El Bardo de Avon.
El Bardo de Avon.

Es verdad que sin la peste, Romeo hubiera recibido la carta que le informaba de la treta que orquestaba Julieta y, quizás, el destino de los amantes hubiera sido distinto a la muerte. Pero no es tan cierto que durante su azote y respectiva cuarentena haya escrito “El rey Lear” y “Macbeth”. Se sabe tan poco sobre la vida del Bardo que es imposible asegurarlo.

No hay evidencia para afirmarlo –sentencia Laura Silva, especialista en –. Consideremos, en primer lugar, que ‘Macbeth’, se estima, fue escrita en 1606 mientras que ‘El rey Lear’ se habría escrito un año antes. Existen registros que indican que, hacia 1605, la plaga ya había sido aplacada de Londres. Ese mismo año, el rey Jacobo I realizó su entrada oficial a la ciudad y, en esa ocasión, se entregó a los integrantes de The King’s Men, compañía de teatro de la cual Shakespeare formaba parte, ropajes de color rojo escarlata para que los usaran como uniformes”.

¿En qué se apoya, entonces, la noticia que ha venido circulando para afirmar que el dramaturgo escribió dos de sus obras cumbres enclaustrado? Lo primero que hay que decir al respecto es que, en efecto, el dramaturgo vivió dos plagas producto de la peste bubónica.

Silva explica el contexto: “En tiempos de Shakespeare se registraron en Londres dos grandes plagas. La primera se produjo en el año 1593, y la segunda diez años después, en 1603. Los registros de la época indican que ambas fueron altamente letales”.

Fue en la segunda que recién se pudo registrar más información sobre las víctimas y características de la enfermedad, gracias a, por ejemplo, las searchers, mujeres pobres de avanzada edad que comprobaban si los cadáveres de las calles presentaban los “bubones” (inflamaciones) propios de la peste.

La producción teatral de Shakespeare se vio afectada por ambas calamidades, pero de distintos modos –dice Silva–. Durante la peste de 1953, al producirse el cierre de los teatros en Londres, él tuvo que regresar a Stratford-upon-Avon. Allí escribió el poema ‘Venus y Adonis’. Al año siguiente y por encargo de Lord Henry Wriothesley, conde de Southampton, escribió ‘La violación de Lucrecia’ y ‘Los Sonetos’”.

Verona: el balcón de Julieta Capuleto. Tanta es la fuerza del drama de Shakespeare, que Julieta Capuleto tiene la verosimilitud y complejidad de un personaje real. Sin embargo, nada indica con certeza que haya existido realmente, lo mismo que Romeo:
Verona: el balcón de Julieta Capuleto. Tanta es la fuerza del drama de Shakespeare, que Julieta Capuleto tiene la verosimilitud y complejidad de un personaje real. Sin embargo, nada indica con certeza que haya existido realmente, lo mismo que Romeo:

Para la siguiente peste, la de 1603, Shakespeare ya formaba parte de la compañía de Lord Chamberlain’s Man que representaba obras para la corte de la reina Isabel I.

Existen registros de que habrían representado ‘Noche de Reyes’ en una función privada para la corte, pocas semanas antes del fallecimiento de la reina ocurrido el 24 de marzo –agrega la especialista–. El 8 de abril fue coronado Jacobo I y el 5 de mayo se decretó el cierre de toda actividad de entretenimiento por la aparición de la peste. Sin embargo, el 19 de ese mismo mes, el rey sorpresivamente incorporó a la compañía de Shakespeare a los grupos teatrales de la corte. La compañía pasó a llamarse The King’s Men y, por esa razón, se le otorgó licencia para continuar representando obras a pesar de la peste. También existen registros de que la compañía de Shakespeare pasaba gran parte de su tiempo realizando representaciones en otros condados. Incluso antes del inicio del reinado de Jacobo, en una suerte de gira que ocupaba gran parte de su tiempo, asistían a ciudades como Oxford Warwickshire, etc”.

Lo segundo que hay que revisar es que no hay una cita exacta de lo que dijo o escribió el historiador James Shapiro. Hay quienes mencionan el libro “The Year of Lear: Shakespeare in 1606” (2015) y anotan que el creador tenía días libres y que los aprovechó muy bien.

Quien sí cita es el portal Slate, en donde se lee lo siguiente: La plaga y el cierre de los teatros obligó a que la compañía The King’s Men se volvieran creativos. Mientras viajaban por el campo, deteniéndose en comunidades rurales que no habían sido afectadas por la plaga, Shakespeare habría sentido que escribir era un mejor uso de su tiempo. ‘Eso significó estar libre por primer vez desde el inicio de 1590, para colaborar con otros dramaturgos’, escribió Shapiro […].La plaga creo las circunstancias necesarias para que Shakespeare diera rienda suelta a su talento. Es por esta época en la que escribió ‘El rey Lear’, ‘Macbeth’”.

Nada de cuarentena.

LA PLUMA DEL BARDO

Es necesario revisar la frase del académico Jonathan Bate (“La peste fue la fuerza más poderosa que moldeó [la vida de Shakespeare] y la de sus contemporáneos”), que tanto ha sido citada en los artículos que dan fe a la tesis de que el Bardo escribió dos de sus piezas más icónicas durante una cuarentena. De ella hay que rescatar que se trató de un evento que dejó una huella en la comunidad que sobrevivió, detalle esencial para comprender que existan, en las obras del Bardo, referencias a la peste. Mayor relación que esa es pura especulación.

Al respecto, Shapiro ha dicho que Shakespeare fue ambiguo y evitó escribir la palabra “plaga” porque era una cuestión “omnipresente” y “todos sabían a qué se refería”.

Silva agrega que Shakespeare utiliza a sus personajes para evocar los múltiples efectos y causas de las pestes que asolaron a la ciudad de Londres durante toda su vida. En "Ricardo III", por ejemplo, está la abominable descripción que hace Lady Anne sobre Ricardo de Gloster; o en "Otelo" –escrita entre 1602 y 1603, tiempos del inicio de la segunda peste de Londres–, donde los efectos de los celos, llamados "monstruo verde", son similares a los que producía la peste bubónica en los seres humanos.

"El rey Lear" (Foto: Amazon Prime Video)
"El rey Lear" (Foto: Amazon Prime Video)

Dicho eso, Silva acota que es pertinente también tener en cuenta las diferencias entre la Londres que Shakespeare conoció y la actual. Las enfermedades, plagas o no, que circulaban entonces cobraban muchas vidas, lo que dio forma una relación entre las personas y la muerte distinta a la que existe ahora. "Ello no implicaba aceptación o frialdad frente a la muerte, por lo menos en lo que refiere a la persona de William Shakespeare –cuenta–. Sabemos que su hijo falleció a la edad de 12 años producto de una enfermedad de las tantas que pululaban en esa ciudad infectada y que ello se reflejaría en la descripción que se hace del niño Arturo luego de su muerte en la pieza ‘El rey Juan’".

Silva agrega: “Sin embargo, las plagas eran hechos extraordinarios y por la virulencia con que se presentaban, eran considerados por la mayoría como castigos divinos. Creo que en este difícil momento social que estamos atravesando, con una peste como el coronavirus, Shakespeare nos sigue revelando conocimiento, nos advierte que a pesar de la dificultad importante que implica convivir con una plaga, que es una suerte de monstruo invisible, nuestra creatividad y nuestra conmoción, nuestra solidaridad, nuestra idea de vida y de amor, pueden permanecer intactas o incluso, renovadas y permitirnos sobrellevar más humanamente este desafío”.

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