Santiago Matamoros: transformación del apóstol de la violencia
Santiago Matamoros: transformación del apóstol de la violencia
Juan Carlos Fangacio

La anécdota está en la Biblia (Lucas 9, 51-56): cuando Jesús quiso entrar en una aldea de los samaritanos, fue rechazado por los pobladores. Consternados por el mal recibimiento, dos de sus discípulos, los hermanos Santiago el Mayor y Juan, le propusieron: “Señor, ¿hacemos caer fuego del cielo para que los devore?”.

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Es a partir de este episodio que Santiago y Juan fueron bautizados como los “hijos del trueno” y es probable que allí comenzara la fama del primero como espíritu belicoso, un guerrero que algunos siglos después se convertiría en el símbolo de la lucha cristiana contra los musulmanes: Santiago Apóstol se reencarnaría en Santiago Matamoros, el terror a caballo del islam y una de las representaciones católicas más poderosas hasta la actualidad.

Ese paso de lo religioso a lo bélico se vio reforzado por toda una historia de combates, alianzas y traiciones de tinte militar que, paradójicamente, hoy vuelve a adquirir una dramática notoriedad con el surgimiento del Estado Islámico en Europa y la creciente respuesta discriminatoria contra el mundo árabe. ¿Es más fuerte la cruz que la espada?

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CONQUISTA DE AMÉRICA
El libro del antropólogo e historiador Luis Millones y de la educadora Renata Mayer, “Santiago Apóstol combate a los moros en el Perú”, ahonda en cómo ese mito llegó a las Américas y se expandió como un vendaval, con características particulares en cada país. La labor evangelizadora de los españoles –que traían por lo menos un sacerdote en cada viaje– estuvo muy ligada al uso de la violencia, en lo que se llamó extirpación de idolatrías.

Cronistas como el Inca Garcilaso o Guamán Poma lo han dejado por escrito. El español Martín de Murúa, en su obra "Historia general del Piru", lo describe así: “Dicen que andando en el mayor conflicto de la pelea paresció uno de un cavallo blanco en favor de los españoles y haciendo un los yndios gran matanza y que todos huyan dél y muchos españoles tuvieron por cierto que era Mancio Sierra, conquistador principal del Cusco y que después averiguando el caso hallaron que Mancio Sierra no había pelado allí sino en otra parte y no avia otro que tubiese cavallo blanco sino él y ansí se entiende aver sido el Apóstol Santiago singular Patrón y defensor de España el que allí aparescio por lo qual la ciudad del Cusco le tiene por abogado”.

En “La imagen transgredida”, el antropólogo Ramón Mujica retoma la alegoría del trueno para explicar por qué los indios identificaron a Santiago Matamoros como el símbolo ibérico de la Conquista. Pero esa andinización del personaje transfiguró a Santiago Matamoros en Santiago Mataindios, otra figura icónica, nombrado incluso patrón de América.

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EL CASO DE COLÁN
Pero el libro de Millones y Mayer no se centra en la tradición andina de Santiago Matamoros/Mataindios, sino en su versión del distrito de Colán (Piura), donde desde hace muchos años se celebra la festividad denominada El Caballito de Santiago. Esta, entre el 24 y el 28 de julio (el 25 es su día central), reúne a cientos de pobladores y visitantes en un culto de bailes, vestuarios y máscaras que representan al apóstol en una muy peculiar forma.

“El Santiago de Colán no tiene ninguna relación con el Santiago Mataindios de la serranía, que está más ligado al ganado. Son cosas distintas –explica Millones–. En los Andes, como sucede en muchas partes del Perú, la población sobrepasa la imagen católica y adora una imagen de características más indígenas”. En Colán, en cambio, la figura de Santiago Apóstol luce muy española, en parte debido a su condición de primer puerto que tuvo la provincia de Paita para los conquistadores.

Es tan propia la festividad que los colareños lo llaman Felipe Santiago: algunos dicen que ese es su verdadero nombre; otros, que Santiago es el apóstol y Felipe, su caballo. No hay versión confirmada alguna.

Pero ¿es realmente la imagen una apología de la violencia? Hace unos años, en Santiago de Compostela se retiró la figura de Santiago Matamoros de una catedral para no incitar agresiones. “Yo entiendo que la situación política mundial siente la presencia musulmana como una agresión –opina Millones–. Pero no sé si retirando imágenes o cualquier gesto estético realmente se contribuya a la buena voluntad entre los pueblos”.

Más allá de cualquier polémica, la imaginería está. Y el peso de la historia y de la fe es su más fuerte aliado.

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DE ESPAÑA A COLÁN: UNA TRADICIÓN QUE SE ADAPTA

“Santiago Apóstol combate a los moros en el Perú” ofrece una particular representación de Santiago Matamoros en el distrito de Colán, provincia de Paita. Para Luis Millones, quien ha estudiado por años esta zona del Perú, la imagen tan española que desprende —y que la diferencia del Santiago Mataindios de otros pueblos andinos— responde al fuerte vínculo histórico que se ha mantenido con España a lo largo de los años.

“Todas las tradiciones españolas llegaban siempre al puerto de Paita, antes de que se instaurara el del Callao como primer puerto, y luego caminaban hacia Lima”, explica el autor. Por eso, en la festividad El Caballito de Santiago desfilan incluso banderas españolas, algo que no se observa en otras localidades del país.

El libro, además, profundiza en el patrón migrante de este pueblo costero, que por su cercanía al mar muestra dinámicas muy diferenciadas de comportamiento: desde su comercio con la sal, el algodón y la pesca artesanal —actualmente en severa crisis— hasta los mitos sobre ballenas varadas y barcos fantasmas.

Además de lo dicho, Millones hace hincapié en que el culto a las imágenes en la cultura popular y religiosa peruana es una realidad concreta, muy distanciada de la condición metafórica que suele plantear la Iglesia Católica.

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