Ni te explico ni me entiendes. Padre e hijo: Rengifo (Claret Quea) y Perelman (Javier Valdés) no encuentran la forma de llevarse bien.
Ni te explico ni me entiendes. Padre e hijo: Rengifo (Claret Quea) y Perelman (Javier Valdés) no encuentran la forma de llevarse bien.

En esta familia, cada uno trata de llevar agua para su propio  molino. Perelman, el padre, quiere divorciarse de Eugenia y no le importa lo que tenga hacer para lograrlo. Eugenia, por su lado, está aburrida de su vida y no tiene reparos en abrir correspondencia ajena para entretenerse. W, el hijo menor, les pide a ambos que mientan, que no hablen de su separación para que le den una nutrida beca en una universidad de prestigio e irse del país. En tanto, Rengifo vive en su mundo y casi nunca se deja afectar por las acciones del resto. Todos la pasan mal, pero nadie lo dice. 

Existe una razón por la cual ellos permanecen juntos: el mandamiento nuevo que obliga a las familias a permanecer unidas. Es evidente que ninguno de ellos quiere estar allí y compartir  tiempo con el resto, pero lo hacen por obligación. O, por lo menos, hasta que  Perelman decide separarse de la familia, momento en el que 
todos los problemas –hasta entonces escondidos– empiezan a aflorar. El terremoto pronto asolará el hogar. 

“Creo que la obra intenta explorar en la construcción de los vínculos familiares como un síntoma de normalidad”. Ronnie Farfán, dramaturgo y director de “Los elefantes”, es claro: le interesa reflexionar sobre la familia como una construcción que indica estabilidad y mantiene el statu quo; es decir, como aquello que hace que sus integrantes sean normales. “¿Pero qué pasa cuando uno no quiere eso? Yo no planteo una respuesta porque puedo entender que una persona quiera su libertad”, agrega el autor.

En medio de los problemas y laberintos que se van tejiendo en la obra que ya se presenta en Casa Amaru de Barranco, se destaca Rengifo. Si bien no se específica qué condición mental tiene, hace evidente que es una persona con habilidades distintas. Este personaje que se mueve entre la marginalidad es, sin embargo, el más lúcido del montaje; aquel que con su honestidad libre de todo tacto logra comprender al resto y desmarañar los tedios familiares. Incluso es él quien cuestiona el concepto de libertad.

Farfán anota: “En una discusión familiar, él cuestiona: ‘¿No te parece curioso que todavía haya gente que cree que la libertad existe?’. Él hace evidente que siempre estamos condicionados por un elemento que no nos deja elegir libremente, por más que querramos hacerlo. Los afectos o cosas que nos vinculan materialmente siempre condicionan nuestra libertad”.

—Al detalle—
“Los elefantes”, además, muestra una realidad que dice mucho de la actualidad, aun cuando el contexto en el que la fi cción se desarrolla se ubica en la década del 80. Allí los padres se han vuelto niños y los niños son adultos.

En principio, no existe problema en que los mayo res estén en contacto con sus niños interiores, que descarguen aplicaciones en sus celulares y todo el día jueguen con ellas. Tampoco debería haber mayores complicaciones en que los jóvenes de ahora tengan más acceso a la información y, por tanto, lleguen a conclusiones que tradicionalmente son ajenas para su edad. El tema que aborda Farfán en su ópera prima pasa por el exceso, por la tóxica infantilización de los adultos y la corta infancia que viven los menores.

La puesta en escena muestra a un padre mudo que no puede expresar sus emociones o que huye cuando se ve incapaz de afrontar los problemas. Y a una madre que se encierra en el baño durante un mes a modo de rabieta. Incapaces de tomar decisiones, los hijos tienen
que tomar la posta: se ve, por ejemplo, a W llevar de la mano a Perelman para que le pida disculpas a Eugenia por haberle mentido.

No es sino hasta la escena final que el problema del inicio se vuelve a revelar: nadie quiere estar allí, nadie quiere compartir la casa. “Cada uno desea estar en otra realidad, pero al mismo tiempo, hay algo que los une, que los sostiene, que es la estabilidad que da estar en una familia. Pese a que todos son distintos, el vínculo familiar los mantiene unidos”, concluye Farfán.

MÁS INFORMACIÓN
Lugar: Casa Amaru. Dirección: Jr. Sucre 317, Barranco. Temporada: hasta el 21 de julio. Día y hora: de jueves a domingo, 8 p.m. Entradas: boletería.

Contenido sugerido

Contenido GEC