El historiador y antropólogo Luis Millones realizará desde el próximo 16 de marzo un ciclo de conferencias vía zoom tituladas "El Perú es una fiesta", en la plataforma de la galería Yvonne Sanguineti
El historiador y antropólogo Luis Millones realizará desde el próximo 16 de marzo un ciclo de conferencias vía zoom tituladas "El Perú es una fiesta", en la plataforma de la galería Yvonne Sanguineti
/ Hugo Perez
Jorge Paredes Laos


Desde siempre las fiestas en el Perú profundo han sido mucho más que una celebración. Han sido, sobre todo, manifestaciones de la memoria, la reciprocidad y el intercambio comercial de cientos de pueblos que se movilizan, organizan y subsisten a partir de la festividad a un santo patrón, una cruz o un cerro protector. Esos lazos han sido rotos ahora por la pandemia, algo que ha sido devastador para la economía de estas localidades. De esto, conversamos con el antropólogo e historiador Luis Millones, quien, junto con la educadora Renata Mayer, ofrecerá desde el próximo 16 de marzo, y por diez semanas consecutivas, un ciclo de conferencias virtuales a través del Zoom de la . “Salvo la del Corpus Christi, yo hablaré mayormente de fiestas en pueblos pequeños y decidí hacerlo porque sabe Dios si después de la pandemia estas celebraciones podrán continuar”, comenta Millones con cierta desazón.

¿Cuál es el efecto de la pandemia sobre las fiestas tradicionales y lo que ellas significan para los distintos pueblos?

En general, se ha visto cómo las comunidades tienden a encerrarse, con lo cual el ritmo de las fiestas se quiebra, porque estas son oportunidad de intercambio con las comunidades vecinas. Recuerda que la decadencia de Sendero Luminoso empezó con la prohibición de las ferias y fiestas, en ese momento nacieron los grupos de defensa porque, justamente, estas actividades son motivo no solo de celebración, sino sobre todo de intercambio de mercados, de interrelación con las comunidades vecinas. Prohibir las fiestas era liquidar esta organización económica. Ahora con la pandemia la situación es grave, en primer lugar, la reacción política ha sido complicada, en menos de dos años hemos tenido cuatro presidentes, o sea imagínate todas las complicaciones que eso trae. Yo tengo 81 años y todavía no sé si me vacunarán o no, mi esposa (la educadora Renata Mayer) tiene más de 70, y tampoco lo sabe, y vivimos en Lima. Si esto sigue así, las fiestas no tienen ninguna posibilidad de sobrevivir.

La celebración del Corpus Christi se celebra en Cusco, pero también en Lima y en otras ciudades del país. Las fiestas son manifestaciones de la memoria pero también espacios de intercambio comercial rotos ahora por la pandemia.
La celebración del Corpus Christi se celebra en Cusco, pero también en Lima y en otras ciudades del país. Las fiestas son manifestaciones de la memoria pero también espacios de intercambio comercial rotos ahora por la pandemia.
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La pandemia ha desnudado la precariedad de la salud en el país y también lo desconectados que estábamos

El Estado ha sido sobrepasado por la cantidad de problemas porque la pandemia significa, entre otras cosas, una crisis económica, la gran mayoría de peruanos tiene que salir a buscar trabajo, y muchos trabajos ya simplemente han desaparecido, imagínate todo el personal que atendía en hoteles y restaurantes para empezar, se abren y reabren, pero el tema es que no está planificado nada. Y en el área nuestra, la cultura, se está luchando para que sea por lo menos visualizada dentro de la situación nacional para seguir sobreviviendo. Existen otras áreas culturales además de las fiestas, como las arqueológicas, ¿quién las cuida ahora? Nadie.

La fiesta: un modo de vida e intercambio comercial

Lo que buscas entonces con este ciclo de conferencias es poner en relieve el tema de la fiesta y anunciar el peligro que su desaparición puede significar para muchos pueblos.

Por supuesto, el tema de la desaparición de una festividad como bien has captado es una alteración del sistema económico, del sistema comercial de los pueblos. Una fiesta significa que las poblaciones vecinas se han organizado de tal manera que pueden celebrar al mismo santo, pero no en el mismo momento. Si una comunidad celebra a San Pedro un día, la otra comunidad vecina lo celebra dos semanas después, así se aseguran el público y el tráfico comercial recíproco. Eso está pensado hace siglos para no estorbarse. Ahora la pandemia destruye todo esto.

En Monsefú, Chiclayo, se realizan varias festividades, entre ellas las del Señor Cautivo, que es una oportunidad para que artesanos locales puedan vender sus productos, un sistema que ahora está en peligro. Foto: Nadia Quinteros.
En Monsefú, Chiclayo, se realizan varias festividades, entre ellas las del Señor Cautivo, que es una oportunidad para que artesanos locales puedan vender sus productos, un sistema que ahora está en peligro. Foto: Nadia Quinteros.
/ NADIA QUINTEROS
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En ese aspecto, ¿cómo crees que puede recomponerse este tejido social, económico, cultural después de la pandemia?

En primer lugar, es urgente organizar el tema de las vacunas, con una distribución nacional eficiente y rápida, y no ponerse a discutir si esta será privada o pública. Hay que mirar fríamente qué resulta más conveniente. Por supuesto, lo que se supone es que el Estado proveerá vacunas a todo el país, pero veamos cómo puede hacerlo. El sistema de distribución en una sociedad geográficamente tan quebrada como la nuestra no es tan simple y más aún con un proceso de migración tan acelerado. Por ejemplo, en Lima hay comunidades de shipibos-konibos que necesitan ser atendidas y ya no están tan lejos como sus pares en la Amazonía. El gobierno tiene que estar pensando todo eso, pero estamos en épocas de elecciones y uno escucha las promesas y los lemas tan desfasados que se nos paran los pelos de punta. ¿Que es esto? Se entiende por qué el bajo porcentaje de la población dispuesta a votar.

La fiesta del Corpus Christi en el centro de Lima. La mayoría de las festividades del Perú profundo se realizan también en Lima por comunidades de migrantes que crean lazos de ayuda con sus lugares de origen. Estos lazos también se han perdido por la crisis sanitaria. Foto: Sonia Obregón.
La fiesta del Corpus Christi en el centro de Lima. La mayoría de las festividades del Perú profundo se realizan también en Lima por comunidades de migrantes que crean lazos de ayuda con sus lugares de origen. Estos lazos también se han perdido por la crisis sanitaria. Foto: Sonia Obregón.
/ SONOA OBREGON

La pandemia como espejo

Como dices todo se vuelve más difícil en un país que no ha tenido una estructura estatal eficiente previa, como conocedor de la sociedad peruana, ¿qué tendríamos que cambiar a partir de esta pandemia?

El Perú tiene que empezar a recrearse de nuevo porque antes de la pandemia tampoco funcionaba bien. Hay que aprovechar este duro golpe para mirarnos en el espejo y ver lo desagradable que era vivir así. La pandemia, en ese sentido, es un espejo en el que tú puedes descubrir cómo eres realmente. Entonces, la ventaja posible dentro de esta desgracia es lograr que, con la reconstrucción, esa figura que has visto en el espejo sea mejor. Con eso ya habremos avanzado mucho.

Un buen punto de partida después del bicentenario

Espero que sí. El tema del bicentenario me parece penoso, la gente habla de celebrar, de conmemorar y, bueno, es legítimo en términos de noticia histórica; pero es trágico en términos de situación presente.

Más información

En este ciclo de charlas, Luis Millones mostrará una selección de diez de fiestas, producto de sus investigaciones en diversas localidades de nuestro país. Será cada martes, a las 7:00 p.m. desde el 16 de marzo hasta el 18 de mayo. Inscripciones en cursos@yvonnesanguinetigaleria.com


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