Ciudadano ilustre de San Cayetano, El Agustino, Chapulín conduce desde hace más de tres décadas una verdadera máquina de hacer éxitos. Se dispone a conquistar el Viejo Continente. (Foto: Nancy Chappell/ El Comercio)
Ciudadano ilustre de San Cayetano, El Agustino, Chapulín conduce desde hace más de tres décadas una verdadera máquina de hacer éxitos. Se dispone a conquistar el Viejo Continente. (Foto: Nancy Chappell/ El Comercio)
Czar Gutiérrez

En los difíciles tiempos que corren algo brilla al final del túnel. Consuela saber que más que una luz es una estrella. Porque, claro, en la alegría característica de nuestro pueblo es donde reposa la esperanza, que es lo último que se pierde. Especialmente si Europa empieza a inundarse gracias a ese profundo tajo a la vena ocurrido en , ojo de agua ubicado a 15 km de Huancayo y a 3.263 m.s.n.m.

Fue allí, a orillas del Ñahuimpuquio, cuando una mañana tormentosa de 1980 coincidió el joven Venturo García Mercado (Juliaca, 1950) con el joven Julio Edmundo Simeón Salguerán (1958), oriundo del mismo lugar. Ambos venían de naufragar en sucesivos colectivos: Los Ovnis, Victoria, Karicia. Cervecita licor amargo, ya se sabe. Nadie sospechó que ese abrazo terminaría transfigurándolos en Jaime Moreyra y Chapulín el Dulce y, de paso, cimentando el reinado transcontinental de la guitarra peruana punteada con fuzztone y delay.

TÚ MISMO ERES
“Han pasado 36 años desde que conocí a Jaime y jamás hemos firmado un papel, aquí todo funciona bajo palabra nomás”: sentado en el segundo piso de su casa, oficina, estudio de grabación y búnker a prueba de fans, el hombre de 56 años habla con extrema jovialidad. La sonrisa de labios llenos le ilumina el rostro ovalado. “Por eso duramos tanto tiempo, acabamos de llegar de una gira por Chile y estamos terminando de cerrar un año de conciertos en la costa oeste, ya estamos cansados de ir a Nueva York”.

Obligado a bajar 50 kilos en tres meses, hace cuatro años especularon con él con el sida. No contentos, procedieron a matarlo en Twitter. Chapulín respondió regresando a las marquesinas. Lanzándoles una flor desde su metro y medio flaco y reencauchado. “Mira, este certificado médico dice: ‘El paciente no presenta síntomas diabéticos’”. Un milagro, sin duda. El Señor de Cachuy gobernando las cuatro paredes tachonadas de fotos. por tres continentes.

Hay una donde Moreyra y Clinton posan junto a Chapulín en las Torres Gemelas antes de su demolición. “Nada dura para siempre”, reflexiona. ¿Por eso no te casaste? “Yo estoy absolutamente comprometido con mi música, hermanito. ¿Con qué tiempo, si trabajo día y noche? Acá hacemos todo, desde los pósteres hasta el boletaje. Regalías por nuestros discos nunca tuvimos, todo lo que llueve o gotea es por nuestra chamba. Generalmente Jaime trae la letra y aquí trabajamos la música. Sabemos cómo se graba, cómo se imprime un disco. Afuera los vendemos a 10 dólares, vuelan”.

HUAINO ELÉCTRICO
En 1985 aterrizaron en París, era la primera vez que volaban fuera del Perú. “Nos bañábamos con champú para caballos”, ríe. “De tanto caminar se me gastaron las tabas, busqué mi talla pero todas eran gigantes. Hasta que un amigo me llevó a la sección niños, allí encontré mi talla exacta”. Con ese mismo espíritu travieso extrae el primer LP del grupo (“Los auténticos”, sello Horóscopo, 1982), cuya portada es una copia exacta del (“Road to Ruin”, Sire Records, 1978).

En ambos funcionó el ‘Do It Yourself’, ambos contienen por lo menos un himno: “I Wanna Be Sedated” y “El aguajal”. Este último es una reversión de “El alisal”, huaino de Mina Gonzales y Totito de Santa Cruz.

¿Qué sientes cuando te homenajean, por ejemplo Bareto? 

“¿Homenaje? ¿Qué homenaje va a ser ese? Eso es apropiación ilícita. A nosotros qué nos importa eso”.

Pero “El aguajal” tampoco es completamente vuestro…
“Nosotros estamos concentrados en lo que hacemos, nunca hemos tenido rivalidad con nadie. Nuestro profesionalismo pasa por no tomar una gota de alcohol, la gente va a escuchar un grupo de música, no a una banda de borrachos”.

¿Se puede saber cuánto reciben mensualmente por regalías de Apdayc (Asociación Peruana de Autores y Compositores)? “Entre seis y ocho mil soles mensuales. Ese es un asunto que lo maneja Jaime”, dice.

Consultado sobre , sobre la inequidad en la distribución de los beneficios, cree que es “porque los otros no suenan tanto”. ¿No merecen por lo menos tu solidaridad aquellos músicos que denuncian a ese órgano recaudador? “De eso se ocupa Jaime, yo prefiero no opinar porque desconozco los detalles”. Es Chapulín. Si todos sus movimientos están fríamente calculados, que no panda el cúnico.

CARRETERA CENTRAL
José Antonio Llorens (1983) analiza la coexistencia de lo criollo con la cimbreante salsa. Carlos Iván Degregori (1984) puntualiza el tronco andino en la construcción del tejido social. José Matos Mar (1984) reconsidera un nuevo patrón cultural en el persistente choque discriminatorio rural-urbano. La lengua de asfalto entre Lima y Huancayo también puede explicar cómo en tres horas de viaje se puede ascender hasta los 4.820 m.s.n.m. E, incluso, tocar las estrellas. Allá están Chacalón, Guinda, Los Destellos, Los Mirlos, Pintura Roja y siguen firmas.

Julio Simeón 'Chapulín el dulce' y Jaime Moreyra, la dupla creativa de Los Shapis. (Foto: Fernando Fujimoto/ Archivo de El Comercio)
Julio Simeón 'Chapulín el dulce' y Jaime Moreyra, la dupla creativa de Los Shapis. (Foto: Fernando Fujimoto/ Archivo de El Comercio)

Pero el combo mayor siempre serán Los Shapis, fundado el 14 de febrero de 1981. Su cumbia andina no es un fermento transitorio. En ese híbrido de escalas pentatónicas que sube hasta los 4/4 para electrocutar huaino y cumbia anida lo que el cristianismo teocéntrico exploró desde su teología de la voluntad y la filosofía delegó en David Hume. Chapulín-Moreyra, nuestros Lennon-McCartney, definen respiración, pulso, secreción glandular, emoción y desgarro en tres acordes y un verso directo: “En la tierra una tumba / en el cielo nuestras almas”.

Aplausos.

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