MELVYN ARCE RUIZ (@Estenopeica) Redacción Online

Alejandro Rivas y María Laura Bustamante tuvieron en sus primeras incursiones musicales proyectos muy disímiles a lo que actualmente hacen como el dueto Alejandro y María Laura. Él era el guitarrista de una banda de rock progresivo llamada Los Winkearbeats y ella uno de los tres elementos del grupo de arreglos vocales Ezquilache. Cuando la música parecía no ser el camino ideal para trazar eso que algunos llaman carrera profesional, ambos continuaron con otras de sus pasiones. Alejandro se inclinó por la producción audiovisual y María Laura por las artes escénicas. Allí, las circunstancias los llevarían de retorno a donde todo comenzó: el cine y la música, el teatro y la música. Empezaron a escribir canciones que encantaban a sus amigos de la universidad, luego a sus compañeros de trabajo en un viaje a Estados Unidos y, finalmente, a Matías Cella, el productor detrás del sonido de Kevin Johansen, por mencionar algunos.

Fue Mabela Martínez quien los puso en contacto con el argentino que, aunque se encontraba en una etapa de receso en la que solo quería dedicarse a su familia, quiso grabar al dueto que lo había impresionado y con el que, dos años después, se reencuentra en un nuevo disco.

¿Cómo fue el trabajo con Matías Cella para este segundo álbum? ¿Ha sido la misma dinámica del “Paracaídas” o algo más parecido a volver a ver a un viejo amigo? Alejandro: Definitivamente, Matías se ha vuelto nuestro amigo. Al comienzo era una persona a la que admirábamos. María Laura, por ejemplo, es muy fan de la música de Kevin Johansen y Jorge Drexler y, cuando supimos que él produciría el disco y que había trabajado con ellos dos, sentimos una gran emoción pero también mucho miedo. Ya cuando lo conocimos descubrimos a la persona más sencilla del mundo. Nos quedamos a dormir en su casa y cuidamos a su hijita, que ahora tiene dos años y medio de edad.

María Laura: Cuando nos íbamos a Argentina yo le decía a Alejandro: “¡Qué miedo! ¿Qué hacemos si no nos gusta lo que hace Matías?, ¿cómo se lo decimos? ¿Qué pasa si él quiere llevar el disco por un lado que no nos gusta? Pero todas esas preguntas se fueron con la primera conversación que tuvimos. Nos dimos cuenta que compartíamos los mismos gustos musicales y eso para un trabajo en equipo resulta esencial. Más allá de la confianza que le tenemos a Matías como técnico experimentado, está la confianza que nos da el hecho de que nos gusta lo que a él le gusta, el hecho de que compartimos música y somos amigos. Además, ya en esta segunda experiencia compusimos las canciones pensando en lo que él podía aportar. Compusimos dejando espacios para Matías. Le mandábamos las bases pero ya con una idea de cómo podía ser la sonoridad posterior del disco.

Escuchaba “Nadie puede amar a un fantasma” y es un tema muy pop, muy de banda, diferente al sonido acústico de su primer disco. ¿Por allí va el sonido de este segundo trabajo? María Laura: Creo que el disco es bien ecléctico. No te vas a encontrar con once canciones más iguales a esta. Hay temas que sí son más rockeros y tienen esa cosa en común de las guitarras eléctricas, del sonido de banda, pero también hay canciones más acústicas, más infantiles, más cercanas al folclor latinoamericano.

Alejandro: Creo que el sonido tiene que ver con que el disco se grabó en un ambiente de amigos y de banda. El dúo se llama Alejandro y María Laura, pero este es un trabajo colaborativo. Aunque, paradójicamente, al mismo tiempo sentimos que también es un disco más propio. Colaborativo porque estuvimos mucho tiempo tocando con nuestra banda en Lima y muchas canciones surgieron con ellos: con Matías Recharte, con José Pablo Menajovsky… Pero es más propio también porque fue concebido desde el concepto por nosotros, teniendo ya en cuenta las herramientas que nos daba el estudio y lo que podía aportar Matías Cella.

¿Cómo fue el trabajo previo a la grabación de este disco? María Laura: La primera canción que escribimos fue “Folclorcito”, que es la más parecida al disco pasado.

Alejandro: Es la más mínima, la canción más sencilla pero también la que destapó esta nueva etapa. Yo venía muy frustrado de no poder componer. Es que me había puesto como tarea ser un chancón y encerrarme en mi casa a escribir de seis a una. No había sido así en “Paracaídas” y me entró como un pánico a no poder hacerlo. Nada de lo que escribía me gustaba. Un día, sin pensarlo mucho, salió esa canción.

María Laura: A mí me pasó que sentía que no iba a poder superar el primer disco y que, si me sentaba a escribir, iban a salir cosas muy parecidas. Entonces me distancié un poco y me puse a escuchar cosas diferentes a lo que había escuchado durante el primer disco. Durante la etapa en la que él estaba “chancón”, yo estaba sin componer, metida en un trabajo de ocho horas diarias que tampoco me permitía darme espacios para otras cosas. Luego entré a un taller llamado “Movimiento auténtico”, que consistía en moverse por un cuarto con los ojos vendados por unos cuarenta minutos para luego sentarte a escribir todo lo que habías sentido en ese momento. Entonces botabas cosas muy de adentro, cosas de las que ni eras consciente. De ese proceso salió después de un mes “Jaula”, la canción que en el disco cantamos con Susana Baca. Fue una canción salida de la entraña. Después la llevé al piano y salió rápido también. Una vez desbloqueados los dos tapones, comenzamos a escribir en conjunto.

Sus canciones toman mucho del sonido del folclor peruano: huainos, música criolla. ¿Creen que es una responsabilidad de los músicos investigar en los sonidos tradicionales del país? Alejandro: Tampoco hay que caer en el cliché de: “Eres peruano, agarra una quena y una zampoña”. Creo que no es tan sencillo. Creo que la solución no es que todos nos volvamos bandas folclóricas, no es eso. Por lo mismo este disco no es un disco folclórico, sino un disco que tiene una deuda con el folclor. Sentir de dónde vienes o por lo menos interesarte en ello sí es una responsabilidad pero no con tu sociedad, sino contigo mismo porque vas a entenderte mejor.

Antes de Alejandro y María Laura, tras el final de sus otros grupos, ¿pensaron en descartar definitivamente la posibilidad de dedicarse a la música? María Laura: Yo un poco. Me aburrí de cantar por trabajo. Con Ezquilache, que era un grupo de arreglos vocales que tenía con Karin Zielinski y Yoly García, nos salían trabajos para cantar en clubes y restaurantes. A veces lo disfrutaba, cuando había gente que iba a escucharnos, pero cuando había gente que iba a tomar y yo seguía cantando la misma canción que había cantado tres veces en la semana, le perdí el sentido. No me gustaba. Lo que me gustaba era encerrarme con estas chicas a componer y arreglar canciones. Me gustaba el proceso de creación. No me gustaba cantar lo mismo y repetir y repetir. Le perdí el gusto. Me dije: No quiero hacer esto más. En ese momento estudiaba teatro y comencé a escribir cosas de dramaturgia con Alonso Alegría. Cuando conocí a Alejandro mi mente estaba más en el teatro que en la música, pero comenzaron a salir cosas musicales y me di cuenta que ambas no estaban tan separadas. Ahora en el concierto que daremos en el Mario Vargas Llosa, por ejemplo, estamos usando cosas teatrales. Y, cuando componemos, contamos historias, creamos personajes.

Alejandro: “Estrellas de Hollywood”, que es la canción de este disco que cantamos con Kevin Johanssen, tiene un sample de “Sunset Boulevard” de Billy Wilder y de “Tiempos modernos” de Chaplin. Por ese lado intentamos ver la música como algo que no es solo música. Por eso nos interesan mucho los videoclips y tenemos en ese la suerte de trabajar en alguien como Brian Jacobs. Mi pasión antes era el cine pero la música le fue ganando al cine. Comencé a hacer más plata con la música que con el cine también. Pero eso no significa que más adelante podamos hacer otras cosas. Ahora estamos investigando y viendo qué pasa.

¿Les da miedo que Alejandro y María Laura se convierta en algo demasiado grande y empiece a hacerse repetitivo? Alejandro: Yo espero que nunca se haga tan grande. Si estuviera en mi control me gustaría que nunca se haga enorme. Me gustaría vivir de lo que hago, dedicarme a eso. Pero no que se vuelva grande… a veces uno es grande por razones equivocadas. Me interesa más que la gente nos conozca más por nuestra música que por cosas sonsas como, por ejemplo, el hecho de si somos o no pareja. Esa es una cosa secundaria. Ese término ser grande puede ser un poco peligroso. Mejor mantenerlo pequeño controlado y estable a que explotes y salgas por razones equivocadas.

Ustedes son uno de los varios grupos peruanos que están tomando presencia fuera del país Alejandro: Creo que es bacán porque le estamos enseñando un poco al mercado de acá que afuera nos dan bola. O sea, nos escuchan afuera y las radios de acá se están enterando de eso y me parece bien que se enteren.

EL DATO La presentación del nuevo disco de Alejandro y María Laura se realizará este sábado 14 de diciembre en el Teatro Mario Vargas Llosa. Las entradas están a la venta en Tu Entrada de Plaza Vea y Vivanda. Puedes escuchar la música del dúo en su canal oficial de Soundcloud