Adele, retratada por Simon Emmett para "30". (Foto: Difusión)
Adele, retratada por Simon Emmett para "30". (Foto: Difusión)
Melvyn Arce Ruiz

Entre las 12 canciones que integran el nuevo disco de hay una que resume muy bien su valor confesional. Se llama “My Little Love” (“Mi pequeño amor”) y está compuesta por unos audios en los que se oye a la cantante conversar con su hijo Angelo sobre la decisión de . “Mami ha estado sintiendo cosas muy fuertes últimamente. Estoy un poco confundida y no sé realmente qué estoy haciendo”, le dice la artista al niño. Aunque la sensación de intimidad es un rasgo distintivo en sus composiciones, -y en este tema en especial- llega a tal nivel que uno se siente presente en esa habitación, con el pudor de estar escuchando algo demasiado privado.

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Pero en “30″ Adele toma ese tipo de riegos. Va un paso más allá en sus letras y en la música para demostrar que se sobrepuso a lo que considera fue la peor etapa de su vida, aquella en la que el final de su matrimonio con Simon Konecki, su pareja por diez años, le hizo creer que estaba repitiendo con su hijo los mismos errores que cometieron sus padres con ella.

De entrada, “30″ nos lleva a un lugar diferente. “Strangers by Nature” arranca con una orquestación de cine clásico que nos hace sentir que Judy Garland está por salir a escena. Pero mientras la música evoca a la tierra de Oz, Adele canta: “Llevaré flores al cementerio de mi corazón”. El clima cambia con “”, el sencillo con el que se dio a conocer el álbum y en el que clama por redención: “Yo era todavía una niña que no había tenido la oportunidad de sentir el mundo alrededor”.

Si bien canciones como esta o “Hold On”, otra balada que cantó por primera vez en vivo en “One Night Only”, el especial conducido por Oprah Winfrey que estrenó una semana antes del lanzamiento del disco, nos hacen sentir que Adele va por un camino ya conocido, en realidad, hay muchas sorpresas auditivas en el álbum. En el noventero “Cry Your Heart Out” hay elementos de reggae que te dan cierta sensación de paz, aunque la letra diga: “Llora, que las lágrimas te lavarán la cara”. En “Oh My God” se llena de trucos sonoros para la que podría ser la sucesora de “Rolling in the Deep” y en “Can I Get It”, producida por el todopoderoso del pop Max Martin, juega con guitarras acústicas con un efecto adictivo como el de “Wonderwall” de Oasis.

Al cierre, Adele demuestra que su madurez también es vocal. Con “To Be Loved”, dedicada a su padre alcohólico, cuyo distanciamiento en su infancia le hizo creer que no era digna de amor, la cantante desborda tal potencia que ya ha dicho que no siente capaz de incluir ese tema en sus conciertos sin el riesgo de quebrarse emocionalmente.

Pero sus palabras finales -en “Love is a Game”- también anuncian posibles giros en la historia: “El amor es un juego para tontos, pero sé que lo volveré a jugar otra vez”. Después de todo, un poco de drama no le cae mal a nadie y quién mejor que Adele para cantarlo.

El Dato

  • Tras el estreno de “30″ volvieron a aparecer en el ránking de los discos más oídos en Spotify, sus antecesores “25″ y “21″.
  • Hasta el momento, los temas de “30″ con más reproducciones por streaming son: “To Be Loved”, “Can I Get It”, “I Drink Wine”, “Love Is A Game” y “Oh My God”.

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