Enrique Victoria
Lilia Córdova Tábori

, uno de los nombres más importantes de las artes escénicas en el Perú, falleció la mañana de este domingo a los 92 años. En junio del 2014, cuando terminaba el rodaje de "Viejos amigos", su última película, el actor le ofreció a la periodista Lilia Córdova la que fue una de sus últimas entrevistas a profundidad. En el diálogo, que recordamos a continuación, el actor recordó su historia de vida, plagada de hechos tan fascinantes como en una de sus mejores ficciones.

Texto publicado el 18 de junio del 2014:

"A mis 88 años tengo cinco hijos, cinco nietos y tres bisnietos. Mi padre era un actor español y mi madre una actriz chilena. Nací en el consulado peruano de Nicaragua. Soy peruano por accidente. Adquirí mi peruanidad al vivir en Lima. Cuando mis padres murieron fui adoptado por una pareja muy amiga de mi familia. Con ellos crecí en una quinta del jirón Ica. Aprendí a boxear. Me casé con una gran mujer y soprano. ¿Una virtud? No sé cuál tengo. Ponga la que más le parezca. ¿Un defecto? Ser exigente en todo el sentido de la palabra."

Enrique Victoria. (Fuente: El Comercio)
Enrique Victoria. (Fuente: El Comercio)

–Cuénteme sobre su amistad con Carlos Gassols.
Nos conocimos cuando vivía con mi madre y mi hermana en Antofagasta (Chile). Él formaba parte de la compañía infantil Gassols que hacía zarzuela y obras cómicas. Mi hermana y yo tuvimos suerte de entrar como extras en el coro. Nos hicimos amigos y le pedí a mi madre que me dejara estar en la compañía. Así recorrimos juntos Chile, Argentina y Bolivia. Desde los 8 años ya sabía que quería ser actor.

–¿Cómo mantiene esa vitalidad para actuar en una obra teatral por las noches y filmar dos películas en lo que va del año?
Tengo un socio que me cuida. Soy su instrumento.

–¿Por qué se peleó con su socio?
Dejé de creer. Pero no es culpa de mi socio sino de la Iglesia Católica. Cada Papa es más mafioso que el otro. Tenemos un cardenal que pertenece a ese clan. Pero hay excepciones como Pablo VI y Juan XXIII. Mi padrino era sacerdote y tenía esposa e hijos. Los curas pederastas faltan a su religión y abusan de los niños. Esto viene de hace mucho tiempo pero la gente callaba. Ahora no.

–¿Cómo se amistó con él?
Él solito me trajo de nuevo. Una vez llegué no sé cómo a la iglesia Mesiánica Mundial. Sentí mucha tranquilidad. No tenía la angustia por la falta de dinero. Me dieron “Johrei” [imposición de manos]. Cerré los ojos y me dejé llevar. En una de mis visitas a la iglesia conversé con el socio. Le pedí ayuda porque pasaba por un mal momento. De repente no sé si fue real o he querido creer, pero lo concreto es que escuché una voz que me dijo: “aún no es hora”. Pero eso me calmó. Regresé a casa y sonaba mi teléfono. Contesté. Era Horacio Paredes. Necesitaba con urgencia que prepare a Susan León para protagonizar la obra “Cama correcta marido equivocado”. Luego me ofrecieron un pequeño papel en la obra. Y así continué trabajando.

–Al inicio de su carrera Ud. era conocido como Carlos Fernández.
Tuve que hacerlo para que mis padres adoptivos no supieran que había ganado un concurso para actuar en radionovelas.

–¿Por qué se oponían?
Mi madre adoptiva era actriz y mi padre adoptivo era escenógrafo. A pesar de estar ligado al teatro, él quería que estudie. Por ello usé otro nombre. Me da vergüenza decirlo pero en esa época Violeta Bourget y yo éramos la pareja ídolo de la juventud.

–¿Cómo lo descubrieron?
La gente solo conocía mi voz. No dejaba que me tomen fotos hasta que en un almuerzo me tomaron una grupal. Así me identificaron y salí en la edición de la tarde del diario “La Crónica”. Cuando llegué a casa mi papá me dijo: “Pasa Carlos Fernández”. Mi madre intercedió por mí. Papá me dio permiso porque mi padre biológico fue un gran actor.

–¿Le exigió estudiar?
Ingresé a ingeniería y literatura. Las mandé de paseo. A tanta insistencia estudié para técnico electrónico. Le entregué mi título y me fui de gira por dos años.

–En “Viejos amigos” Ud. es el que tiene más calle. ¿De chico siempre se metía en problemas?
Cuando estudiaba la secundaria en el colegio San Agustín, me echaron por pegarle a un cura.

–¿De verdad?
Dijo que todas las mujeres que trabajaban en el teatro eran prostitutas. Le dije que era un mentiroso. Mi mamá era actriz. Me dio una cachetada y le di un cabezazo. Me botaron.

–Desde hace muchos años Ud. es una de las voces que defiende los derechos de los actores.
Era menor de edad cuando mis padres firmaron un documento frente al juez autorizándome a liderar el sindicato.

–¿Por qué lo hizo?
Quería mejoras para todos los actores. En esa época, el abuso ocurría en la radio,como ahora sucede en la televisión. Recién en el gobierno de Belaunde logramos cobertura de salud. La lucha continúa. Las grabaciones pueden extenderse más de ocho horas y nadie paga horas extra. Nuestra juventud es valiente para insultar y defender al equipo de fútbol, pero no lucha por sus derechos, que son los derechos de los demás. Hay que tener dignidad de ser humano y de trabajador. De los 700 u 800 actores inscritos en Lima, si somos 100 los que reclamamos por nuestros derechos exagero.

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