Maribel De Paz

En sublime contraste entre los requerimientos del alma y el apuro alimenticio, el choripán (solicitado protagonista de todo evento musical masivo) también dijo presente, cómo no, el martes pasado en el Estadio Nacional. Barriga llena y corazón contento para los fanáticos de la estrella del partido: , el violinista holandés que ha logrado popularizar la música clásica con eventos masivos, soltándole el corsé al alejarla de la rigidez de las salas de concierto, y llevándola a estadios y plazas de todo el mundo. Allí donde la gente también se la juega a ser feliz.

Veinte mil almas dijeron presente en el Nacional, para dejarse llevar por la alquimia del mago del espectáculo. El precio de las entradas, en algunos casos, superaban por mucho un sueldo mínimo local. Pero ni los precios altos ni las temperaturas bajas disuadieron a la fanaticada compuesta, incluso, por quienes nunca antes habían asistido a un concierto de música clásica. Una joven asistente, con sus preferencias musicales ancladas en Bon Jovi y Ricardo Montaner, me explicaría por qué: “Él no es aburrido”. Touché.

¿La clave del éxito? Juegos con el público, apelaciones localistas (“¡Alianza campeón!”, gritó y la hinchada blanquiazul rugió gozosa), una buena cuota de bromas y muñeca para manejar desatinos xenófobos como las pifias ante el anuncio de la soprano chilena.

El repertorio en el Nacional, compuesto por “El Danubio azul”, “La viuda alegre”, “Nessun dorma”, “El himno de la felicidad”, “Bésame mucho”, “El cóndor pasa” y “La flor de la canela”, entre otros temas, cautivó a la audiencia. Rieu, violinista y director de orquesta, juega a ganar. 

EL NIÑO PRODIGIOSO
Hijo de una familia de seis hermanos, de padre director de orquesta que crió a su familia entre sinfonías y óperas, Rieu ya tocaba el violín a los cinco años. La anécdota de sus inicios es sabrosa: “Al principio me costaba muchísimo concentrarme, mi profesora de violín era tan bonita y rubia que me enamoré de ella y no hacía más que mirarla fijamente en lugar de escuchar indicaciones”. Aplicadísimo alumno luego, antes de cumplir los 30 Rieu ya había formado su propia orquesta, pero el giro del éxito vendría en 1994 con la publicación de su disco “Strauss & Co.”, que permaneció un año en el top 10 de su Holanda natal. La estrella del disco: la obra “Second waltz”. Al año siguiente, Rieu y su orquesta interpretaron esa pieza en el intermedio de un encuentro de fútbol en Ámsterdam. El partido se libraba entre el Bayern de Múnich y el Ajax. La presentación de Rieu fue un golazo entre el público, que bailaba en sus asientos. El Ajax ganó y el resto es historia.

Caserito de presentaciones ante la realeza europea, Rieu ha compartido escenario también con estrellas del pop como Lady Gaga. En Lima, a donde llegó con su Stradivarius de 1667 y un equipo de más de cien personas, poco importó al público la demora de más de media hora para la salida del astro en el Nacional. El encuentro, que duró casi tres horas con una yapa de más de media hora, incluyó su clásica broma del toro que persigue a la mujer de rojo entre el público. Los fuegos artificiales no se hicieron esperar.

(André Rieu en Lima. Un video de 'FrajitaTube' en YouTube)

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