La música cubana siempre estuvo en casa. En aquella edificación de arquitectura funcionalista propia del barrio obrero ubicado en la avenida Manco Cápac, La Victoria. Antes de ver el interior, un cartel de sastrería sobre la puerta daba la bienvenida. Al ingresar, se encontraba el taller donde Nicolás Villanueva confeccionaba y refaccionaba ropa, mientras que en la parte posterior, antes de llegar a una puerta falsa que daba a un callejón llamado “Siete Puñaladas”, Constanza Brandan, al compás de ritmos cubanos, se preparaba temprano para ir a trabajar en su puesto de mercado.
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