MARTÍN ACOSTA GONZÁLEZ (@martiacosta) Redacción online

La primera vez es siempre una situación especial. Nacer tan cerca del Perú y visitarlo para un concierto recién después de 14 años era una deuda pendiente para Los Bunkers. Fue una larga espera, pero la banda chilena supo compensar de buena forma con una presentación que hizo cantar, saltar, bailar y hasta poguear.

Algunos artistas prefieren los conciertos chicos, porque asegura que así pueden conectar con la gente, verlos a todos y sentir el calor de cerca. El de ayer fue un encuentro así. No más de 1.500 personas en Embarcadero 41, entregadas a la propuesta que el quinteto chileno traía a Lima.

El cantautor peruano Carlos Compson y su banda fueron los encargados de abrir el concierto. Luego fue el turno del chileno Sergio Lagos. Poco antes de la medianoche entre los gritos de “ole, ole, Bunkers, Bunkers”, la banda aparecía en el escenario. Para este debut en Lima eligieron lo mejor de su arsenal musical y, salvo tres omisiones, el set list fue el esperado por los asistentes.

No me hables de sufrir dio inicio al show. Luego llegaron “Miéntele”, “Te vistes y te vas” y “Tú”, temas de su cuarta placa Vida de perros. La primera ráfaga musical era prometedora. “Esta noche vamos a disfrutar, chiquillos”, dijo el vocalista Álvaro López. “Es un gran placer llegar por primera vez a Lima”.

“Bailando solo” fue la siguiente canción. Un tema que bien puede marcar un antes y un después en el sonido de la banda. Aquí las guitarras clásicas le dejan el protagonismo al sonido de los sintetizadores. Producto de ello el tema llama al baile y al movimiento desenfrenado de la gente.

“Las cosas que cambié y dejé por ti”, “Una nube cuelga sobre mí”, “Nada nuevo bajo el sol” y “Exiliada al sur”, la décima de la gran cantautora chilena Violeta Parra y su interminable viaje por su país, marcaron sin duda uno de los picos de la gran noche. Energía a raudales, fuerza en el escenario y entrega total por parte de la banda.

Entonces Los hermanos Durán, Francisco y Mauricio avisaron que sonaría “Pobre corazón”, la melancólica y poderosa canción que mezcla el pogo con las olas en tremendos e intensos tres minutos y medio.

Y luego Los Bunkers siguieron disparando. El final se hizo inevitable. “Llueve sobre la ciudad” y “Miño” marcaron la primera despedida de la banda. Pero como es natural, regresaron para “Canción para mañana”, “Fantasías animadas de ayer y hoy” y “Ven a aquí”. Sin embargo, el remate fue tremendo, con un cover de “El Necio”, tema de Silvio Rodríguez. La deuda está saldada, chiquillos.