A la izquierda Patricio Suárez-Vértiz, Arturo Pomar Jr., Christian Meier y Pedro Suárez-Vértiz, los miembros de Arena Hash, en portada para la revista Somos. A la derecha, ellos mismos en el videoclip de "El Rey del Ah Ah Ah". Fotos: Archivo de El Comercio/ Solver Music.
A la izquierda Patricio Suárez-Vértiz, Arturo Pomar Jr., Christian Meier y Pedro Suárez-Vértiz, los miembros de Arena Hash, en portada para la revista Somos. A la derecha, ellos mismos en el videoclip de "El Rey del Ah Ah Ah". Fotos: Archivo de El Comercio/ Solver Music.
Redacción EC

Muchos son los que en la cúspide de su fama y de apogeo creativo tuvieron que disolverse, generalmente a causa de egos, pero también por desavenencias artísticas, triángulos amorosos, conflictos personales y otros motivos. Ahí están, por ejemplo, The Beatles que no lograron superar las constantes discusiones entre John Lenon y Paul McCartney, que aumentaron con la aparición de Yoko Ono. Aunque McCartney en su momento vio esas discrepancias como saludables para su creatividad, lo cierto es que el grupo se diluyó para siempre en 1970 y, como dijo el autor de “Live and Let Die”, “John murió siendo una leyenda, pero yo moriré de viejo”.

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Pink Floyd es otra mítica banda que estuvo a punto de desintegrarse. Las diferencias entre Roger Waters y David Gilmour se hicieron notorias durante la grabación del álbum “The Wall”. En 1985 Waters, cegado por el ego, subestimó a sus compañeros a tal punto que llegó a decir que “no tiene sentido que escriban letras, porque nunca serán mejores que las mías”, e intentó disolver el grupo. Gilmour, juicio de por medio, lo impidió y siguieron tocando como Pink Floyd. En tanto, Waters cosechaba éxitos como solista, hasta que en el 2005 dejaron atrás las rencillas para volver a tocar juntos.

En los años ochenta surgió en América Latina una de las bandas de rock más influyente, Los Prisioneros, grupo chileno que entonaba letras de contenido social que pronto se convirtieron en himnos, como “El baile de los que sobran”, “Por qué no se van”, “Quieren dinero” y otros más que los llevaron de gira por ciudades sudamericanas, incluida Lima. La banda formada en 1983 por Jorge González, Claudio Nerea y Miguel Tapia, compañeros de colegio y mejores amigos, se mantuvo unida por seis años hasta que, según reveló Nerea años después en su libro “Mi vida como prisionero”, un ‘affaire’ entre su entonces esposa y el líder y vocalista del grupo, hizo que él se distanciara de Los Prisioneros y se lanzara como solista. González y Tapia grabaron un par de discos más hasta que en 1992 el grupo se separó para volver en el 2001. En el ínterin Jorge González intentó también, sin mucho éxito, una carrera como solista. El trío original dio dos conciertos multitudinarios, pero ya no serían los mismos y se separaron irremediablemente en el 2003.

Movistar Play ha preparado una miniserie sobre la banda chilena que se estrenará en el segundo semestre del año y mostrará a la agrupación durante una de sus etapas creativas más dinámicas y cómo fue perseguida por el régimen militar de Augusto Pinochet.

Mientras tanto, en Perú...

G3, los embajadores del metal

En 1986, dentro de la movida subterránea local, nace el grupo integrado por Gonzalo Farfán, Gabriel Bellido y Guillermo Figueroa; quienes en sus primeros años como banda ofrecieron numerosos conciertos en Lima, con tanto éxito que llegaron a presentarse en Santiago de Chile, en un Concierto sudamericano de ‘thrash metal’, donde compartieron escenario con grandes grupos del género, como Massacre, Caos y Darkness. Alrededor de 1990, con la salida de Guillermo Figueroa, la banda queda en pausa y regresa a escena en 1994 con dos integrantes más, Felipe Villarán y Alejandra Prieto, y un nuevo álbum. Tras el lanzamiento del mismo, Prieto deja G3 y se pierde la gira que el grupo hizo en Argentina en 1997, por el décimo aniversario de Ataque 77. En mayo del 2000, G3 graba su último disco y anuncia su separación definitiva. En una carta a sus seguidores, los rockeros explicaron que no había un motivo especial para la disolución, pero que era lo que debían hacer como grupo. Después de eso, se han reunido hasta en cinco oportunidades para participar en conciertos y festivales, y parte de la banda creó una nueva: Inyectores.

La leyenda de Arena Hash

El grupo peruano que en 1985 fue formado por Pedro Suárez Vértiz, su hermano Patricio, Arturo Pomar Jr. y Álex Kornhuber, y al que en 1987 se sumó Christian Meier ante la salida de Kornhuber; tuvo su apogeo entre 1988 y 1993 con temas como “Cuando la cama me da vueltas”, “Me resfrié en Brasil”, “Y es que sucede así” y “El rey del ah, ah, ah” que se colocaron en los primeros lugares de las emisoras locales durante esos años. La última presentación que tuvo Arena Hash ocurrió en 1993, en el Colegio San Agustín, cuando fueron teloneros de “Foreigner”. Luego de eso, la banda se disolvió para dar paso a los proyectos personales del elenco. No hubo discrepancias ni broncas de por medio, la amistad se mantiene hasta hoy. Sobre la posibilidad de reunirse, Patricio Suárez Vértiz reveló hace unos meses a El Comercio que tres grandes empresas peruanas les ofrecieron un millón de dólares para el reencuentro de la banda, propuesta que no pudo concretarse porque tanto él como Meier tenían compromisos laborales y contratos de exclusividad. La idea, sin embargo, ha quedado dando vueltas en el ambiente.

Pedro y Patricio Suárez Vertiz, Arturo Pomar y Christian Meir formaron la agrupación Arena Hash. (Foto: Instagram / @arturopomaroficial)
Pedro y Patricio Suárez Vertiz, Arturo Pomar y Christian Meir formaron la agrupación Arena Hash. (Foto: Instagram / @arturopomaroficial)

Nosequién y los nosecuántos

El estilo desenfadado y el doble sentido de las letras de sus canciones fueron el sello de este grupo nacional creado a fines de los 80 y que tuvo una vigencia de más 20 años, durante los cuales grabó siete discos y dos álbumes recopilatorios en ritmo de pop, rock, hip hop, ska y rap. En sus inicios Nosequién y los Nosecuántos estuvo integrado por nueve personas. En 1995, Alfredo Sillau, guitarrista y autor de “Las torres”, una de las canciones más emblemáticas de la banda, se separó del grupo y dio un giro de 180 grados a su vida profesional. Lo reemplazó el guitarrista Héctor Llosa, quien permaneció hasta el final de Nosequién y los Nosecuántos junto a los miembros fundadores, Raúl Romero, compositor y vocalista; Fernando Ríos, bajo; Pablo Bonner, teclados, y Pedro Silva, batería. En el 2011 el grupo entró en receso y dos años después, Raúl Romero se separó para promover su carrera como solista. En el 2014 se anunció la disolución definitiva, para pesar de sus miles de seguidores.

Líbido, entre separaciones y retornos

Banda que se mantiene activa hasta hoy. Se formó en 1996 y hasta el 2005 estuvo integrada por Salim Vera, Toño Jauregui, Manolo Castillo y Jeffry Fischman quien ese año abandonó el grupo por motivos personales y que fue reemplazado por Iván Mindreau. Para entonces, la banda ya había convertido en éxitos sus temas “Sed”, “Como un perro” y “En esta habitación”, incluso dio el salto internacional con el video de “Tres” que los hizo acreedores a un MTV Video Music Award Latinoamérica. A inicios del 2010, el mismo video fue seleccionado como uno de los mejores de la década por la cadena musical de televisión. Podría decirse que la banda vivía su mejor momento –ofrecían conciertos multitudinarios, grababan nuevos temas y rotaban sus videos en canales del extranjero– cuando en el 2012, el cantautor Toño Jáuregui toma la decisión de dejar a la agrupación. Entonces, se crearon conflictos entre algunos de los miembros que permanecen irresueltos y que de vez en cuando avivan con declaraciones como “no somos amigos, esa visión se perdió por completo”. Sin embargo, ha quedado abierta la posibilidad de un reencuentro en el 2022.

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