A la izquierda Charles Manson en una entrevista con Reuters en 1989, 20 años después de los crímenes por los que fue condenado. A la derecha, "Las chicas" de Emma Cline, uno de los mejores libros que se han escrito sobre este caso. Fotos: Reuters/ Anagrama.
A la izquierda Charles Manson en una entrevista con Reuters en 1989, 20 años después de los crímenes por los que fue condenado. A la derecha, "Las chicas" de Emma Cline, uno de los mejores libros que se han escrito sobre este caso. Fotos: Reuters/ Anagrama.
José Carlos Yrigoyen

La notable escritora Joan Didion conoció y simpatizó con la actriz Sharon Tate, joven esposa del director Roman Polanski, poco antes de que los crueles emisarios de Charles Manson (autonombrados sin ninguna ironía “La familia del amor”) la emboscaran en su propia mansión, la apuñalaran decenas de veces y la colgaran de una viga. Después inscribieron la palabra “cerdos” con su sangre en la puerta por donde escaparon. El espantoso asesinato afectó tanto a Didion como estremeció a la sociedad norteamericana de ese entonces, al grado de escribir un potente ensayo, “El álbum blanco” -recogido en castellano dentro de la compilación “Los que sueñan el sueño dorado”- en el que explica con agudeza por qué, entre todos los crímenes que sacudieron aquella etapa de excesos, el instigado por Manson sigue siendo punto de quiebre para una generación entera y símbolo de la derrota de sus más caros principios: “Este coqueteo místico con la idea del “pecado”, esta sensación de que era posible ir “demasiado lejos” y que mucha gente lo estaba haciendo, se tuvo muy presente en Los Ángeles en 1968 y 1969. Un vórtice demente y seductor. La tensión se estaba construyendo en la comunidad. Los nervios empezaban a surgir. Recuerdo una época en la que los perros ladraban todas las noches y la luna siempre estaba llena (…) La tensión se rompió ese día. La paranoia se cumplió”.

Para comprender las motivaciones y trastiendas que desembocaron en la matanza de aquella noche del 8 de agosto de 1969, es imperativo sumergirse en las ochocientas páginas de “Helter Skelter”, libro definitivo acerca de Manson -alias Jesucristo- y su devastadora carrera delincuencial. Escrito por Curt Gentry y Vincent Bugliosi -quien fuera además el fiscal del caso-, el texto revela hasta los detalles más nimios de la escalada sangrienta llevada a cabo por unas adolescentes convencidas de que la palabra de su líder era de obligatorio y sagrado cumplimiento. Apoyados en centenares de documentos, entrevistas y materiales periodísticos y judiciales, Gentry y Bugliosi no solo reconstruyen el antes, durante y después de los homicidios, sino que los contextualizan dentro de un periodo histórico que, como apunta Kiko Llaneras en el prólogo, fue casi un disparador para que Manson pudiera seducir a un puñado de chicos embotados por los psicotrópicos y su confusión espiritual. La ligereza infantil de la juventud de los años sesenta ante los grandes asuntos de su tiempo, la paz inimputable que enarbolaban contra los “cerdos” del poder y del dinero, consiguió que la alucinada California se embarcara en un mal viaje sin regreso. Junto al trágico concierto de Altamont, organizado en diciembre del mismo año, los asesinatos de Manson y sus acólitos significaron el fin del hipismo y su inocencia. Citando a Allen Ginsberg, la conclusión de esta canción es que el mundo es un lugar horrible.

Manson, nos guste o no, es más que un repugnante asesino en serie: ningún otro criminal ha tenido su calado en la reciente cultura popular. Un ejemplo entre muchos: la inclusión de un tema de su autoría (“Look At Your Game, Girl”) en el “The Spaghetti Incident” de Guns n’ Roses, lo que provocó protestas de Doris Tate, inconsolable madre de Sharon. También ha inspirado algunas novelas de valía, como la exitosa “Las Chicas” de Emma Cline, maestra del detalle y de la tensión psicológica. Escasas son las ficciones que han atrapado con medidas tan generosas de elocuencia e imaginación el entorno, los seres y las cosas que compusieron ese sismo sociocultural que significaron el final de los sesenta y los primeros años de la década siguiente. Los páramos y los deshidratados pueblos de la costa este, las carreteras horadando el aura rural, las comunas juveniles, harapientas y al borde de la ley, son el escenario de las vicisitudes de Evie, una jovencita conflictuada con su familia y la autoridad que cae en una ambigua relación con Susan, parte del harén de Russell, sucio santón con los mismos sueños de fama que Manson, y que expone a nuestra heroína a una encrucijada cuya resolución solo comprueba un instinto narrativo formidable.

Decenas de libros sobre este asunto han quedado en el tintero. Y por lo que entiendo, se anuncian varios más. La leyenda sigue vigente.

  • Joan Didion. Los que sueñan el sueño dorado. Mondadori, 2012.
  • Curt Gentry y Vincent Bugliosi. Helter Skelter. Contra, 2019.
  • Emma Cline, Las chicas. Anagrama, 2015.

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