Los personajes protagonistas de la obra, Gorka (César Ritter), Jam (Armando Machuca), Al (Juan Carlos Pastor) y Sunday (Alonso Cano) ensayan sus mejores pasos de baile. (Fotos: Hugo Pérez)
Los personajes protagonistas de la obra, Gorka (César Ritter), Jam (Armando Machuca), Al (Juan Carlos Pastor) y Sunday (Alonso Cano) ensayan sus mejores pasos de baile. (Fotos: Hugo Pérez)

“Esta no es la historia de un grupo de fracasados, sino de superfracasados, de gente derrotada y triste”. Como bromeando, Haysen Percovich es certero en la descripción de los personajes de “Más pequeños que el Guggenheim”. Y tiene razón: hay un dramaturgo que sobrevive ordenando libros en un supermercado, un cajero sin mayores aspiraciones en la vida al que su novia acaba de abandonar, un albino bizco y huérfano, y otro que está a punto de perder –nuevamente– a un hijo.

“Y todos son personajes que están al límite”. Ximena Arroyo anota que, con todo eso en contra, lo único que les queda es reírse, matiz que se impregna en la puesta en escena y la convierte en una comedia negra. La burla es, según ella, la única forma en la que ellos pueden lidiar con la frustración y la imperante necesidad de salir adelante.

Cuando todo parece oscuridad en la vida de estos personajes, la idea de hacer una obra de teatro ilumina sus caminos. No es una idea descabellada: hace más de diez años, los protagonistas Gorka (César Ritter) y Sunday (Alonso Cano) viajaron a Europa para perseguir el sueño de convertirse en gente de tablas. Tres meses fueron suficientes para que los inconvenientes que no supieron sortear se convirtieran en frustración y pasajes de regreso. Esa historia, quizás en un intento de exorcizar el pasado, es la que piensan llevar a escena.

“Estos dos amigos se preguntan si han llegado al lugar donde querían estar –explica Arroyo–, así que la obra se convierte en la posibilidad de hacer algo que los haga sentir vivos, de cambiar en algo de sus vidas”.

“Ya no hay forma en la que ellos puedan caer más bajo –agrega Percovich–. Lo único que les queda es emprender este proyecto juntos, un proyecto por el que dan la vida. Eso hace que este relato sea tan conmovedor”.

—Decisiones de vida—
Alejandro Ricaño (Xalapa, 1983) se viene consolidando como uno de los dramaturgos mexicanos fundamentales de los últimos años. Sus creaciones, sin embargo, no se suelen ver en Lima o, en todo caso, quedan relegadas a montajes amateurs. Tal podría ser el caso de la tierna “El amor de las luciérnagas”, que fue parte del XVII Festival Saliendo de la Caja. La puesta en escena de “Más pequeños que el Guggenheim” –obra ganadora del Premio Nacional de Dramaturgia Emilio Carballido en el 2009– en el teatro Julieta es, por tanto, sorpresiva.

En la versión de Arroyo y Percovich, el humor y sarcasmo que ofrecen las performances de César Ritter, Alonso Cano, Juan Carlos Pastor y Armando Machuca son la base sobre la que se construye un relato que fácilmente podría derivar en un tragedia griega. A ello hay que sumarle la pluma de Ricaño, quien añade –tal como lo señala Arroyo– el tono burlón y cómico a la obra.

La trama, sin duda, le habla directamente a las nuevas generaciones, a aquellas a las que se les hace tan difícil encontrar sentido a su vida y encontrar trabajo después de terminar la universidad. Para ello, ha reconocido Ricaño, fue necesario decir las cosas con claridad y franqueza. “Hay obras que hacen reír mucho y se quedan en eso –declaró el autor al semanario mexicano “Proceso”–. Acá hacemos reír para desarmar al público, para contarles una historia dolorosa, sensible, cuyo objetivo es conmover”.

Los desacuerdos al momento de llevar una obra a escena. (Fotos: Hugo Pérez)
Los desacuerdos al momento de llevar una obra a escena. (Fotos: Hugo Pérez)

Es inevitable no formular una pregunta que ronda durante toda la obra: si la vida de los personajes es tan desastrosa y no parece haber solución, ¿por qué no han decidido terminar con ella? “Ellos no son capaces de tomar decisiones –destaca Arroyo–, y cuando las toman, se equivocan. De hecho, no tienen el final de la obra. Ensayan, pero hasta el día del estreno no tienen el desenlace”.

“No lo hacen porque no son tan valientes –afirma Percovich–. Además, salvo uno de ellos, nadie es consciente de que al terminar la obra, van a seguir teniendo las mismas vidas. La rutina ha creado un halo de ignorancia”.

Más información
Lugar: Teatro Julieta. Dirección: pasaje Porta 132, Miraflores. Estreno: jueves 11 de julio, 8 p.m. Temporada: hasta el domingo 11 de agosto. Entradas: Teleticket.

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