El músico argentino Richard Coleman llega a Lima para tocar en el aniversario de los 25 años de Dolores Delirio, a celebrarse este 19 de octubre. (Foto: Difusión)
El músico argentino Richard Coleman llega a Lima para tocar en el aniversario de los 25 años de Dolores Delirio, a celebrarse este 19 de octubre. (Foto: Difusión)
Czar Gutiérrez

Hubo un tiempo que fue hermoso y fue oscuro de verdad: Sobrecarga, Duna, Don Cornelio y La Zona, El Corte. Y en el centro, con un cantante cuyo look se debate entre Robert Smith y David Bowie, Fricción. Al final, toda esta movida subterránea de Buenos Aires terminaría obliterada con el éxito cataclísmico de Soda Stereo. Pero ese es el fuego que consumió a , también vocalista de Fricción, emblema postpunk fundado por un pibe de diecinueve años llamado Richard Coleman (Buenos Aires, 1963).

Con una foja de servicios que compromete a la élite del rock argentino —de Charly García a Calamaro, pasando por integrar una banda capital como Metrópoli, firmar una decena de discos con Los Siete Delfines y cinco como solista—, la trayectoria de Coleman se inserta en la médula del rock argentino. ¿Se siente el peso histórico? "No. Yo tengo una ligera conciencia, pero se trata más de una sensación de supervivencia. Y de estar pensando en el futuro, en qué más se puede hacer. Me siento muy respetado por mis colegas y tengo un lindo público que me sigue. Y eso hace, por ejemplo, que mañana esté viajando a Lima para estar con ustedes".

-Perfil de la belleza-

En efecto, Coleman —ese bloque multiforme de sonido que atraviesa décadas— toca en Lima este sábado por los 25 años de Dolores Delirio, banda que creció al amparo del también llamado ‘príncipe de las tinieblas’ del rock argentino, rótulo que nunca terminó de cuajar en un artista que parecía estar siempre adelante. Desde 1982, cuando puso un aviso buscando un tecladista “al que le guste Ultravox, Bowie y Eno” y contactó con Daniel Melero, hoy convertido en emblema del indie electrónico platense.

"¡Uy, otro loco más!, me dijo. Y es que éramos muy pocos los que escuchábamos ese tipo de música", recuerda. El otro loco era Cerati, que trabajaba en paralelo el primer disco de Soda y lo invitó reiteradamente a integrarse al grupo. En un acto de alta dignidad ética, Coleman dijo no porque vislumbraba que como trío funcionarían mejor. Lo cual lo único que hizo fue generar la admiración mutua y las reiteradas solicitudes para amalgamar su talento, perceptible en "Soda Stereo" (1984), "Signos" (1986), "El último concierto" (1997), "Ahí Vamos" (2006), "Me verás volver" (2007) y "Fuerza natural" (2009).

Alguna vez le dijiste a Cerati que era el hermano que nunca tuviste. Enfatizaste, además, que su legado compromete la excelencia y la pasión. "Sí, lo que me ha dejado como impronta es que el apasionamiento es el nervio, el motor que lleva adelante cualquier proyecto artístico y entender la excelencia como lo mejor que se puede aplicar antes que la perfección, que es enemiga del arte. Siempre tiene que haber rareza en la proporción, una irregularidad que determine la belleza. Y en esa búsqueda entra el concepto de la excelencia. Exigirse hasta el máximo, exprimir la última gota para perfilar la desproporcionalidad que tiene la belleza. Todo eso lo aprendí de Gustavo, de tanto observarlo en el camino".

En un camino que lo traería dos veces al Perú, el 2006 y el 2009. "Estuve en Lima y Arequipa en dos giras preciosas presentando ‘Ahí vamos’ y ‘Fuerza natural’. Recuerdo el amor y el respeto del público peruano por la música de Gustavo. Recuerdo algunas expediciones a las Galerías Brasil para comprar rarezas y el impresionante paisaje blanco de Arequipa cuando bajamos del avión. Ahora repasaré algunas canciones de mi repertorio y del que trabajé con Cerati todos estos años y cerraremos con un par de canciones de Dolores Delirio, una banda que, por lo demás, me parece de enorme calidad".

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Fecha: 19 de octubre. Lugar: Centro de Convenciones Festiva. Dirección: Av. Alfonso Ugarte 1439, Cercado. Hora: 8 p.m. Entradas: Teleticket.

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