Soundgarden: el sonido ‘grunge’ revivió en Lima
Soundgarden: el sonido ‘grunge’ revivió en Lima

FRANCISCO MELGAR WONG

El concierto que Soundgarden ofreció anoche en el Estadio Nacional fue un recordatorio de por qué la música de ciertos grupos de comienzos de los años 90 (Soundgarden, Pearl Jam, Nirvana, Mudhoney) caló tan hondo en el circuito nervioso de toda una generación.

Para empezar, la icónica banda de Seattle nos hizo recordar que todo gran grupo es siempre más que la suma de sus partes, pero que cada una de ellas es una pieza fundamental para que emerja esa entidad que cobra vida cada vez que un gran combo musical enchufa sus instrumentos.

Matt Chamberlain, el baterista que vino en reemplazo de Matt Cameron, supo combinar fuerza y sutileza, demostrando por qué a lo largo de su carrera ha podido lucirse tanto con bandas de grunge como con músicos de jazz contemporáneo como Bill Frisell. Su destreza y resistencia dejó mudos a quienes se quejaban de que Cameron ya no fuese parte de Soundgarden: sinceramente, ayer nadie lo extrañó.
 
 

El guitarrista Kim Thayil salió vestido completamente de negro, con un chullo y una camiseta que llevaba estampada la portada de “Blue Train”, un disco clásico de John Coltrane. A lo largo de todo el concierto, Thayil se lució no solo en los riffs de aire ‘sabbathiano’ -que ya forman parte del canon de Soundgarden- sino con solos que no apelaron a un virtuosismo hueco, sino a una inteligente combinación de melodías angulares e imprevisible ‘ruidismo’.

Al oír la guitarra de Thayil uno puede darse cuenta de que Soundgarden no es un grupo anclado en revivir el rock pesado de los años 70, sino que ha procesado los sonidos del rock alternativo de los años 80, con pasajes de ‘noise’ puro, como el que acabó por cerrar el concierto.

El espíritu básico del grunge y del rock and roll en su estado más primitivo y bestial estuvo encarnado en Ben Shepherd, el gigantesco bajista de la banda que manipulaba su Fender como si fuese una descomunal hacha con la que enfrentaba invisibles demonios mentales. Su presencia en el escenario fue fundamental para bajar el sonido a tierra y darle una cruda cuota de realidad. Por decirlo de alguna manera, Shepherd cumple en Soundgarden un papel similar al que cumplía Peter Hook en New Order.

Finalmente, Chris Cornell sorprendió a todos con su bien conservada apariencia de estrella de rock y con ese amplísimo registro de voz que aún conserva intacto. Cornell pasó de susurros narrativos y frases melódicas a alaridos de autoafirmación que le dieron un apreciado contraste a la entrega de cada una de las canciones, entre las que se contaron varias del disco “Superunknown” ("Spoonman", "Black Hole Sun", "My Wave", "The Day I Tried to Live", "Fell on Black Days", "Superunknown", "Like Suicide"), así como algunas joyas tomadas de sus primeros discos ("Outshined", "Jesus Christ Pose") y cuatro elegidas del disco más reciente, titulado "King Animal".

A pesar de la seriedad y oscuridad que a veces ha caracterizado a la banda, Cornell, Thayil y Shepherd dejaron salir sonrisas que mostraron lo contentos que estaban de seguir tocando juntos, viajando por el mundo transportados por la música que crearon.

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