Roger Santiváñez y Mirko Lauer. Fotos: El Comercio.
Roger Santiváñez y Mirko Lauer. Fotos: El Comercio.
José Carlos Yrigoyen

La historia es esta: en 1975, el adolescente Roger Santiváñez, viviendo plenamente en poesía, se muda de la plácida Piura a Lima -”enorme monstruo urbano”, como la describiría luego- y una de sus primeras acciones es comprar un cuaderno espiral donde escribirá un libro llamado “Something going”, en honor al hit de Telegraph Avenue. En él registra, por medio de ilaciones de versos breves, su recuerdo de amores reales y platónicos, el ánimo revolucionario de aquellos años tumultuosos, los paraísos artificiales de las hierbas blandas y demás elementos propios de la idealista -y en el fondo, inocente- juventud de los setenta. Guardó el cuaderno durante varias décadas, y aunque en una noche delirante intentó deshacerse de él arrojándolo entre el tráfico del centro de Lima, milagrosamente regresó a sus manos. Convencido de que esos sucesos no ocurren porque sí, decidió darlo a la imprenta para que ya no se pierda, para depositarlo en la segura memoria de sus fieles lectores.

Pese a que Santiváñez declara que “Something going” debe su nombre también a que no tenía muy claro el norte de lo que iba enhebrando en esas páginas, que califica de dispersas, extraviadas y erráticas, su lectura muestra un concepto estético y temático bastante coherente. Apoyándose en una dicción que recuerda al Luis Hernández de “Vox Horrísona” (“He organizado mi soledad /de tal manera / que ni la hierba”), pero asimismo al primer Westphalen y al Martín Adán más avezado, consigue en sus mejores momentos un discurso de ágil fluir con que logra comunicar penas y deslumbramientos. Como en todo escarceo iniciático, es patente a ratos la falta de oficio, el trabajoso esfuerzo por aprehender los recursos para decir lo que se quiere y no lo que se puede (de lo que el poeta es muy consciente: “En este instante en que solo tengo una voz / un ritmo musical en mi habitación”). Pero ya en estos poemas se evidencian marcas y obsesiones que caracterizarán la poesía de madurez de Santiváñez: el impulso experimental, una lascivia trasgresora, la búsqueda de la belleza que encierra toda decadencia urbana. “Something going” es, por ello, un libro cuyo valor no se limita a lo documental.

Por su parte, Mirko Lauer prosigue un tramo muy prolífico de su trabajo poético con “Las arqueólogas”, que aparece en elegante edición del reactivado Álbum del Universo Bakterial. Desde Sobre vivir (1986), Lauer se había enfrascado en una indagación neobarroca -que ungía a Lezama Lima como referencia más notoria- que le deparó algunos memorables frutos, abriendo un sendero muy personal (y riesgoso) en el conjunto de la generación del sesenta en que la crítica lo adscribe. A partir de Sologuren (2018), se trasluce un retorno al conversacionalismo recorrido en su Ciudad de Lima (1968), otro de sus libros capitales, además de un berrymaniano lamentar por el decaimiento corporal, la sombra de la vejez y la amenaza de tiempo destructor. Motivos y elecciones que se prolongan en esta reciente entrega, legando algunos poemas que nos devuelven a este autor en su mejor forma.

Lauer siempre fue diestro en aplicar esa enseñanza de los beatniks acerca de la desjerarquización de elementos de elevada cultura mezclados con otros de menor linaje y hasta de dudosa procedencia (no por nada entre los textos destacados está una “Imitación de Ginsberg”). Personificándose en diversos artefactos y símbolos precolombinos, invoca la poesía como defensa contra la muerte (es lo que acontece en su memorable “Holograma”: “Quiero que por un instante ese lampo encienda / Una súbita medianoche de templos perdidos, / De los que se puede escuchar, Perséfone, / Una lenta cascada de oscuridades que ascienden”) y al humor de estridencia kitsch para conjurar cualquier pregunta celeste, aderezado de cierta sicalipsis jergal que parece beber del “Triunfa la calatería” proclamado por Martín Adán envuelto en el frío siniestro que brama. También sabe dejarse llevar por la nostalgia sostenida en la reflexión que más que atemperar la emocionalidad la redimensiona: es el caso de “Eielson” (“Desorientado por sus encuentros con la belleza, / La cual nunca realmente lo ayudó. Los poemas / Fueron el espléndido disfraz de un largo lamento. / Los entregaba como joyas robadas al sueño, / Con fechas alteradas para no envejecer”). Las arqueólogas posee, pues, una explosiva concisión digna de visitarse.

La ficha

Título: “Something going.”

Autor: Roger Santiváñez.

Editorial: Personaje secundario

Año: 2021

Páginas: 68

Relación con el autor: amistad

Valoración: ★★★☆☆

Título: “Las arqueólogas”

Autor: Mirko Lauer

Editorial: Álbum del Universo Bakterial

Año: 2021

Páginas: 50

Relación con el autor: ninguna.

Valoración: ★★★ y ½ estrellas de un total de cinco

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