ estrellas de 5 posibles

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