Rodrigo y Santiago Vera Cubas: hermanos en la poesía
Rodrigo y Santiago Vera Cubas: hermanos en la poesía
José Carlos Picón

A los 8 años, Rodrigo Vera Cubas se encontró con un libro plegable titulado “El viaje de los argonautas”. Su padre, militante de izquierda que había calado hondo desde muy temprano con la idea de “las cosas tienen que cambiar”, había llegado un día con esa serpiente de papel de casi 10 metros. El pequeño Rodrigo lo recorría y leía en el suelo de su casa. 

Santiago Vera Cubas, su hermano mellizo, experimentaba con la escritura en el espacio. Escribía en sus libretas y agendas escolares, hasta que un día se dio cuenta de que la escritura podía salir de aquel espacio configurado por las hojas de papel, y conquistó la pared de su habitación dibujando un cubo y algunas reflexiones. Este universo, el de ambos, representaba una suerte de relación especular que ubica dos polos de identidad creativa a cada lado del espejo. 

ANIMALES DEL CÓDIGO
Tiempo después, los hermanos estudiaron Filosofía en la Universidad Católica. Ya escribían poesía y cada uno tenía su forma singular e independiente de abordar la escritura. Ambos, además, son responsables del colectivo Anima Lisa, un tándem cuya búsqueda se enfoca en pensar la literatura y la poesía desde sus márgenes, fuera de los soportes tradicionales. 

Rodrigo acaba de publicar “Acajo mundo” (La Crema, 2015), un extraño libro que, según su autor, “tiene un tono balbuceante. No doy claves biográficas en él. El sentido aparece como una irrupción. Experimento con el lenguaje”. Así, por ejemplo: “Del flanco luz a la cabeza gacha / qué poco el cuerpo /qué el cuerpo toco / qué el sexo arrojo”. Su fascinación por la vanguardia literaria que bullía en “Trilce” de Vallejo, o la vitalidad del léxico y el diseño verbal de Oliverio Girondo, son palpables. 

Santiago desarrolló, en cambio, en su “Libro de las opiniones” (Paracaídas, 2014), la tendencia a conversar solo. En su niñez, los mellizos hablaban en un idioma incomprensible para los demás. Este código derivó, en Rodrigo, hacia una “verborrea experimental”; en Santiago, hacia una estética geométrica de posición frente al mundo. “No hablo de nada en el libro. Es metafórico el hablar de posiciones corporales. Trato de hacer elocuente el alrededor, y me pongo en el ángulo de un cuerpo que se sitúa y describe sin demasiada entrega, con sosiego, el universo de ese momento”, refiere Santiago. Veamos uno de sus poemas en prosa: “Mientras mi hermano está escribiendo sobre loros, yo me digo cosas pequeñas e influencias de mi tos: ambos (todos), asuntos de tamaño: «el tamaño de mis cuadrículas es mayor a la suma de los cuadrados de mis catetos». Yo, perpendicular al miedo, mido, cojo una vida, bailo también una vida como un trompo”. 


Versos de "Trilce" proyectados en un espacio en escombros, parte de una propuesta de Anima Lisa

Versos de

Sobre su trabajo con Anima Lisa, el tenor es la intervención del espacio público. “La ciudad no es un soporte neutro, es activo, que condiciona la textualidad y la palabra”, sostienen. El papel es un soporte para la escritura en solitario. “Nos interesa explorar la escritura en lo público”. Exploración que empieza y continúa en hermandad. 

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