Héctor López Martínez

Instaladas en Lima las autoridades chilenas en enero de 1881, iniciaron la paulatina repatriación de diferentes cuerpos de ejército, con sus correspondientes bandas de música. Las fuerzas de ocupación, por carecer de personal idóneo, decidieron contratar a músicos del ejército peruano para que sirvieran bajo su bandera. El contrato que ofrecían era una orden disfrazada y un grupo de los convocados, actuando con patriotismo y firmeza, fugó del país en un barco norteamericano. Los músicos que se marcharon, entre otros, fueron Adeodato R. Aguilar, Lorenzo Neyra, Mariano Cervantes, Manuel Ugarte, Luis Rodríguez y Francisco Montenegro. Ellos se ganaron la vida en los Estados Unidos “mediante sus aptitudes musicales y progresando en su arte”.