Hacer horas de cola en las afueras del local donde nuestro grupo favorito va a tocar parecía un fervor desmedido. Acampar, una locura. El K-Pop ha superado por goleada cualquier comparación con los shows de estrellas de rock y artistas consagrados. Super Junior toca hoy en el Jockey Club, y sus fanáticas más acérrimas decidieron que el colegio podía esperar desde hace más de un mes. Han venido desde diversos puntos del país. Para ellas, todo vale con tal de ver a sus ídolos. ¿Esta fiebre popcoreana es dañina?
FRANCISCO BOBADILLA Comunicador y especialista en Antropología consultado por El Comercio Piura
Más que generacional, yo diría que el fanatismo por el pop coreano es un fenómeno femenino, pues en su mayoría, quienes consumen la música y los productos de estas bandas son las mujeres.
Ahora bien, independientemente del género, los seres humanos estamos llamados a admirar, ya sea un paisaje, una epopeya o a un personaje, y esa apertura a los intereses es señal de buena salud psíquica.
Quizá la intensidad de la fascinación sea distinta según los intereses de las personas, pero considero que alguien que admira, aunque de forma desbordante, ya tiene una ganancia.
Por el contrario, me preocuparía si los jóvenes no tuvieran alguna afición. Prefiero que tengan ese fanatismo por los grupos coreanos de música pop como una pasión dominante a que vayan por la vida sin sentido.
Es mejor que tengan una afición a que sean una especie de amebas. Además, los seguidores de la música coreana terminan interesándose por la cultura asiática y acercándose a un nuevo mundo, a diferencia de quienes tildan sus gustos de extravagantes.