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Jack Johnson, el músico que contagió a Lima de su espíritu surf - 6

RUDY JORDÁN ESPEJO

Es una típica noche de verano. El aire refresca, acaricia la cara y muchos de los que han venido a escuchar a Jack Johnson están bronceados y vestidos como para un luau. El clima 'peace and love' que se respira en el jardín del Parque de la Exposición ha sido creado por los globos amarillos y rojos con caritas felices que se elevan cerca del escenario, los vasos reutilizables que se usan tanto para la cerveza como para el agua y los psicodélicos temas con los que el ex Fuckin’ Sombreros François Plegau ha puesto al público en onda.

Hasta que el agudo, colectivo e histérico  “¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhh! que emiten las fans rompe la mística paz y anuncia que con jean, polo y guitarra en mano, Jack Jhonson está listo para romperla en el escenario. “Hola Perú”, dice con un español masticado, una sonrisa y esa actitud distendida e impasible tan típica de los surfistas que hace acordar a Sofía Mulanovich cuando se le pregunta “Sofi, qué tal” y ella responde “todo chévere”.

Al cantautor de 38 años que se hizo músico luego de un accidente de tabla, que tiene seis discos, que está recorriendo buena parte del mundo con la gira "From Here To Know You" y que invierte la mayoría de sus ganancias en fines ambientales, es la primera vez que los limeños lo pueden ver en vivo y en directo. Ha llegado el sábado pero ha pasado desapercibido como un fantasma, porque de su estancia en la capital no hay foto, ni video ni publicación en . Nadie sabe con quién estuvo, si surfeó o no, qué conoció y ni siquiera se sabe si probó el cebiche.

Johnson tiene un currículum de superstar pero es tan modesto -dicen algunas versiones-  que lo primero que hizo al bajar del avión es limpiar una playa del sur durante varias horas. Ahora en el concierto el mito se comprueba pues no hay cámaras de televisión, ni discursos entre canciones, tan solo un “gracias” después de cada tema. Ha pedido que por favor no lo filmen. Está claro que Jack Johnson hace música porque le gusta y no para la foto.

Ahora clásicos temas, como los de su tercer álbum , – se suceden en racha y el público se mueve, se ondea como una calma marea. La primera ola cae cuando el notable músico –integrante de la banda– se para en una silla y hace una inspirada interpretación con el piano. Luego ratificaría su talento cantando, luego con el acordeón y en cada tema sus arreglos musicales le daban un nuevo color a las canciones más conocidas.

Con los celulares levantados como velas misioneras o los fans ondeando los brazos en el aire, el recital parecía por momentos un ritual hawaiano. Por ratos se bailaba, por ratos simplemente se escuchaba pero en todos los casos la música que Jack Johnson emitía con los ojos cerrados, silbando, susurrando, cambiando constantemente de guitarra y sin un 'setlist' establecido, hacía mover hasta el más duro de los esqueletos.

Entre el pop, el folk y lo acústico, sus letras cotidianas de amor –a la vida, a la pareja a la naturaleza– consiguen lo que, en , Johnson definía como la magia de cambiarle el ánimo a la gente cuando, por ejemplo, van de la casa hacia el trabajo escuchando

Luego de 90 minutos de ininterrumpidas canciones, el artista que ha sido comparado con por su vínculo con el mar y el surf, mostró su única impostura de la noche al hacer el ya clásico falso final de los conciertos: el artista sale del escenario y luego, ante los aplausos, regresa. Pero es tan sencillo y tan poco teatrero el buen Jack –solo elevo la mano sin decir chau– que ninguno de los asistentes se comió el cuento de que no iba a regresar. Además faltaba , su canción más poderosa.   

Mmm, it´s always better when we´re together 
Yeah, we´ll look at the stars when we´re together. 
(Mmm, siempre es mejor cuando estamos juntos. 
Sí, miraremos las estrellas cuando estemos juntos).

Y mientras penetraban las notas como el sonido de una orilla y en el Parque de la Exposición se coreaba la canción y el concierto se terminaba, uno de los globos con caritas felices se suelta y flota en el aire. Y parece que, al igual que todo el público, el también estuviese bailando.   

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