ÓSCAR BERMEO OCAÑA

Jorge González se expone menos. Su presencia mediática es distinta a la del joven rebelde de los 80. Ni siquiera cuando lanza un disco hace promoción. Cuando daba muchas entrevistas, me veían como un rebelde porque aparecía más. Ahora, que aparezco menos en medios, suponen que estoy tranquilo. En verdad, es que no quiero transar con nada. No tengo Facebook ni Twitter. Si aun sin maquinaria publicitaria consigo tocar en Trujillo, Lima, Los Ángeles o Bogotá, estoy contento, dice.

En el último verano publicó Libro, su cuarto disco como solista y quizás el más íntimo de todos. Con él llegará la próxima semana a nuestro país para ofrecer dos shows. El ex líder de Los Prisioneros está al borde de los 50 años, luce menos cabello y ahora toca guitarra de palo. Parece distinto, pero cuando habla, notamos que sigue siendo el mismo.

¿Qué representa el Perú en tu carrera? Fue el primer país adonde salí a tocar y encontré un público que conocía mis canciones. Eso fue en el 85. Tengo el honor de haber tocado en más de diez ciudades distintas en el Perú. Eso significa que mi música ya es parte del folclor.

Con Libro volviste a las grabaciones como solista después de 14 años. ¿Cómo fue? Las canciones surgieron rápidamente en un invierno que pasé en Berlín . Es bonito realizar un trabajo que salga del corazón.

¿Fue necesario estar alejado de Chile para que salieran a la luz nuevas ideas? Creo que sí influyó estar en un invierno distinto al chileno, con nieve y 20 grados bajo cero. Ese entorno y mi soledad produjeron una música diferente de la que hubiese conseguido en Santiago. Fue el entorno ideal para canciones más íntimas.

En Libro expones tu intimidad. El tema Hijo amado habla de tu faceta paternal Veo muy poco a mi hijo mayor. Pensando en él escribí esa canción, pero aun con la lejanía geográfica, ambos tenemos una cercanía espiritual bonita. Las canciones también te acercan espiritualmente porque son declaraciones de amor.

A diferencia de los 80, ya no se identifican fenómenos masivos en Sudamérica como Soda Stereo y Los Prisioneros. ¿Qué factores juegan para que no se den casos similares? El rock es muy antiguo. Actualmente, la gente que hace cosas inquietas ya no se dedica al rock. Si miramos el panorama mundial, los artistas que hacen grandes giras y llevan más público son señores de 70 años, como Paul McCartney y los Rolling Stones. Los más jóvenes andan por los 50 como U2 y Depeche Mode. El rock es la música de los años 50 y 60. Creo que ya es un género clásico como el tango y la balada.

¿Es el tiempo de la fusión con bases electrónicas? En esta época, la gente tiene vocación de ser más individual. Los saltos entre géneros ya no son la excepción sino la norma. Es bueno que la música se cruce y que no haya modas absolutas.

¿La música que haces ahora es el sonido que tendrían Los Prisioneros? No creo, porque muchas cosas de “Libro” son solo mi voz y guitarra. Hubiese sido difícil mantener eso en una banda.

Luego de usar intensamente la tecnología en tu música, desembarcaste en lo primigenio: la guitarra de palo. Se dio porque me convertí en músico lentamente. Nunca tuve condiciones de intérprete tan buenas como para hacer música acústica en una. Tomó tiempo alcanzar la madurez musical para enfrentarme solo con guitarra y mi voz.

¿Disfrutas más de la soledad en estos días? Sí, disfruto trabajar solo. Me gusta leer, escribir, escuchar música. No soy una persona tan sociable, es verdad.

¿Mantienes contacto con Claudio Narea y Miguel Tapia? Ninguno.

Entonces, está muy lejana la posibilidad de un nuevo reencuentro de Los Prisioneros. Fue lindo cuando sucedió. Podríamos hacer una gira larga y cobrar bien, pero en este momento no tengo necesidad de algo así.

¿Por qué no tuvieron acogida los discos de la segunda etapa de la banda? Cuando nos juntamos en el 2001, llenamos dos días seguidos el Estadio Nacional de Chile. En los 80 nunca lo hicimos. Cuando nos juntamos, éramos más populares que cuando nos separamos. Los discos que hicimos fueron experimentales como los de los 80, pero la banda ya no estaba unida. El público quería la nostalgia de los 80 y no quería nada nuevo.