Por Herbert Holguín Villavicencio

La música de Moby, electrónica bañada con aires de soul, rock, house, gospel y otros géneros de diversos orígenes, mantuvo en éxtasis a las cerca de 8 mil personas que acudieron a la explanada del Monumental.

No puedo hablar mucho español porque soy un gringo ignorante de los Estados Unidos”, dijo para romper el hielo entre él y el público, hecho que sucedió incluso antes de haber lanzado las palabras en un claro español, el idioma que usó para comunicarse con sus seguidores a lo largo de todo el show.

Los toques de guitarra del músico neoyorquino fueron el acompañamiento a la deslumbrante voz de la inglesa Joy Malcolm, la cantante principal del grupo y cuya voz dio personalidad y alma a casi todas las canciones tocadas anoche. Es probable que pocas voces como la suya se hayan escuchado en Lima.

No faltaron los éxitos de siempre como Porcelain, Honey, In my heart, Dance with me y otras. Otra voz que dio pie a los sonoros elogios del público fue el de la bella tecladista Kelly Scarr.

Mientras, metros abajo, los asistentes bailaban, movían los brazos, gritaban con la euforia corriendo en las venas y disfrutaban así una de las mejores performances que ha recibido la capital, shows a los que, saludablemente, se está acostumbrando y recibe con placer.

Mientras todo ello sucedía, Moby era un director de orquesta confiado en que los miembros de su banda harían lo suyo. El violín, instrumento esencial en las composiciones del DJ norteamericano, marcó el ritmo.

Tras dos horas de música de calidad, la despedida se dio y los asistentes corearon el nombre de Moby por minutos. Antes de salir del escenario, el músico cogió la bandera peruana y agradeció la entrega del público limeño, que terminó efervescente y coreando sus canciones.