Lienzo de la dinastía incaica, firmado en 1880 por Florentino Olivares. Se exhibe en el Museo de la Moneda. (Libro BCP. Colección Artes y tesoros del Perú)
Lienzo de la dinastía incaica, firmado en 1880 por Florentino Olivares. Se exhibe en el Museo de la Moneda. (Libro BCP. Colección Artes y tesoros del Perú)
Enrique Planas

Imaginemos el trabajo de un restaurador que se enfrenta a un oscurecido cuadro de pintura cusqueña. Con paciencia, retira barnices oxidados para que de una tela negra aparezcan perdidos colores. Tras la restauración, advertimos muchos detalles cubiertos por lo que creíamos los tenebrismos del barroco. Algo parecido lograron los investigadores Ramón Mujica, John Elliott, Manuel Burga, Tom Cummins, Luis Eduardo Wuffarden, Joane Pillsbury, Mariusz Ziólkowski, Carolyn Dean, Víctor Peralta Ruiz, Rolena Adorno y Roberto Amigo en el primer volumen de “Arte Imperial Inca”, el más reciente proyecto editorial de la Colección “Arte y Tesoros del Perú” que edita el BCP, enfocado en las transformaciones de la cultura incaica en la transición del Virreinato a la República.

Se trata de un trabajo de equipo realizado en plena pandemia, a pesar del cierre de museos, bibliotecas y archivos. Ramón Mujica, responsable del proyecto, confiesa que para él ha resultado conmovedor escribir sobre los Incas y el virreinato entre tanta muerte a causa de la pandemia. Sin embargo, pensar en la historia del país ante su inminente bicentenario, tratando de compartir una reflexión que resulte sustantiva en medio de la crisis política, le ha permitido mantener la cordura. “Creo que ha sido uno de los libros escritos en las circunstancias más difíciles imaginables”, señala el historiador.

Dibujo de Jean-Michel Moreau para el libro “Los Incas o la destrucción del imperio del Perú” (Paris, 1777 ) (Libro BCP. Colección Artes y tesoros del Perú)
Dibujo de Jean-Michel Moreau para el libro “Los Incas o la destrucción del imperio del Perú” (Paris, 1777 ) (Libro BCP. Colección Artes y tesoros del Perú)

“Arte imperial Inca” nos muestra una continuidad histórica olvidada: para hablar del Bicentenario no podemos ignorar la cultura Inca que pervive en el virreynato...

Para empezar, la historia es un proceso continuo, y los bloques históricos que los historiadores forman para comprender el pasado es también una invención. En este caso, los próceres de la Independencia, entre 1810 y 1821, crearon el mito ideológico de que el virreinato fue una colonia oscurantista, donde solo se escuchó, como dice en nuestro himno nacional, el estruendo de broncas cadenas. Y, supuestamente, ellos llegaron a romperlas, cosa que tampoco es verdad, pues recién con Castilla, en 1854, se da la libertad al negro y se elimina el tributo indígena. En 1821 teníamos un himno y una bandera nacional, pero todavía no estaban delimitadas nuestras fronteras. El Perú era entonces un país imaginado por los criollos, quienes rompen con el virreinato y se representan como parte del pueblo oprimido. Yo acabo de encontrar en la Biblioteca Nacional el himno para cantar en la jura de la Constitución Política de la monarquía de España de 1812, y allí ya se hablaba de la patria oprimida, pero refiriéndose a la España invadida por los franceses. ¡Y tiene unas frases muy parecidas a nuestro himno de 1821!

En su ensayo, señala cómo los patriotas criollos se apropian del lenguaje “incaista” virreinal. ¿Cómo nace este discurso?

Los criollos de esta época son herederos de los grandes intelectuales criollos, indígenas y mestizos del virreinato. Pablo Macera, en su libro sobre las tres etapas de la formación de la conciencia nacional, habla de autores claves como Victorino Montero o José Baquíjano y Carrillo, propios del siglo XVII o inicios del XIX. Sin embargo, deja fuera de esta formación a la población indígena. El propio Victorino Montero decía que las primeras rebeliones indígenas anti virreinales de 1741 ya reclamaban la libertad de la patria.

El historiador Ramón Mujica es el responsable de una edición que reúne los estudios de otros diez investigadores. (Foto: El Comercio).
El historiador Ramón Mujica es el responsable de una edición que reúne los estudios de otros diez investigadores. (Foto: El Comercio).

Su ensayo parte de esta pregunta común en nuestros textos de historia: si nuestra Independencia fue “concedida” o se “concibió” localmente. Usted señala que esta polémica es engañosa. ¿Por qué?

¿Quiénes son los peruanos en 1821? ¿Quiénes los venezolanos o los chilenos? Algunos historiadores buscan estas voces independentistas cuando a inicios del siglo XIX todo formaba parte de un mismo virreinato. Esta polarización resulta engañosa, porque hablamos de naciones aún imaginadas. Vemos cómo el Congreso de Tucumán de 1816 proclama la independencia de América del Sur con un retrato de Santa Rosa de Lima presidiendo las sesiones. Ellos ya reconocían a la santa limeña como un símbolo criollo, indígena y mestizo. Los  patriotas criollos citan a los memorialistas indígenas del virreinato, quienes decían que, siendo Santa Rosa mestiza, por qué Carlos III no permitía a indios y mestizos ingresar a las órdenes religiosas. Eso era un tema de fondo.

¿Cómo así?

Que los borbones no quieran dar acceso a los indígenas a la universidad o a las órdenes religiosas, define el rol protagónico del clero criollo y mestizo en la rebelión independentista. Eso lo vemos en las rebeliones de los hermanos Angulo en Cusco en 1814, por no mencionar a Túpac Amaru II.

La boda del capitán Martín García de Loyola con la ñusta Beatriz Coya de Loyola. Beaterio de Copacabana, en el Rímac. (Libro BCP. Colección Artes y tesoros del Perú)
La boda del capitán Martín García de Loyola con la ñusta Beatriz Coya de Loyola. Beaterio de Copacabana, en el Rímac. (Libro BCP. Colección Artes y tesoros del Perú)

¿Cómo se forma la llamada “retórica incaista” del que germinará el proceso independentista?

Cuando nos referimos al periodo virreinal, es muy importante hablar de “los reinos del Perú”, como figura en la documentación oficial de la corona española. Es recién en el periodo borbónico que se empieza a hablar de “colonias”. Ello generó el desagrado de intelectuales indígenas, mestizos y criollos, porque para ellos éramos reinos con una identidad propia, cultural y jurídica, aunque sometidos a la monarquía española.

Según su ensayo, el discurso independentista indígena tiene que ver con el resentimiento que generan las políticas de los borbones. ¿Nuestro deseo de independencia tuvo que ver más con volver al antiguo orden de los Austrias?

La pregunta es intensa y muy importante. Efectivamente, las rebeliones comienzan a darse tras las reformas borbónicas. Son los Austrias, sobre todo Carlos V, quienes reconocen los títulos nobiliarios de la aristocracia Inca, mientras que en el periodo borbónico se restringe el rol de los caciques. Allí se fortalece el rol de los intelectuales indígenas, que utilizan a Fray Bartolomé de las Casas y su rol protagónico en el reconocimiento del Inca como señor natural de los reinos del Perú. Pienso hasta qué punto Túpac Amaru II, por ejemplo, él es el precursor de una república secular, o más bien lo que él quería era nombrarse rey el reino del Perú, utilizando la propia legislación de la época de los Austrias.

Lienzo de la dinastía incaica ligada al poder divino. Colección privada. (Libro BCP. Colección Artes y tesoros del Perú)
Lienzo de la dinastía incaica ligada al poder divino. Colección privada. (Libro BCP. Colección Artes y tesoros del Perú)

En el libro se muestra cómo en los años previos a la independencia, se vive un renacimiento cultural inca, revitalizándose las artes y los iconos del incario. ¿Cómo surge este fenómeno?

El primero en hablar del renacimiento cultural Inca en las artes fue John Rowe. Él descubrió que algunas expresiones artísticas de origen inca como los keros, las conopas o las pachas hechos en el siglo XVIII en cerámica vidriada tenían antecedentes precolombinos. Hubo un renacimiento de la nobleza incaica y de las costumbres imperiales incas en pleno periodo virreinal. El propio Francisco Stastny dice que los caciques indígenas querían renovar el antiguo Tahuantinsuyo pero ellos, a su vez, ya eran cristianos y tampoco querían renunciar a su fe. Colocar plumas en la cabeza de las vírgenes o convertir al niño Jesús en el niño Jesús Inca es parte de un nuevo imaginario hibrido indígena mestizo americano, movimiento cultural propio del siglo XVIII. Una relectura de las sagradas escrituras para legitimar su deseo por la independencia.

Desde el poder español, aquel renacimiento cultural fue considerado un culto idolátrico indígena. Eso habla del profundo desencuentro cultural entre españoles e indígenas. Pareciera que el poder en el Perú mantiene esa incomprensión hasta hoy.

Si pues, la historia puede ser cíclica a veces. Quien se dio cuenta que todo este arte incaísta en el siglo XVIII tenía un contenido político explosivo fue Areche, el famoso visitador que se opuso a la rebelión de Túpac Amaru. Después de la rebelión, mandó destruir en el Perú todos los retratos de incas, escudos nobiliarios, textiles, festividades, teatro, música, todo lo que oliese a andino. Areche se da cuenta que esta cultura visual, parte de un renacimiento protonacionalista, hacía que la nobleza inca sintiera su poder político y social. Fue a partir de la rebelión de Túpac Amaru en que se obliga a los indígenas a vestir como europeos. Se intentó eliminar la raíz andina de las rebeliones uniformizando las culturas, eliminando la noción de Republica de indios separada de la Republica de españoles. Los borbones solo querían que exista una república y un solo rey.

Inca con mascaipacha. (Libro BCP. Colección Artes y tesoros del Perú).
Inca con mascaipacha. (Libro BCP. Colección Artes y tesoros del Perú).

¿Cree que ese proceso fue tan violento como el de la extirpación de idolatrías?

Sí, definitivamente. Y fue reprimida desde su base. Fue algo tan importante que los próceres de la independencia recordaban la rebelión de Túpac Amaru II como un antecedente.

Además del apego al antiguo régimen de los Austrias, cuán importante es el discurso bíblico para el discurso incaísta?

Lo que enciende la chispa de la independencia no fue la revolución francesa ni las ideas de la ilustración. Quizás le darán la forma final, pero el origen del pensamiento independentista es la teología medieval, es el escolasticismo, es el pacto de vasallaje firmado entre Manco Inca y Carlos V, roto por los borbones al no querer evangelizar a los indios. Es allí donde ellos empiezan a añorar la autonomía de su reino. Después de todo, el Cusco era el último bastión del escolasticismo medieval en América. Basta ver su arte: ¿Quiénes son los que están representados en todas las iglesias y conventos del siglo XVIII? Santo Tomas de Aquino, Duns Escoto, los santos de la edad media, los franciscanos y el culto a la Inmaculada. No veo retratos de filósofos seculares ilustrados. Lo extraordinario es que se utilizó el escolasticismo medieval para provocar la Independencia. Lo veo como la última etapa de un pensamiento autonomista virreinal. Ello justamente apunta a esta relectura del virreinato para poder estudiar mejor las continuidades y las rupturas entre estas dos etapas históricas tan importantes.

¿Cree que la retórica incaísta pervive hasta hoy?

En realidad, la utopía andina está viva y coleando. Lo vemos en algunos congresistas que hablan de un Tahuantinsuyo bíblico. Por otro lado, recuerdo con claridad imágenes del propio Fujimori y de Toledo vestidos de Inca. Los presidentes de la República seguirán por mucho tiempo apelando a esta idea del antiguo Imperio como modelo de legitimidad para expresar una identidad que, aunque se está perdiendo, permanece en el imaginario colectivo.


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