ÁNGELA PEÑA
Agustín Pérez, periodista y estudioso de la música de Héctor Lavoe, recuerda que el jíbaro, quien visitó Lima en el año 1986, quedó fascinado con el Perú y su gente. Con frases como: Perú me inyectaste o Perú me resucitaste quería hacernos saber lo bien que se sentía y lo bien que lo trató su anfitrión Hugo Abele, el hombre que le garantizó una estadía placentera.
TOQUES DE QUEDA Y UNA VISITA AL CONVENTO Los peruanos recuerdan que los ochentas se caracterizaron por los llamados toques de queda. Todos a su casa y la fiesta, la ‘juerga’ debía terminar temprano. En su visita a nuestro país, el cantante de los cantantes no dudó, muy fiel a su estilo, en darle la vuelta a la frase de esta manera: toque de quédate en el cuarto de Héctor Lavoe, lugar donde pasó la mayor parte del tiempo, cuenta Pérez.
Lavoe perdió a su madre a temprana edad, por este motivo quiso visitar el Convento de Santo Domingo para dejarle algunas oraciones. Otro lugar que visitó en su corta estadía fue el legendario Hit Parade o Palacio Latino, donde hizo de las suyas en el escenario, cantó con los chalacos de la Progresiva de El Callao, un honor que la orquesta aún recuerda.
EL ESLABÓN QUE UNE LA SALSA Pérez considera que Lavoe es el eslabón que une esa salsa visceral, de barrio, callejera con lo que empezaba a darse a conocer en esa época como la salsa sensual.
Hoy en día nadie duda de que Lavoe no es solo un eslabón, sino una cadena que supo unir a varias generaciones, razas, credos y clases sociales. Los que lo conocieron llevan en su memoria algún tema que les marcó la vida. Para Agustín Pérez, Ublabadú es la canción que lo reanima en los momentos difíciles. Y es que 20 años después Lavoe sigue marcando el ritmo.