"Cielo Abierto": nuestra crítica de la obra con Alberto Ísola
"Cielo Abierto": nuestra crítica de la obra con Alberto Ísola

Al dramaturgo británico David Hare (Sussex del Este, 1947) le debemos tanto material dramático que no nos alcanzarían páginas para reseñar su carrera. Bastará decir que sus dramas teatrales tienen la contundencia emocional que busca una audiencia madura y que ha sabido emocionar e incomodar en gran medida con piezas como “Plenty” (1983) o “Amy’s View” (1999). También afortunados fueron su trabajo al adaptar material ajeno, como “Ivanov”, el clásico de Chéjov para Broadway en 1997, y el guion para el filme “Las horas” (2002). Por supuesto, no siempre acierta y entre sus trabajos menos logrados se pueden citar “The Judas Kiss” (1998), obra en la que recrea sin nervio los últimos años de Oscar Wilde, y “The Blue Room” (1998), que será recordada como el debut de Nicole Kidman en el teatro de Nueva York.

Pues bien, a esta prolífica pluma le debemos “” (Skylight, 1996), que se acaba de estrenar en Lima. Una obra que, a juzgar por las reacciones de los asistentes, se puede citar en aquellas que alcanzaron el éxito fascinando y disgustando a diversos sectores de la audiencia. Me encuentro entre el primer grupo, bastante emocionado con la trama y una dramaturgia que si bien puede ser vista como un alarde de estilo, me convence de comienzo a fin. Porque el tratamiento de la conducta humana es tan acertado que no deja de sorprendernos pese a su aparente naturalidad.

Cielo abierto” narra la historia de dos antiguos amantes que se vuelven a ver. Y se trata de una reunión con todos los ingredientes que hacen posible seguir la trama con atención e interés. Los amantes, distanciados por la edad y los convencionalismos sociales, han aprendido a vivir separados. O al menos eso es lo que creen. En el caso de Tom (Alberto Ísola), él ha enfrentado la soledad con aparente aplomo y dedicado en gran parte a una esposa moribunda y a sus negocios. Por su parte, Kyra (Wendy Vásquez) ha cambiado radicalmente sus intereses, dedicándose a causas sociales más grandes que la vida. Al reencontrarse surge nuevamente la pasión y también una serie de reproches mutuos que deben encontrar el entendimiento. ¿Es posible volver a amarse? ¿Están listos para recomenzar una historia de amor que dejaron trunca años atrás?

Para que una obra con tanta sutileza pueda resultar efectiva se necesita imprimir una buena dosis de naturalidad y también equilibrar las emociones. Felizmente el director Mateo Chiarella logra, en gran medida, todo ello. Pero no acierta por casualidad. Ya tiene el oficio que sus años en el teatro le confieren y la seguridad para no interpretar el concierto más allá de los dictados de la partitura. Y gracias a ello, en fina complicidad con su reparto, no se excede en ningún momento. Sigue las líneas establecidas por el propio autor y mantiene ocupados a sus actores con actividades cotidianas, de manera que los personajes siempre están haciendo algo durante el desarrollo de la obra. Por supuesto, hay quienes ven en estos recursos la única manera de aparentar acción en una obra con diálogos extensos y apoyada principalmente en el texto. “¿Qué harían si no tuvieran que cocinar sobre el escenario?”, se preguntan. Pero no es así. Porque aunque se privara al montaje de este atractivo, el enfrentamiento dramático sería igual de efectivo.

En el papel de Kyra, Wendy Vásquez aporta una naturalidad desconcertante. Y no solo porque tiene que cocinar durante la obra, concentrando su atención tanto en el texto como en la salsa que está preparando, sino porque su registro la lleva a comunicar sus emociones con gran sentido de la verdad. Alberto Ísola le da la réplica ideal, interpretando además un personaje muy diferente a todos los que ha tenido a su cargo en los últimos años. Es un amante que regresa dispuesto a ceder y también un hombre mayor atado a su propia forma de ser. Al final, detrás de esa apariencia tan dura hay un hombre que ama y que quiere de alguna manera remediar las malas decisiones del pasado. Ambos componen de esta manera una pareja antológica. Los secunda Roberto Prieto en una esforzada actuación que tarda en calentar y que confiamos que llegue a dominar con menos tensión, porque su personaje tiene que aparecer más fresco y relajado para ser creíble y justificar su presencia. Aciertan Chiarella y el productor Carlos Arana en la elección de una obra tan especial como “Cielo abierto”. Un espectáculo donde el principal elemento es la humanidad.

LA FICHA

“Cielo abierto”
Escrita por David Hare.
Dirección: Mateo Chiarella.
Producción: Aranwa Teatro y Carlos Arana.
Elenco: Alberto Ísola, Wendy Vásquez y Roberto Prieto.
Lugar de presentación: Teatro Ricardo Blume (Jr. Huiracocha 2160, Jesús María).
Horario: jueves, viernes y lunes, 8 p.m.; sábados y domingos, 7 p.m.

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