Zeta Bosio en el concierto de "Gracias Totales" ofrecido el 3 de marzo en Lima. Foto: Gabriela Delgado (El Comercio)
Zeta Bosio en el concierto de "Gracias Totales" ofrecido el 3 de marzo en Lima. Foto: Gabriela Delgado (El Comercio)
/ Gabriela Delgado
Melvyn Arce Ruiz

Ya lo había dicho Charly Alberti cuando se anunció el show del Circo del Sol inspirado en : “Si vas con la cabeza abierta, te puedes encontrar con un gran espectáculo”. Y la frase se puede aplicar perfectamente al concierto que los trajo de regreso la noche del martes a Lima. Si la idea de poner las canciones del grupo como fondo de números circenses generó reticencias en su momento, una gira con cantantes invitados (muchos de ellos ni siquiera presentes en escena), podía motivar aún más desconfianza. Pero “Gracias totales” no decepciona. Tiene momentos emocionantes, difíciles de conseguir para una banda que decide seguir adelante sin su frontman.

Sin Cerati, no está la voz característica de temas que conoce toda América Latina, tampoco el guitarrista soberbio de los solos eficaces ni el responsable de dialogar con la audiencia durante las presentaciones en vivo. A falta de Gustavo el cantante, hay 15 invitados, 6 de ellos presentes físicamente en el estadio Nacional (los otros aparecen con grabaciones de video). A falta de Gustavo el guitar hero, hay 3 monstruos (encabezados por Richard Coleman, por momentos eclipsados por Roly Ureta, y completados por Simón Bosio, el hijo de Zeta). Y a falta de Gustavo el host, hay una audiencia que participa espontáneamente movida por un puñado de grandes canciones.

Pero la tecnología también juega un papel importante en el efecto que, tras casi dos horas de show, te hace sentir como si hubieras estado en un recital más convencional. Al entrar al estadio, lo primero que llama la atención es el escenario, reducido al mínimo para priorizar 4 pantallas -2 centrales y 2 laterales- que dan la impresión de ser una rampa por la que se deslizarán historias en clave de rock, pero que, de momento, son el fondo de un público diverso.

Roly Ureta y Zeta Bosio, durante el concierto de "Gracias Totales" en Lima. Foto: Gabriela Delgado (El Comercio)
Roly Ureta y Zeta Bosio, durante el concierto de "Gracias Totales" en Lima. Foto: Gabriela Delgado (El Comercio)
/ Gabriela Delgado

Dos señoras improvisan un picnic con un tejido extendido en la última zona del campo A, mientras al lado tres hombres de saco, corbata y zapatos bien lustrados parecen haber escapado de una reunión para llegar temprano al concierto. Un grupo de adolescentes llama la atención en la barrera del Campo B con los amarillos logos del polo de la gira “Me verás volver”. Es una de ellas la que se apresura en saludar a Adrián Tavera cuando, a las 9 p.m., ya tarde para la hora de inicio anunciada, llega vestido todo de negro a la consola de sonido que ha comandado desde hace muchos años para el grupo.

Un set de rock argentino se oye de fondo. Spinetta, Pappo… Adrián Tavera se quita la polera para empezar a trabajar y, a las 9:27 p.m., se apagan las luces. En el escenario se proyecta una videoteca de la que un hombre elige, entre Pedro Almodóvar, Einstürzende Neubauten y los Beatles; un VHS de Soda Stereo.

Zeta Bosio y Charly Alberti decían que “Gracias Totales” era como un show 3 en 1, porque tiene de documental, de concierto y de celebración. Y, así, entre temas se van compartiendo imágenes inéditas de lo que vivían los Soda en el estudio de grabación, en sesiones de foto o en viajes por el mundo.

Para “Sobredosis de TV”, la primera canción de la noche, se proyecta la performance de Gustavo Cerati en el concierto de 2007 en Miami. La gente responde cantando de inicio a fin. Se interrumpe el baile con un “Buenas noches, Lima”, que lanza Richard Coleman –con un tono de voz muy parecido al de Cerati- al dar un paso al frente de la banda para cantar “Hombre al agua”. Roly Ureta da el primer anticipo de los solos con los que se meterá a todos al bolsillo. Sigue “Disco eterno”, con el segundo invitado en vivo de la noche: León Larregui (de la mexicana Zoé). Las pantallas lo acompañan con proyecciones que recuerdan al juego “Pacman” de colores verde, rojo y azul. De pronto el rojo se come a los demás colores, Zeta levanta los brazos para animar a las primeras filas. Los sentidos se dejan engañar de a pocos.

León Larregui interpreta el tema "Disco eterno" en la gira del "Gracias Totales" de Soda Stereo. Foto: Gabriela Delgado (El Comercio)
León Larregui interpreta el tema "Disco eterno" en la gira del "Gracias Totales" de Soda Stereo. Foto: Gabriela Delgado (El Comercio)

Una nueva proyección rompe la ilusión. Nos traslada a 1992, año de “Dynamo”. Se muestran imágenes de la sesión en el estudio con tabla, sitar y tambura (probablemente durante el registro de “Sweet Sahumerio”). Álvaro Henríquez, de la chilena Los Tres, aparece con ayuda de un video. Las pantallas escupen una ola de blanco y negro que le da misticismo a “El rito”, esta vez en una versión sosegada.

Los bomberos van a brindar ayuda ante un amago de desmayo en el Campo B. En escena, todo se pinta de rojo para el ingreso (en persona) de Rubén Albarrán, de Café Tacvba. Ofrece una versión algo desentonada de “Lo que sangra”, pero retoma la conexión con el público con su personalidad encendida. “Gracias, Charly. Gracias, Zeta. ¡Los amo por todo! Gracias, Lima”, dice el mexicano antes de salir entre aplausos y un coro que se repetiría toda la noche: “Olé, Olé, Olé, Soda, Soda”.

Rubén Albarrán, de Café Tacvba, durante su participación en el "Gracias Totales". Foto: Gabriela Delgado (El Comercio)
Rubén Albarrán, de Café Tacvba, durante su participación en el "Gracias Totales". Foto: Gabriela Delgado (El Comercio)

Unas espadas en un escenario a lo anime japonés se dibujan en pantalla. Se escucha la voz inconfundible de Julieta Venegas. Sin ella físicamente en el Nacional, destaca la presencia de Fabián Quintiero en los teclados que también tocó para Soda en la década del ochenta.

Roly Ureta da licencia para volver a saltar con el riff de “Juegos de seducción”. Esta vez en la voz de Walas, de la argentina Massacre, que a distancia aparece vestido de pieles, los ojos con delineador negro, para una versión impecable del clásico.

El escenario se convierte en un cuadro de art pop para la proyección del video de Benito Cerati, el hijo de Gustavo, en un homenaje al amor LGBTQ con una versión susurrada de “Zoom”. Zeta Bosio cierra con una mano en el bajo y otra en la armónica que antes tocaba el vocalista.

Zeta Bosio, haciendo una señal de agradecimiento al público que asistió al "Gracias Totales" en Lima. Foto: Gabriela Delgado (El Comercio)
Zeta Bosio, haciendo una señal de agradecimiento al público que asistió al "Gracias Totales" en Lima. Foto: Gabriela Delgado (El Comercio)

Se acaban por un momento las proyecciones, ingresa al escenario Adrián Dárgelos, de Babasónicos, con “Trátame suavemente”. Él va de un lado al otro con el rostro casi imperceptible entre su espesa barba y la cabellera larga. La gente hace el show. Cantan, bailan. Entonces se produce uno de los momentos de mayor sensibilidad de la noche. “En la ciudad de la furia” suena con proyecciones de la versión de Gustavo Cerati en la parada de “Me verás volver” en Buenos Aires, 2007. Se muestran registros de los Soda fotografiándose para la tapa de “Doble vida”, en 1988. Luego proyecciones aéreas de Buenos Aires. La gente sube los teléfonos para grabar a un Gustavo que se proyecta en pantallas LED. Aunque extravagante, la escena conmueve. Zeta Bosio vuelve a alzar los brazos para animar al público, pero no hay necesidad, las canciones hacen todo el trabajo.

Adrián Dárgelos, de Babasónicos, interpretando “Trátame suavemente”, la noche del concierto de Soda Stereo en Lima. Foto: Gabriela Delgado (El Comercio)
Adrián Dárgelos, de Babasónicos, interpretando “Trátame suavemente”, la noche del concierto de Soda Stereo en Lima. Foto: Gabriela Delgado (El Comercio)

Las emociones se mantienen a tope cuando Roly Ureta, Richard Coleman y Simón Bosio inician un tornado de guitarras distorsionadas para “En remolinos”. Draco Rosa se proyecta en las pantallas, su voz calza perfecto. Los efectos visuales generan una sensación de ensueño. De las mejores versiones de la noche.

La colombiana Andrea Echeverri, quien grabó con Soda Stereo la versión (definitiva, para algunos) de “En la ciudad de la furia” en el disco Unplugged, aparece a distancia con su look futurista/ reciclable para una apagada “Pasos”. El clima cambia cuando vuelve la parte documental con un video de Charly, Zeta y Gustavo en Teotihuacán, México. En el video, Cerati pregunta por los incas. En el escenario ya está instalado el gigante Gustavo Santaolalla que, acompañado de un charango, toca “Cuando pase el temblor”. Se ven escenas del Perú. “Gracias, vida”, dice el músico al despedirse del público, que lo aclama por su interpretación de otra categoría.

Gustavo Santaolalla, acompañado de un charango, toca “Cuando pase el temblor”. Foto: Gabriela Delgado (El Comercio)
Gustavo Santaolalla, acompañado de un charango, toca “Cuando pase el temblor”. Foto: Gabriela Delgado (El Comercio)
/ Gabriela Delgado

El clímax sentimental llegará a su tope con “Fue”. Nuevamente la imagen de Gustavo Cerati se proyecta en la pantalla y su voz, rescatada de los tracks de un show en Bogotá, suena cálida, presente, viva.

Simón Bosio vuelve a ponerse al frente de la terna de las guitarras para acompañar a Mon Laferte, que ingresa vestida de negro con un polo de Soda Stereo, para cantar “Un millón de años luz”. La chilena dispara con precisión todas las notas, juega por el escenario y cierra dando un pequeño salto desde la batería de Charly Alberti. Será la última invitada en vivo de la noche.

Mon Laferte, interpreta "Un millón de años luz” en "Gracias Totales". Foto: Gabriela Delgado (El Comercio)
Mon Laferte, interpreta "Un millón de años luz” en "Gracias Totales". Foto: Gabriela Delgado (El Comercio)

Se acerca el final. Seguirán una versión de “Persiana americana” con la voz de Fernando Ruiz Díaz (de Catupecu Machu) que apenas se distinguía entre el coro de la gente. Luego “Prófugos” con un no tan acertado Juanes. La banda se retira, pero sabemos que hay más. “Primavera 0” se entona con Gustavo Cerati desde las pantallas. Y, para el gran final, “De música ligera” en la voz de Chris Martin, de Coldplay. Un curioso del universo musical latinoamericano que da prueba de lo lejos que llegaron los Soda Stereo.

Charly Alberti, Richard Coleman, Simón Bosio y Fabián Quintiero al final del concierto de "Gracias Totales" ofrecido en Lima. Foto: Gabriela Delgado (El Comercio)
Charly Alberti, Richard Coleman, Simón Bosio y Fabián Quintiero al final del concierto de "Gracias Totales" ofrecido en Lima. Foto: Gabriela Delgado (El Comercio)
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Zeta Bosio y Charly Alberti, se despiden de Perú al final del concierto de "Gracias Totales". Foto: Gabriela Delgado (El Comercio)
Zeta Bosio y Charly Alberti, se despiden de Perú al final del concierto de "Gracias Totales". Foto: Gabriela Delgado (El Comercio)

“Gracias por acompañarnos en toda nuestra historia”, dice Charly Alberti en la que será su única interacción de la noche. “Ustedes son parte de nuestra historia y de nuestra vida. Gracias, Perú. Gracias, Lima. Los amamos”.

Las luces se encienden y la gente empieza su marcha de regreso a casa, mientras suenan las notas de “Alive and Kicking” (“Vivo y coleando”) de Simple Minds por los parlantes. Ya lo había dicho Charly Alberti cuando se anunció el show del Circo del Sol inspirado en Soda Stereo: “Esta es una oportunidad para que aquellos fans más jóvenes que nunca pudieron vernos se acerquen a nuestra música. Y es darle otra forma de vivir la experiencia a los que sí lo vieron en el pasado”. Nunca tan preciso.

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