¿Cómo fue que un contador del siglo XVI terminó creando uno de los documentos más importantes y únicos de la historia de la moda: el primer libro de moda del mundo?

Con un extraordinario proyecto, un contador de Augsburgo en Alemania registró en detalle lo que vistió durante 40 años.

Matthaeus Schwarz trabajaba para la familia Fugger, una de las más importantes y acaudaladas de las familias alemanas de mercaderes y banqueros de la época.

El interés del contador por la ropa se despertó cuando era joven, lo que lo llevó a comisionar acuarelas en 1520 no sólo de lo que se puso desde que tenía 23 años, sino que pidió que hicieran una retrospectiva de lo que había usado desde que era chiquito.

Durante cuatro décadas encargó un total de 137 acuarelas originales de sus vestimentas, pintadas por tres artistas principales.

Cuando cumplió 63 años de edad mandó a encuadernar las páginas, creando lo que se llegó a conocer como el Libro de ropa de Schwarz.

No hay ningún registro gráfico como ese, dicen los expertos.

Lo que produjo es un documento único en la historia de la moda: un tesoro de información, exclama Ulinka Rublack , quien investiga historia moderna temprana europea en la Universidad de Cambridge y es autora de Vestirse: identidad cultural en la Europa del Renacimiento.

La obra de Schwarz está guardada en un pequeño museo de Brunswick, Alemania, y no había sido estudiado en detalle hasta ahora.

Para Rublack, él era un innovador que no se dejaba limitar por las reglas de estilo.

Además, fue una de las primeras personas interesadas en la moda como fenómeno cultural, asegura Rublack, en conversación con la BBC: En esa época dice los alemanes ricos se aseguraban de vestirse apropiadamente pero consideraban que la moda en sí era una bobada.

BURLANDO REGLAS Para más dificultad, las convenciones sociales eran estrictas y había reglas sobre la forma de vestir.

Las leyes suntuarias, dictadas con el propósito de restringir el lujo o la extravagancia, estipulaban cuáles eran los vestuarios y joyas apropiadas para el rango de cada persona.

Un empleado definitivamente no se podía vestir con más extravagancia que su jefe. Y Schwarz tenía una complicación más: a sus extremadamente acaudalados patrones les preocupaba parecer excesivamente ricos así que hacían el esfuerzo por vestirse como si lo fueran menos, cuenta Rublack.

Así que a Schwarz le tocaba ver cómo encontrarle la vuelta a las reglas.

Si se prohibían las medias adornadas, adornaba las mangas, por ejemplo, le cuenta a la BBC Maria Hayward , profesora de historia moderna temprana europea de la Universidad de Southampton, en Reino Unido, especializada en textiles y ropa.

Lo hacía todo para crear atuendos.

Como trabajaba para mercaderes importantes, tenía acceso a telas finas y contactos para conseguir lo que necesitaba. Empleaba a los mejores artesanos, cuenta Jenny Tiramani, diseñadora de teatro y directora del School of Historical Dress. Todo tenía que ser hecho a mano, pues la máquina de coser aún no había sido inventada.

EL LENGUAJE DE LA ROPA Muchas de sus vestimentas eran notablemente elaboradas. Y los colores y accesorios que usaba a menudo tenían un significado específico.

Usaba los atuendos por razones sociales y políticas, desde para lograr un ascenso hasta para cortejar a una mujer.

El elaborado atuendo rojo y amarillo fue elaborado para el retorno del emperador Carlos V del Imperio Romano Germánico. Ocurrió tras un período de nueve años durante el cual muchas partes del imperio se habían vuelto protestantes.

Schwarz escogió esos colores pues estaban asociados con la felicidad y su objetivo era demostrar su lealtad al Catolicismo y al emperador, señala Rublack. Y surtió efecto: le dieron un título nobiliario en 1541, lo que representaba un enorme salto en el estatus social.

PIONERO DESNUDO Hay otra razón por la cual el libro de Schwarz es innovador, afirman los historiadores: incluye dos imágenes de él desnudo cuando tenía 29 años, una de frente y otra de espaldas.

En ese tiempo, era muy raro que se pintaran desnudos en un contexto laico. En general se pintaban en un contexto clásico o bíblico, apunta Rublack. Los desnudos de Schwarz sencillamente documentan cómo se veía sin ropa.

Ni siquiera trató de verse mejor, algo casi inaudito en la época: Me he vuelto gordo y grande, anota él mismo bajo las imágenes.

También comisionó que le pintaran cuando se estaba recuperando de un derrame, cuando tenía 52 años. Otra primicia, estiman los historiadores.

VANIDAD SIN FERIAS En nuestro mundo moderno, en el que todas las facetas de la vida son documentadas, es difícil entender cuán sincera era esa representación.

Su honestidad era tan inusual, dice Rublack.

La gente usaba las pinturas para proyectar cierta imagen de sí mismos pero las pinturas de Schwarz no son idealizadas. Era notablemente honesto respecto al curso de la vida y el envejecimiento, mostraba lo que se podía controlar y lo que no.

Pero hay otro aspecto crucial de este libro: cuestiona la corriente de pensamiento que asegura que la moda sólo estuvo al alcance de todos a partir del siglo XVIII.

El cliché era que quien no atendía la corte real andaba en harapos grises o vestidos con tela de costal, indica Tiramani.

Respecto a la razón por la cual Schwarz hizo el libro, es un misterio: puede haber sido por vanidad o porque quería dejar un registro de la moda contemporánea.

No lo publicó, pero tampoco lo escondió. Tras su muerte, el libro quedó en la familia hasta que lo vendieron.

Es posible que no fuera la única persona que hacía estos libros pero éste es el único que sobrevivió; simplemente no lo sabemos, le dice Tiramani a la BBC.

Pero cualquiera que haya sido su razón, no es algo que uno espera que haga un contador, ni entonces ni ahora.

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