Ricardo Sumalavia: “La microficción te deja mucha libertad”
José Silva

Precisión y efectividad. Así podría resumirse el nuevo trabajo de (Lima, 1968). El escritor acaba de presentar “Enciclopedia Plástica” (Estruendomudo), un conjunto de microrrelatos en donde deja a la vista su talento para crear escenarios, situaciones y personajes que trascienden y logran insertarte fácilmente en la cabeza del lector.

El autor de obras como "Mientras huya el cuerpo", "Que la tierra te sea leve", "Retratos familiares" visitó “El Comercio” para hablarnos sobre el proceso de creación de esta nueva publicación, ya a la venta en las principales librerías del país.

-Se suele relegar injustamente el cuento por detrás de la novela. ¿Y cuál es la situación de la microficción?

Estamos ante un género que creo yo está ganando poco a poco espacio en el Perú. Eso es bueno porque puede extenderse entre más lectores. Su práctica también puede atraer a jóvenes creadores, aunque luego terminan descubriendo que no era tan fácil como parecía. Es decir, se le atribuye (a la microficción) una supuesta y falsa facilidad. Pero otro elemento es que, así como ocurre con la poesía, este género deja al escritor mucha libertad. No hay condicionamientos, expectativas editoriales, por lo tanto, el escritor puede crear como bien le parezca. No está tan preocupado por el mercado.

Probablemente al escribir una novela uno cierra determinado número de personajes. ¿Qué ocurre cuando estamos ante un libro con múltiples microficciones? Cuénteme los detalles de la escritura de “Enciclopedia Plástica”…

A pesar de que aquí hay decenas de microcuentos, no es que yo lo haya escrito continuamente, uno tras otro. Normalmente es un proceso muy divertido, pero me ha pasado que escribía uno y me quedaba en blanco varios días, sopesando lo escrito y recargando energías para el siguiente. Así fue el proceso. Quizás hay otros autores que prefieran escribir de un tirón cuatro, cinco o seis (microrrelatos). No es mi caso. A mí me funciona (lo otro) porque logro cierta intensidad interna en cada uno, con un mundo diferenciado.

¿Esto sin importar la extensión del microrrelato?

Tiene que ver más con el tema que quiero plantear en ese momento. Por eso algunos tienen dos líneas o tres, y otros una página o página y media. Está relacionado con el mundo que quiero representar en ese instante, que puede ir desde lo más narrativo –usualmente pasa con los (microrrelatos) más extensos—hasta algunos más cercanos a lo reflexivo, o en este caso a lo lírico.

¿En qué momento sintió que ya cerraba el número de relatos y el libro estaba terminado?

Como pasa con cualquier libro, normalmente hay al inicio lo que Vargas Llosa llamó ‘Magma literario’. Se escribe mucho pero luego hay un proceso de depuración que tiene que ver con la lógica interna del libro, con la estética y con la unidad que se está buscando. Ahora, en el caso particular de “Enciclopedia Plástica”, como pasó con mi primer libro de microficción (“Enciclopedia Mínima”), hay varias secciones y cierta búsqueda de unidad en cada una de estas. Busqué un equilibrio. No excederme ni tampoco pecar de ausencias. Aunque sí hubo muchos textos que quedaron fuera.

Teniendo en cuenta que no todos los lectores acostumbran a leer relatos de este tipo, ¿cuáles son las principales dificultades que enfrenta un autor de microficción?

Leer microficción implica un reto para el lector. Es un texto breve pero muy exigente. Esto implica cierto saber, conectarse al juego que le propone el autor. Y claro, para este último también es un riesgo porque uno propone ciertas reglas que pueden o no funcionar. Lo interesante es que el lector, poco a poco, puede sintonizarse, sentir empatía con la propuesta y lograr un goce estético para terminar pasándola bien. Y creo que eso se da con una disposición que tiene tanto el lector como el autor. La brevedad (de un texto) podría hacer pensar que alberga simpleza pero no es así, también se precisa cierto conocimiento del autor que debe ser decodificado por el lector.

¿Qué autores de microficción le han marcado como lector?

Me gustan mucho los textos de (Juan José) Arreola y de (Augusto) Monterroso. Para mí son dos de los más grandes autores de microficción. También está la escritora argentina Ana María Shua, que me parece muy valiosa y que merece ser mejor leída en el Perú.

¿Qué tan importante ha sido que su libro que tenga el auspicio de un ente como la Fundación para la Literatura Peruana?

Para mí ha sido una gran sorpresa que este tipo de fundaciones haya escogido a la microficción entre otras opciones como poesía, novela y cuento. Esto para mí fue doblemente importante por el premio, por el apoyo para materializar el libro y porque coincidió con mi regreso al Perú. Yo estuve fuera de mi país diez años y volver con una publicación así me ayuda a anclarme nuevamente aquí.

¿Cómo ha vivido usted el final de esta especie de exilio tras 10 años viviendo en Francia?

Viví 10 años en Burdeos, una ciudad que me ayudó en la posibilidad de conocer otra cultura, otra lengua. Y también fue muy importante para, desde esa otra lengua, seguir creando en español. Es decir, observar mi referente literario inicial (el Perú). Creo que el tomar distancia fue provechoso en mi caso.

Usted pudo antologar el libro “Selección peruana” con relatos de autores nacionales. ¿Cómo ve la evolución de la narrativa peruana en esta última década?

Definitivamente está mucho más productiva. En cuestión de calidad y cantidad hay una nueva hornada de autores que vale la pena seguir. Ahora, no estoy tan seguro de que pueda afirmar que entre esta generación y la anterior hay una ruptura estética, una renovación de códigos y valores en la escritura misma. Creo que no. Obviamente algunos cambios habrá pero no es que cada diez años todo se altere radicalmente. Lo que sí hay es un avance en la tradición narrativa peruana.

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