Fiorella Ramírez

La noche del viernes, el se consagró como la banda sonora del Perú. Al compás de su música, los ‘patriarcas de la cumbia’ reunieron a todas las sangres de nuestro país en el recinto del Estadio San Marcos, en un concierto de más de cuatro horas que fue coreado de principio a fin con un fervor mayor que solo se compara al himno nacional.

La parranda

No importa cuántas veces hayas presenciado un concierto del Grupo 5, el recinto erguido para celebrar los 50 años de la legendaria agrupación monsefuana te deja con la mandíbula en el suelo. El monumental escenario cuenta con una cantidad incontable de luces y pantallas LED que se elevan como una cordillera luminosa en el estadio.

Son las 9:20 p. m., y las luces verde neón iluminan todo el complejo para recibir a la orquesta peruana. Elmer, Víctor y Christian Yaipén ingresan a escena envueltos en un brillo centellante que proviene de sus trajes de gala. Tienen veinte minutos de retraso, pero la percusión pegajosa de “Alimaña te tocó perder” transforma cualquier emoción negativa en euforia.

La producción a cargo de gestionar el evento está liderada por los propios miembros de la agrupación.
La producción a cargo de gestionar el evento está liderada por los propios miembros de la agrupación.
/ Grupo 5

Finaliza la canción, y suenan dos estallidos que detonan serpentina y pirotecnia al cielo. “Lo vale, vale centavo que pagué”, dice una mujer a mi costado con mirada embelesada. Tan solo había transcurrido una mínima fracción de las sorpresas que aguardaba la noche.

“Me olvidé de tu amor”, “Eres mi bien”, “El Fiestón” y “Con la misma moneda” iniciaron la juerga colectiva. Los pies golpeaban el suelo al ritmo de la música y parejas improvisadas se formaron entre el público. Incluso los que se encontraban sin compañía, se entregaban a la música sin inhibiciones. La felicidad era colectiva.

Despertar nostálgico

Queremos agradecerles por estar con nosotros en este aniversario, pero si vamos a celebrarlo debemos empezar con nuestras primeras canciones”, dice un emocionado Christian Yaipén. El líder del conjunto musical recuerda que, en los años 70, el Grupo 5 “hacía ‘tonear’ con baladas”, y es a ese género al que le deben el inicio de su éxito.

“No Pongas Ese Disco”, y “Humo del cigarrillo” son dignas representantes de esta época, fueron recibido con jolgorio por los veteranos fanáticos. Le siguieron “Parranda La Negrita” y “Pa’ fuera”, temas coreografiados por las diez esbeltas bailarinas que se encontraban sobre la tarima, y que servían de inspiración para desatar los movimientos más seductores.

Improvisamente, el exvocalista de Bareto, Mauricio Mesones, se une en escena para cantar “Ya se ha muerto mi abuelo”. Con su clásica comedia corporal, desata las risas del público interpretando “Meti Mi Pi / El Pícaro”. El frenesí aumenta con la posterior aparición de Eva Ayllón. “La reina del Landó” ofrece un repertorio en solitario donde incluye lo mejor de su repertorio: “Mi Cariñito”, “Mal Paso”, “Regresa” y “Propiedad Privada”. Aunque el vals no desata el mismo impulso por el baile, la devoción con la que es coreada por todas las generaciones reunidas sella su influencia trasversal en la música peruana.

Lágrimas del recuerdo

La melancolía queda flotando en el aire y es sedimentada ante el anuncio del invitado más especial de la noche: Elmer Yaipén. Fallecido en 1999 en un accidente automovilístico, el cofundador del Grupo 5 se hizo presente gracias a la tecnología. A través de las pantallas, su imagen se reproduce y su voz cobra vida con la canción “El Teléfono”. El canto deja de escucharse, pero el ritmo continúa: es el turno de su hijo Christian Yaipén. Sin embargo, las lágrimas anudan su garganta, y entre sollozos pide al público que le ayude a corear. En la guitarra y la batería, Elmer (hijo) y Andy Yaipén también dejan fluir su llanto recordando a su padre.

La música se pausa. Es la primera vez que Christian tuvo la oportunidad de compartir escena con Elmer, pero se disculpa por no poder finalizar la canción: “lo ensayamos tantas veces para ser fuertes y no llorar. Es tan emocionante cantar con mi padre”, dice. El público de mayor edad mira su quiebre con los ojos humedecidos, mientras los más jóvenes se sumergen en el presente y bailan al ritmo de percusión cuando la canción se reanuda.

El encargado de reponer la emoción colectiva es Raúl Romero. Quien con “Magdalena” y el “candoroso” insulto incluido en la canción reanima el estadio. Tras su salida, la imponente voz del puertorriqueño, Eddy Herrera anticipa su llegada al escenario. “Cómo hago”, y “Tú Eres Ajena” intercambian la cumbia por el merengue.

Un cierre glorioso

Los invitados se van y queda solo la familia. Son las 12:30 a. m. pero en el campo y las gradas no cabe ni un alfiler más, los fanáticos no tienen ninguna intención de irse. “Morir de amor” trae de regreso las congas y el bongo y la fiesta alcanza su punto más alto. “El ritmo de mi corazón”, canción compuesta por Gian Marco, une a más parejas de lo usual: el amor también florece en otoño.


“Motor y motivo”, “El embrujo” y “Apostemos que me caso”, dejaron extasiados a las cerca de 40 mil personas presentes. Un juego de fuegos artificiales se apodera del cielo y marca el cierre de la primera fecha del concierto.

Presentado como un viaje a través de los años, la noche culmina como un viaje entre la melancolía familia, la niñez, el primer amor y hasta las desilusiones. El Grupo 5 permitió a su público vivir cada emoción y exacerbarla gracias una espectacular producción y escenario que rompe completamente con la tradicional caja negra. Si bien esta es su celebración de aniversario, también marca una nueva era para la banda, que ya ha demostrado que tiene una hinchada fiel que lo seguirá por siempre; por que más que músicos, ellos ya forman parte de nuestra cultura.

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