"Quiero que le pierdan el exceso de respeto a las bibliotecas"
"Quiero que le pierdan el exceso de respeto a las bibliotecas"
Dante Trujillo

Alejandro Neyra (Lima, 1974) acaba de ser designado como director de la Biblioteca Nacional del Perú (BNP), luego de que la institución pasara seis meses sin una cabeza visible tras la renuncia de Ramón Mujica en octubre último. La noticia ha sido bastante bien recibida dada la trayectoria y don de gentes de Neyra, actualmente agregado cultural del Perú en Chile y autor novelas y de libros de cuentos y de ensayos. Asumirá el puesto desde el 1 de mayo, pero vamos ganando tiempo con esta charla.

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El renunciante Ramón Mujica dijo respecto del entonces Ministro de Cultura (Mincul), Jorge Nieto: “No he sido convocado por su despacho para tratar asuntos concernientes a la BNP, ni respaldado en la lucha contra la corrupción y el tráfico de bienes del patrimonio bibliográfico de la Nación”. ¿Qué espera de su relación con el actual ministro Del Solar?

No solo del ministro, sino también del Presidente de la República: ambos me han ratificado su voluntad de vigilar y cuidar dicho patrimonio. Han asumido el compromiso político de reforzar la seguridad, incluso con el apoyo del Ministerio del Interior, para impedir que sigan “desapareciendo” libros tan valiosos como los que cuenta la BNP.

Podemos esperar entonces una relación más fluida, digamos “de puertas abiertas”, con el ministro Del Solar.

Él ha sido muy generoso conmigo desde que me llamó a Santiago para ofrecerme el cargo. Hemos conversado mucho, y fue muy enfático en que no solo las puertas del Mincul estarán abiertas, sino que espera que le formule ya mismo propuestas de crecimiento para la BNP y el Sistema Nacional de Bibliotecas (SNB).

¿Cuál es la situación del caso de los documentos robados?

Se creó una comisión al respecto. Ya pedí que me muestren los expedientes para revisarlos, y es lo que me toca.

Ramón Mujica tomó la creación de esa comisión —que en realidad debía analizar profundamente el estado y perspectivas de la BNP, no solo el tema de los robos— como una afrenta, y fue la gota que derramó el vaso.

El problema fue que no hubo una consulta previa, como en realidad correspondía, con el director de la BNP para iniciar dicha investigación. Como le decía, debo leer el informe final. Hoy mismo vamos a reconocer la zona de los libros más valiosos que hay en San Borja para evaluar la vigilancia. Por ejemplo, entiendo que durante la gestión anterior se instaló un sistema de cámaras, pero fueron prestadas, y no sé si permanecerán o será necesario instalar nuevos equipos.

Eso es en San Borja, ¿pero qué ocurre con el resto de bibliotecas del país?

Lo urgente es preservar lo más valioso, que está en San Borja. Luego revisaremos las bibliotecas de Lima y, por supuesto, de las demás regiones. El SNB se ha creado como un reglamento que todavía falta implementar. Me va a tocar “ir al terreno” para ver qué hay realmente en los locales de esta red, cómo los cuidamos y potenciamos.

Podría pensarse que hay mucho interés patrimonialista, pero que falta comprender las bibliotecas públicas como espacios vivos, de aprendizaje y diálogo permanente entre ciudadanos. Piénsese en casos vecinos como el colombiano, por ejemplo.

El sistema existe, y la BNP es su ente rector… pero nadie tiene muy claro de qué se habla cuando se habla de esta red de bibliotecas. Es decir, según la norma son todas las regionales, municipales, distritales, pero hasta donde he podido ver no existe un catastro de ellas. También se pretende incluir otras, de universidades o instituciones privadas. Simplemente como registro. Por otro lado, comparto la visión del ministro Del Solar de hacer de las bibliotecas espacios convocantes, de creación de ciudadanía, a los cuales los lectores y, en general, todo el mundo le pierda el miedo, el exceso de “respeto”. Que dejen de ser percibidos como esos edificios aburridos, fríos, reservados solo para investigadores. Empezaremos por la sede de San Borja como ejemplo, la convirtamos en un espacio abierto, que comparta conocimientos. Y no solo de libros: de arte, de ciencias, de humanidades. Invitaremos a quienes puedan enriquecer el debate público, sobre todo cuando el trabajo en el mediano plazo encima el Bicentenario.

Pero producir estas agendas en cada lugar, mejorar la infraestructura y, sobre todo, abastecerlos de libros cuesta dinero y esfuerzo. Nuevamente le pregunto por el apoyo: ¿está prevista esa inversión en los presupuestos nacionales?

Si bien el pliego presupuestal de este año está cerrado, el Ministro me ha indicado que hay ciertos márgenes que permiten destinar fondos que ayuden a que la BNP comience a trabajar desde ya en sus objetivos. Analizando bien la coyuntura, podremos sincerar cuánto necesita la BNP para el presupuesto del próximo año.

Restablecida la salud de las relaciones entre el Mincul y la BNP, esta podría apoyarse de los recursos de aquel a nivel nacional, por ejemplo a través del programa de Puntos de Cultura, que podrían ser aliados estratégicos.

Tal cual. Lo mismo que a través del proyecto de puertos cultura, que serán polos de desarrollo cultural en diferentes lugares, promoviendo las sinergias entre distintos actores. Lo repito: he sentido plenamente el respaldo del Presidente y del Ministro.

Y no solo de ellos: hay una población de productores culturales que han celebrado su designación.

Lo que me genera mucha alegría, evidentemente, pero también sentido de responsabilidad. Mi pasado como agregado cultural, mi trabajo en temas afines en Cancillería, y mi historia de escritor me han permitido conocer a muchos actores culturales, y lo cierto es que desde las pocas horas que lleva difundida la noticia he sentido un cariño que me emociona. Pero, como durante todo mi servicio público, asumo seriamente mi compromiso de trabajo.

¿Y la Biblioteca Digital que creó la anterior administración?

Está estupenda. Hay seguir ampliando el material en línea y encontrar las maneras de acercarlo —mediante apps, por ejemplo— para que el fondo digitalizado sea conocido y consumido, sobre todo por los jóvenes. Debemos ser creativos. Yo no creo que los jóvenes hayan dejado de leer, sino todo lo contrario, pero ya no leen solo libros. Tenemos que crecer también en la medida de sus estilos, sus hábitos de consumo, y sus intereses.

¿Qué metas concretas tiene con miras al Bicentenario?

Más que una meta, un sueño es que en cada biblioteca, de cada distrito, haya por lo menos un set de la colección que Agenda Perú propuso con los 50 títulos que todo peruano culto debería leer. Se pueden coordinar ediciones populares con empresas importantes, como este diario, para llevarlo a cabo. Por supuesto, habría que generar un diálogo para determinar la vigencia de esas u otras obras, actualizar el canon de ser necesario.

Una pregunta personal: ¿qué sucederá con sus otras ocupaciones? Me refiero a la de diplomático y la de escritor, ambas ejercidas con éxito.

Paso a la situación de licencia en la diplomacia peruana, un paréntesis en la carrera sin perder lo construido hasta hoy, siempre con el apoyo de la Cancillería, lo que no me aleja del todo de ahí: por el contrario, creo que puedo ayudar al acercamiento de ambas instituciones en beneficio del país. Por mi lado de escritor, tengo una nueva novela lista; la segunda edición —corregida y aumentada— de mis ensayos ‘Peruanos de ficción’; y otra novela que espero acabar entre los aviones y la mudanza. Y cerraré mis archivos de Word porque, desde el 1 de mayo que asuma el cargo, me dedicaré de lleno a la BNP.

¿Qué se siente ocupar un cargo que han ejercido Ricardo Palma y Jorge Basadre?

Una gran responsabilidad, y una fuente de inspiración para trabajar más y más.

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